Regina vive en el desolado cantón de Tilapa en Huizúcar. En cada viaje hacia su clase de pintura recorría cinco kilómetros entre veredas, ríos, fincas y calles polvorientas. La niña, de 12 años, sueña con ser artista; pero el camino es difícil. Al igual que sus 24 compañeros de clase quedaron sin apoyo de nadie.
Regina es parte de un grupo de niños y adolescentes que asistieron durante varios meses a un improvisado taller de pintura que impartió Melvin Gómez, un reconocido pintor salvadoreño sobreviviente de una masacre.
El artista, sin apoyo de ninguna institución pública o privada, con fondos propios y donaciones decidió compartir sus conocimientos con los niños originarios de Huizúcar. La asistencia fue sorprendente y el entusiasmo de los menores fue admirable porque nadie faltó durante el curso y hoy todos ellos quieren ser artistas.
Diego Miguel Pereira, de 14 años, muestra un bodegón pintando durante el taller. Foto/ Cortesía
Gómez acomodó el patio de su casa, compró todos los materiales y poco a poco enseñó a pintar en grafito, yeso pastel, graso, acuarela, acrílico, óleo, gravado y moldeado con barro.
“Los niños pintan bodegones, paisajes, retratos, hacen figuras, son muy creativos y lo mejor que atesoran sus trabajos, algo que los vuelve estar orgullosos”, explica el artista originario de Huizúcar.
El pintor, con estudios en Noruega, acabó graduando a 25 niños de escasos recursos que viven en los cantones y casco urbano del municipio de Huizúcar. Los pequeños artistas se graduaron durante un acto apoyado por el pintor Miguel Ángel Ramírez en la Casa Taller Encuentros en Panchimalco.
Regina Gabriela Orellana, de 12 años, una de las alumnos del taller. Foto/ Cortesía
Ahora los pequeños artistas saben el arte de Dalí, Rubens, Van Gogh y otros famosos pintores de épocas pasadas.
“Muchos les interesa saber de historia del arte. Les veo el deseo de aprender, estoy convencido que estos niños podrían ser los futuros artistas que este país necesita para salir adelante en esa parte. Pero ahora no tienen a nadie que les ayude (y) me da tristeza saber que todo el esfuerzo que hicimos se quedará ahí, esperando que alguien apoye”, relata Gómez.
El pintor explicó que tuvo que finalizar el taller porque debe estudiar por varios años en Estados Unidos tras haber adquirido una beca en una de las mejores universidades en ese país.
“Al arte es básico para la enseñanza de los valores y es un proyecto de prevención de la violencia al mismo tiempo. Eso es lo que necesitamos como país y como sociedad para salir adelante”, reflexionó el artista.
Víctor Fernando Guzmán, de 13 años, con uno de los bodegones de su autoría. Foto/ Cortesía