Lleva 50 años en el mismo sitio, soportando terremotos, el impacto de la piratería y de la delincuencia, que ha hecho sucumbir a más de una treintena de salas de salas de cine, que como esta, se llenaron de esplendor.
Se inauguró con la película Gran Prix y hasta el presidente Fidel Sánchez Hernández, fue invitado de honor.
Eran otros años y la Avenida España no era lo que es hoy, sino una calle tranquila, limpia, con escasos comercios y sobre todo segura.

Si bien en sus mejores años, el Gran Majestic llenó las 1100 butacas con las que contaba, incluidos sus palcos de lujo.

Los rostros detrás de la Dalia
Las personas que atienden y administran el club bar la Dalia en el Centro Histórico de San Salvador, son los protagonistas tras bastidores, personas con vocación y mucha energía para atender a las diferentes generaciones que llegan al popular billar.
Hoy, en días buenos, no llegan más de 40 clientes, pero la idea de cerrarlo, no pasa por la mente de los propietarios.
El Gran Majestic era “el hijo consentido” de sus dueños, y aunque ya es un sala antigua, que conserva viejos palcos en desuso, sigue manteniéndose en pie y siempre se exhibe función, aún si llega apenas una pareja de clientes.
Si bien el cine como industria no volverá a tener el esplendor del que gozó, siempre habrá gente interesada en sumergirse en ese mágico mundo y para los propietarios de esta peculiar sala, eso es suficiente para mantener sus puertas abiertas.

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La construcción data de 1969 y uno de los arquitectos que colaboró en dibujar los planos recuerda como fueron los días previos a la edificación
