¿Qué pasó con Sonia Zepeda?

Campeona Centroamericana de ajedrez, Maestra Fide e Internacional, quien participó en cuatro Olimpiadas del deporte al que se dedicó por más de 16 años

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Por César Najarro - @cjnajarro

2018-08-12 7:45:05

El amor que tiene su padre por el ajedrez, se los trasmitió a Sonia Zepeda, y a su hermana Lorena, dos de las atletas salvadoreñas que más han destacado en este deporte en su historia.

Ni recuerda Sonia la edad precisa en la que conoció cómo se mueven el caballo y el alfil, y en realidad practicaba natación y estaba federada cuando llegó a tocar puertas a la FSA.

Fue, más bien, por el amor de su padre por el deporte, y porque Lorena, la menor, ya jugaba algunos torneos que tomó la decisión. Para entonces, tenía 14 años y, una vez comenzó a enrolarse de manera más seria en el deporte ciencia, dejó de lado las piscinas.

Clave fue, cuenta ahora, el apoyo de su familia, el que rápido comenzó a ganar algunos torneos, la llegada del entrenador cubano Héctor Leyva, y que le encantaba la competencia.

Ya para 1997, un par de años después, se convirtió en Campeona Centroamericana femenina en San Pedro Sula, y comenzó a jugar también los campeonatos nacionales dando batalla (contra hombres). Al evento, casi ni participa. Estaba enferma y el médico le prohibió viajar por tierra, junto con las demás atletas. Sus padres la montaron en un avión y llegó a traer el primer lugar, en el primer tablero.

Participó una tan sola vez en torneos Codicader (estudiantiles), y formó parte del nacimiento del ajedrez femenino fuerte en el país. Ya para 1999, logró el reconocimiento de ser Maestra Fide por sus resultados, y lo hizo no como se puede ahora, sino en masculino.

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La carrera ajedrecista de Sonia seguía creciendo y, tras la primera experiencia sensacional de ir a las Olimpiadas de Ajedrez (como el mundial de fútbol en este deporte), en 1998, comenzó a subir su raiting (clasificación internacional).

“Esa vez, fue más como fogueo, hay que aceptarlo, pero nos sirvió mucho la experiencia. Ya después, íbamos con metas fijas, subir el raiting, o ganar alguna norma para ser Maestra Internacional”, explica Sonia tras aquella visita a Kalmikya, una república de Rusia.

Llegó a representar al país en tres Olimpiadas más, en Turquía 2000, Italia 2006 y Alemania 2008. Y, tras mucho esfuerzo y sacrificios (más de alguna vez perdió algún examen en la escuela o Universidad por el deporte), logró el título de WIM, o Maestra Internacional, en un torneo Subzonal (premundial). “Cuando lo logré, bromeaba con que ya me podía morir tranquila”, cuenta. Pero luego de una gran época del ajedrez femenino, en el que también fue campeona centroamericana por equipos con su hermana Lorena, y otras atletas de la talla de Ada Castaneda y Naida Ávalos, hubo dos factores que la llevaron al retiro para 2012, problemas con la Federación y la necesidad de trabajar. Se retiró tras formar parte de una de las generaciones femeninas de ajedrez más talentosa del país que no se ha vuelto a repetir.

¿Qué hace?

Seis meses antes de retirarse, Sonia dio clases de ajedrez en Belice, una experiencia que disfrutó muchísimo también. Y ya antes, había dado clases de este deporte en un colegio privado, por un año.

Sin embargo, en la federación querían renovar la selección, pero bajo una fórmula que no gustó a Sonia, y a muchos atletas más. “Querían dar más apoyo a los jóvenes, pero excluyendo a los que dominaban en ese momento el ajedrez nacional. Habíamos cuatro Maestras Internacionales para entonces, y para la Selección Mayor reservaban espacio para juveniles, con lo que, de inmediato, quedaban fuera alguna de las mejores. Creo que los jóvenes debían ganarse ese espacio, y brindarles otros, torneos juveniles, que jugaran contra los mayores, pero al país afuera lo tenían que representar las mejores”, dice.

Justo en 2012, en medio de un Centroamericano, paralelamente sufrió un golpe de realidad. Una oportunidad laboral le llamó, literalmente, al celular, y tuvo que salirse de una partida. Entonces entendió que ya no podía seguir con las dos cosas. Que si antes pudo con sus estudios de Ingenieria Industrial, ahora ya no podía poner por delante al ajedrez.

Ella, que, sin dudarlo habría optado por el ajedrez si se pudiera vivir del deporte en este país, tuvo que cortar. “Fue como una ruptura (amorosa), y peor por cómo se dio en mi caso”, cuenta con tristeza.

Comenzó a trabajar en un Call Center recibiendo llamadas, luego ascendió al área de Recursos Humanos y, finalmente, desde hace 2 años y medio, ya pudo trabajar en su área de estudios, tras superar esa barrera de que, por el ajedrez, dejó pasar todo y no tenía experiencia laboral. Se le abrieron las puertas en la Superintentencia del Sistema Financiero, a donde trabaja como auditora de riesgo operacional. Paralelamente, ha seguido estudiando y está por egresar de su maestría en Banca y Finanzas. “De vez en cuando juego algún torneo, esa puerta creo que nunca se va a cerrar del todo, fueron muchos años como para decir que uno se olvida de lo que fue”.