Los primeros deportados de la segunda caravana ya están en El Salvador
La mayoría de salvadoreños deportados fueron detenidos durante el cruce del río Suchiate, el viernes por la tarde. El grupo que continúa unido ya camina por las carreteras del sur de México.
La tarde de este sábado regresó a El Salvador el primer grupo de deportados de la segunda caravana de migrantes salvadoreños que se dirige a Estados Unidos. Muchos de ellos fueron capturados cuando quedaron rezagados del grupo principal al cruzar el río Suchiate, frontera entre Guatemala y México.
Ese es el caso de Fernando Romero, a quien El Diario de Hoy conoció el miércoles anterior en la Carretera Panamericana – a la altura de Los Chorros – cuando la segunda caravana recién comenzaba. Él viajaba sobre su patineta y con una mochila sobre sus hombros. “En este país estamos en una situación que estudias y no encuentras trabajo”, dijo, entonces, el joven de 18 años que viajaba junto a un amigo.
“Yo quiero salir de la pobreza, si puedo, en patineta voy a llegar”, dijo antes de subirse en la patineta y perderse en la multitud. El viernes por la tarde fue capturado cuando cruzó el Suchiate. El joven y su amigo quedaron rezagados del grupo principal de la caravana y entraron al agua dispersos. Cuando tocaron territorio mexicano, la policía federal los persiguió por un tramo entre la maleza de las riberas del río. Los agentes acorralaron a Fernando, que ya no tuvo otra opción que rendirse. Lo capturaron “por ilegal”, recuerda que le dijeron y los entregaron a las autoridades de migración para deportarlos.
Al menos cincuenta salvadoreños, de la segunda caravana de migrantes esperan en un albergue de refugiados en Chiapas mientras se regula su situación migratoria y se les permita continuar el viaje hasta la frontera sur de Estados Unidos.
El amigo de Fernando, José Salvador, consiguió escapar. Los agentes también lo acorralaron y lo tomaron por la mochila que llevaba en los hombros. El joven consiguió soltarse, dejándole sus pertenencias a los policías, pero librándose de la deportación. Quedó incomunicado, solo con el dinero que llevaba en las bolsas y con “una sola mudada de ropa”, dice Fernando.