Cae la noche en San Lorenzo, un tranquilo pueblo del departamento de San Vicente, y los lorenzanos se alistan para su particular forma de hacer llegar dinero a las arcas de su querido equipo. Se alistan a jugar la tradicional lotería en las calles del pueblo.
Y es que los problemas económicos son el “pan nuestro” del fútbol profesional salvadoreño. Pocos son los equipos que no sufren este mal. La gran mayoría se tiene que rebuscar para salir con los compromisos y organizan diferentes actividades para recaudar fondos para paliar los gastos. Para el Atlético San Lorenzo, de la Tercera División nacional, desde hace varias décadas su mayor sostén ha sido una lotería.
Desde niños hasta ancianos, algunos identificados con los colores del equipo, asoman por las esquinas del parque central para participan en este particular juego, con la intención de pasar un momento ameno, y de paso colaborar con su querido equipo.
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“Es por tradición que se ha sacado la lotería y todo lo recaudado es para el Atlético. Lo que se obtiene de ahí, prácticamente sirve para darle los viáticos a los jugadores. Con eso se palia los gastos”, confiesa Álvaro Hernández, presidente del equipo lenchano.
La lotería lorenzana nació hace 80 años. Inicialmente sirvió para recaudar fondos para los festejos patronales del municipio, luego pasó a beneficio del equipo, cuando ascendió a Tercera División, en 1978, después de jugar en la Liga B.
“La lotería siempre ha sido la mamá del San Lorenzo. Cuando el equipo ascendió, en 1978, la lotería fue utilizada para ayudar al equipo, porque hubo un gasto de 80 mil colones y eso se sacó de este juego”, explicó Efraín Rivas Durán, exdirigente lenchano y quien se dedica a animar el juego.
Cada juego cuesta 10 centavos y según explicó el pope del equipo: “Se recoge un promedio de 10 a 15 dólares, en días normales. Mejora los viernes y sábados, cuando llega mucha gente de San Salvador y juega, ahí se logra de $25 a $30”.
Hernández añadió: “Entre los gastos de viático y el agua gastamos un aproximado de $100 a $125 por semana. Los jugadores no tienen un salario fijo, se les paga por partido jugado, un pago módico. No es un sueldo, por las mismas condiciones del equipo. En total, a los jugadores se les da $400 por partido. Más los $300 que se le da al técnico”.
Además de la lotería, el equipo sobrevive con la ayuda de la Alcaldía de San Lorenzo y con aportes de algunas personas. También busca conseguir la colaboración de algunas empresas y residentes en los Estados Unidos.
Los sacrificios de sus aficionados motivan a jugadores y cuerpo técnico, quienes entregan todo en la cancha, aunque muchas veces las cosas no se les dan, para alcanzar un puesto en la segunda fase del actual torneo, en el que participan en el grupo A de la zona centro-oriente.
“Nosotros tratamos de poner de nuestra parte y compensar el esfuerzo que hace la directiva. La lotería nos ayuda mucho y nos llena de orgullo que nos represente”, comentó Milton Ábrego, defensor y capitán del equipo lenchano.
Por su parte, el técnico Edgardo Flores mencionó: “La lotería representa una gran ayuda para el equipo porque hay jugadores que son de escasos recursos y con esto se trata de estar al día. El esfuerzo de todos es grande, no solo por el equipo, sino por todos los lorenzanos, a quienes se representa en el fútbol profesional”.
Un juego singular
San Lorenzo es un pueblo tranquilo; ahí, todas las noches, a partir de las 9:00 p.m., mientras algunos duermen, en una de las esquinas del parque, el silencio es interrumpido por el sonido de una tómbola y el grito: “¡Ojos y oídos, que va la primer chimbomba!”. Es la voz de Rivas Durán y el anuncio del comienzo del juego para los lorenzanos.
Sentados en las aceras, muchos llegan con el fin de divertirse, compartir con la familia y amigos, y colaborar con el equipo, a quien tampoco abandonan en la cancha y en otras actividades que se planifican.
“Es una lotería distinta a otras. Se juega como un Bingo, pero con las características de que los números no tienen un orden específico (del 1 al 90). El cartón puede comenzar con el número más alto o terminar con el más bajo. También, cada número que se canta tiene un apodo”, señala Hernández.
“Payeco”, como también es conocido Rivas Durán, es quien grita los apodos de los números, entre los que destacan: “De la oreja me la tres, el número 3; El día de los tamales, el 9; Diez y se volteó, el 16; El pato con su huevo, el 20; el mes más pequeño, el 28; día de los brujos, 31; La dieta de las mujeres, el 40; los valientes santanecos, el 44…”. Y así transcurre el juego mientras avanza la noche, hasta que cada uno enfila hacia sus casas.
Gana quien forma los cinco números en una línea recta vertical, horizontal o en diagonal. También quien forma una cruz o equis. El afortunado debe gritar ¡Ay! o ¡Aquí!… Aunque eso poco importa porque, al final, el máximo ganador es el Atlético San Lorenzo.