Foto cortesía El Pulgarcito.
Y es que iniciar un negocio no es nada fácil, y menos en un país distinto a su patria. Se debe investigar sobre la normativa interna y seguir procesos legales largos, además de tener un capital inicial.
Antes de poner en marcha El Pulgarcito, junto a su esposa establecieron una agencia inmobiliaria. Este paso dio el impulso económico que necesitaban para el restaurante.
Además, durante nueve años Israel adquirió sus conocimientos culinarios trabajando en restaurantes, donde también aprendió lo necesario sobre gestión y administración de un negocio de este tipo.
Cuando estaban listos para dar el primer paso solicitaron los permisos y certificaciones. Fue un trayecto largo y un poco tedioso, según confiesa el salvadoreño, pero no desistieron.
“Ha sido costoso, pero poco a poco lo fuimos logrando y ahora contamos con todas las acreditaciones necesarias para ser el restaurante que estamos llevando a cabo, porque aún falta y siempre estamos tratando de mejorar”, dijo.
Mantener la sazón cuscatleca
Para brindar a sus clientes el auténtico sabor salvadoreño, Israel viajó a El Salvador para aprender las recetas típicas y las raíces de la gastronomía cuscatleca.
Pero uno de los mayores retos para ofrecer un platillo con un sabor salvadoreño auténtico es conseguir la materia prima. “Tenemos sabores o aromas parecidos, pero hay que buscarlos. Hay que hacer la fórmula para que se parezca”, explicó Israel.
“El loroco lo traemos de El Salvador. El resto de materia prima la gran mayoría las elaboramos nosotros, por ejemplo el chicharrón”, agregó.
Es un proceso largo, pero que vale la pena para poder ofrecer un producto. También han hecho convenios con empresas para que les elaboren ciertos materiales.
Aunque las pupusas son el platillo favorito de los comensales, El Pulgarcito ofrece un menú variado en el que se encuentran la sopa de res, mariscada, sopa de patas y de frijoles.
Los platillos para picar en grupo pueden ser la yuca salcochada o frita, con la tradicional “pepesca” o chicharrón; pastelitos de carne y enchiladas.
Entre los postres ofrecen los antojitos dulces como empanadas, nuégados y hasta chocobananos.
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La nueva temporada de El Pulgarcito
Como todo cocinero, Israel experimenta y busca crear nuevos platillos para ofrecer a sus clientes, por lo que ha iniciado una nueva fase de su restaurante en la que agregará al menú platos propios, “pero sin perder la esencia y sin apartarnos de lo típico de la comida salvadoreña”.
La nueva temporada del restaurante inicia este mes y para ello incluirán cuatro platos con recetas típicas salvadoreñas, pero arriesgándose a probar y combinar con nuevos sabores.
“Hemos escogido un ingrediente y hemos formado un plato. Por ejemplo, el plato de occidente, que representa a Santa Ana y Sonsonate, consiste en una carne en salsa de café, acompañada con una papa rellena de tocino y jengibre”.
Plato que representa a la zona occidental de El Salvador. Foto cortesía El Pulgarcito.
Además, los esposos planean una expansión del restaurante para establecer un punto latino, una tienda para vender productos derivados, como los tradicionales chorizos de Cojutepeque.
Con este nuevo proyecto pretenden abastecer su restaurante y distribuir a otras tiendas de la zona.
Israel sostiene que no es fácil emprender, pero comparte dos consejos para los compatriotas que deciden emigrar: Nunca dejar de soñar y lograr integrarse a la cultura del país al que van a residir.
“Uno, nunca perder el objetivo de nuestros sueños, siempre luchar por nuestros sueños, cueste lo que que cueste. Y siempre soñar, por supuesto.Y dos, que nos integremos. Conozcamos esa cultura, informémonos, convivamos con la gente y con las demás culturas”.
Como parte de la integración que promueve Israel, El Pulgarcito es un portal hacia la cultura salvadoreña y centroamericana.
Artistas presentan sus obras en el restaurante. Foto cortesía El Pulgarcito.
“Cuando pusimos el restaurante decidimos que tuviera más funciones y enfocarnos con el tema de la cultura. Hacemos presentaciones de libros, exposiciones, talleres y trabajamos de la mano con diferentes asociaciones también”
El Pulgarcito, según describe su propietario, también es un local donde las personas pueden llegar a tomar un café y leer un libro de la colección que se encuentra en el restaurante.
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