Siete de cada 10 jóvenes que no estudian ni trabajan son mujeres

El último informe del PNUD pone en relieve el desafío de invertir en la juventud salvadoreña y empoderarla para que el país dé un verdadero salto en el desarrollo humano.

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Jóvenes buscando una oportunidad en una feria de empleo en Soyapango. Foto EDH/ Archivo

Por Vanessa Linares

2018-09-20 6:54:57

Siete de cada diez jóvenes que no estudian ni trabajan en El Salvador son mujeres, el 68 % de ellas tiene entre 16 y 24 años y el 31 % se ocupa en tareas de cuidado o trabajo reproductivo en el hogar por el que no reciben remuneración, advierte el Informe de Desarrollo Humano de El Salvador (IDHES)2018 que presenta hoy el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

El documento, que pone en relieve el desafío de invertir en la juventud salvadoreña y empoderarla para que el país dé un verdadero salto en el desarrollo humano, identifica al menos cinco grupos de jóvenes más vulnerables: las mujeres que no estudian y realizan tareas de cuidado, los que están fuera del sistema educativo y en riesgo de deserción, los en transición para incorporarse al mercado laboral, los del área rural y aquellos que están en riesgo debido a la inseguridad en la que viven.

Las cifras oficiales indican que en 2017, el 30 % de la población salvadoreña era representado por personas jóvenes de entre 15 y 29 años, la mitad de ellas mujeres. Del total de la Población Económicamente Activa (PEA); es decir, aquellas personas que tienen empleo o lo buscan, solo un 16.8 % de jóvenes de entre 16 y 29 años de edad tenía trabajo decente (con remuneración justa y de 40 horas a la semana); mientras que otro 28.6 % era nini, ni trabajaba ni estudiaba.

“Si queremos dar un salto en el desarrollo humano y empoderar a la juventud tenemos que invertir más en ellos, en aumentar la cobertura de bachillerato y por eso se propone universalizar la educación media”, destacó el representante residente auxiliar del PNUD, Rafael Pleitez.

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Y es que, mientras la tasa de cobertura neta de bachillerato en El Salvador es apenas del 36 %; un porcentaje similar de 37.7 % de los jóvenes entre 15 y 19 años, abandonan sus estudios.

Aunque existen diferencias entre las razones por las que los jóvenes dejan la escuela, según su sexo y nivel educativo en el que ocurre, predomina su poco interés en el estudio (ambos), seguido por la necesidad de trabajar, en el caso de los hombres; o de dedicarse a realizar trabajo doméstico, en el caso de las mujeres.

Pleitez recordó que el propio Consejo Nacional de Educación, a través del Plan El Salvador Seguro, estimó que lograr que siete de cada diez jóvenes que están en la edad de estudiar bachillerato efectivamente lo hagan, costaría alrededor de $203 millones cada año.

“Esto nos da un orden de la magnitud de las inversiones que el país requiere. Pero para realizar estas inversiones se necesita tener un compromiso de país y una visión de largo plazo para decir estas son las prioridades”, apuntó el representante.

El informe, denominado “Soy joven ¿ y ahora qué?”, también destaca los problemas de los jóvenes salvadoreños que viven en el área rural: si bien comienzan a trabajar antes que los de la zona urbana (a partir de los 14 años), solo el 18 % trabaja y de esos, en el 49 % predomina el sub empleo. Ganan 23 % menos que sus pares en el área urbana; tienen tres años menos de escolaridad y en su conjunto representan el 61 % de los que desertaron en tercer ciclo.

Finalmente, el último grupo identificado en el estudio es la brecha de los jóvenes en riesgo. El año pasado, el 49 % de los jóvenes salvadoreños vivía en hogares con restricciones debido a la inseguridad entre las que están no poder salir en la noche o no poder poner un negocio.

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El 60 % de estos jóvenes en riesgo reside en el área urbana y, entre sus características más preocupantes y que guarda relación con su participación en los grupos de pandillas, es que el 41 % vive sin ambos padres y el 18 % solo con uno de ellos.

“Sobre esta base nosotros creemos que la Agenda 2030 y el bono demográfico son oportunidades que requieren una nueva arquitectura de políticas públicas centradas en la juventud”, explicó el coordinador del IDHES, Rodrigo Barraza.

La propuesta del PNUD es desarrollar políticas públicas orientadas a la juventud que incluyan medidas en áreas de educación, empleo, equidad, empoderamiento y convivencia y cultura de paz.

Barraza se refirió a una estrategia acelerada para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), de carácter multidimensional e interrelacionada cuyo foco son los jóvenes y la atención de las áreas deficitarias.

El representante del PNUD, Christian Salazar Volkmann, sostuvo que aunque se evidencia un progreso en desarrollo humano (al pasar de 0.529 en la década de los 90 a 0.674 en 2017) que ha beneficiado a la juventud salvadoreña, persisten algunos problemas como la estigmatización de los jóvenes por vivir en determinada zona geográfica, porque no tienen padres, porque no cuentan con el apoyo comunitario.

“Necesitamos también ese cambio de paradigma de ver a los jóvenes no solo como problema sino también como parte de la solución”, dijo Salazar.

En ese sentido, el PNUD propone también un pacto intergeneracional que apela al principio de solidaridad y de responsabilidades comunes pero diferenciadas.

El informe también medió el nivel de empoderamiento de la juventud salvadoreña y el fortalecimiento de la cultura de paz. Según la investigación, solo el 6.7 % de los encuestados dijo haber participado en una o más organizaciones juveniles.

Para Salazar, el documento no pretende ser una evaluación crítica de las políticas públicas actuales sino más bien una propuesta para el gobierno (y candidatos presidenciales de 2019) en la que está claro que para su efectiva implementación se requiere de la interacción directa entre el sector privado y el Estado, la iglesia, academia y organizaciones sociales.

Más que la preocupación por la inversión económica que requeriría orientar las políticas a la juventud salvadoreña, el representante del PNUD dijo que el costo de inacción será mucho mayor y dejará al país no solo estancado en el desarrollo humano sino también en posición de desventaja competitiva.

educación Educación media universal y pertinente a realidad económica, social y territorial; y fortalecer a las instituciones educativas para evitar la deserción, entre otras.

Las principales propuestas

EQUIDAD. Motivar la equidad y el respeto entre hombres y mujeres jóvenes y convertir el desarrollo humano sostenible en el principio orientador de políticas públicas.

EMPLEO. Implementar un sistema nacional de pasantías y de intermediación laboral y apoyo a emprendedores.

EMPODERAMIENTO. Invertir en el desarrollo de liderazgo futuro, fomentar el compromiso social por medio del voluntariado y abrir espacios de participación a los jóvenes.

CONVIVENCIA Y CULTURA DE PAZ. Fortalecer vínculos entre sociedad y autoridades, etc.