Geovanni viaja hacia Estados Unidos con su prótesis, muleta y 5 dólares en el bolsillo
A paso lento, pero firme, Geovanni Vindel camina con la segunda caravana de migrantes salvadoreños. Para este hombre, ni que le falte una pierna, ni que use muletas, son razones suficientes para no arriesgarse a perseguir un sueño en tierras lejanas.
Si no fuera por la muleta, que evita que tropiece o pierda el equilibrio, resultaría difícil adivinar que Geovanni tiene una sola pierna. Foto EDH/ Lissette Lemus
Viaja ligero: una mochila, una cangurera, un par de camisas, una gorra, un par de guantes, un reloj, los zapatos, su muleta, su protesis y cinco dólares en el bolsillo. Foto EDH/ Lissette Lemus
Geovanni (al centro) toma un pequeño descanso con un par de salvadoreños que también forman parte de la caravana. Foto EDH/ Lissette Lemus
Geovanni nunca pensó que su condición fuera un impedimento. “No he dudado nada, al contrario, voy con la frente en alto”, expresa y le da un par de golpecitos a la prótesis. Foto EDH/ Lissette Lemus
“Tomé la decisión de venir cuando vi a toda la gente de la primera Caravana”, recuerda. Más de 500 salvadoreños salieron rumbo a Estados Unidos en ese grupo, según datos de las autoridades de migración. Foto EDH/ Lissette Lemus
El mayor de los hijos de Geovanni tiene siete años, el menor apenas seis meses de edad. No supo cómo despedirse de los niños, intentó explicarles, sin decirles hacia donde iba. Solo saben que está trabajando por ellos. Foto EDH/ Lissette Lemus