Misioneros estadounidenses construyen pozos como un servicio al prójimo

Durante una semana los extranjeros compartieron con miembros de la comunidad El Milagro en Tecoluca, San Vicente; hubo clases de higiene, salud, manualidades y lecciones bíblicas.

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Foto EDH: René Estrada

Por Karen Salguero

2018-07-19 5:21:37

Construir pozos para las comunidades que no tienen acceso a agua potable y predicar la palabra de Dios a cambio de las sonrisas y el bienestar de los habitantes es a lo que se dedican 12 misiones de Estados Unidos, junto a la Asociación Agua Viva, cuyo objetivo es cambiar la vida de ciento de salvadoreños que viven en condiciones desfavorables.

El grupo de misioneros formado por jóvenes de 17 años hasta personas de 80 , llegaron a la comunidad El Milagro, en Tecoluca, San Vicente, con la disposición a demostrar su amor por el prójimo, y trabajar en mejorar su condición de vida, para lo cual se dieron a la tarea de excavar para la construcción de un pozo que beneficiaría a los salvadoreña. Además, convivirían con ellos durante una semana.

Esa semana, mientras unos trabajaban en el pozo, otro grupo compartió con las madres y niños impartiéndoles clases de higiene, salud, saneamiento de agua, manualidades y lecciones bíblicas.

Carlos Molina, presidente de la Asociación Agua Viva, explicó que el único objetivo es servir a la comunidad, por lo que la perforación de pozos y la predicación de la palabra son actividades que van de la mano.

La comunidad, de aproximadamente 525 habitantes, sólo se abastecía de un pequeño nacimiento y el arroyo de una quebrada que pasa por la zona, donde tenían que trasladar el agua o realizar los diversas necesidades en el lugar; ahora el agua podrá llegar hasta sus hogares y es acta para el consumo.

Agua Viva es una Asociación cristiana que se dedica a la perforación de pozos en comunidades rurales que no tienen acceso a agua potable o no cuentan con un sistema que les provea el líquido.

De acuerdo con Molina, su principal objetivo es servir como Jesús lo hizo y la mejor forma es dando el ejemplo con la donación de pozos comunales.

Fotos EDH / René Estrada.

“Damos todo nuestro servicio, no cobramos nada pero más que todo lo que nosotros tratamos de hacer es que las comunidades estén unidas para que nosotros podamos llegar a trabajar con ellas”, dijo Molina.

El lunes 25 de junio, los estadounidenses fueron recibidos con la sonrisas de los niños del Centro Educativo Colonia El Milagro, que con entusiasmo le dieron la bienvenida a los visitantes que le facilitarían el acceso al agua.

Los residentes expusieron las diferentes circunstancias por la que debían de pasar por la falta del líquido.

Según Edgar Villalta, médico y presidente de la directiva de El Milagro, el problema que más les afectaba era la deficiencia del manantial porque no daba abasto para suplir las necesidades de la comunidad. En uno de ellos, el agua no era acta para consumo de los habitantes, y el arroyo, la única fuente que les proveía, no recibía un tratamiento adecuado.

 

Villalta explicó que existían problemas de salud en las familias y especialmente en los niños por la falta de higiene.
Del grupo de benefactores, solo tres de ellos hablaban español; pero el idioma no fue obstáculo para comprender las necesidades a las que se enfrentaban las familias y rápidamente hicieron suyo el problema.

“A veces pensamos que vamos a ir ayudar pero los que recibimos somos nosotros. El mundo es tan grande pero no lo suficiente como para no entender otras culturas. Estamos aquí para ofrecer un servicio”, dijo Anjani Cole, misionera de la primera Iglesia Bautista del estado de Texas, Estados Unidos.

Miembros de la comunidad y misioneros se unieron en un mismo sentir para trabajar por el bienestar de todos los involucrados.

“Como no nos cae el agua yo pongo una lamina a mi pila y con eso la lleno cuando llueve” manifestó Miriam Brioch, residente que se encontraba lavando en uno de los nacimientos.

La comunidad contaba con la instalación de un sistema local, que a través de un pozo el agua llegaba a sus hogares, sin embargo durante los últimos tres años, este era ineficiente y ya no les brindaba agua a diario.

Fotos EDH / René Estrada.

Brioch explicó que las necesidades eran muchas, por lo que todos los días a las cuatro de la madrugada, se levantaba para lograr lavar y bañarse con el agua del nacimiento, que de no llegar a tiempo tampoco daba abasto a las familias.

Para bajar hasta el manantial, las familias tenían que caminar una pendiente empedrada, en las que las personas y sobre todo las de la tercera edad se las ingenian para no caerse con los guacales repletos de ropa. María Monzón era una de ellas.

Monzón, de 66 años de edad, en ocasiones debía baja varias veces con un costal de ropa. La señora explicó que no era la primera vez que eran afectados, anteriormente el pozo instalado brindaba agua sucia, les daba picazón y no se podía consumir.

En el caso del Centro Educativo El Milagro, Villalta aclaró que tenía su propio pozo artesanal para atender la demanda de agua, de la comunidad educativa.

“La escuela se vio obligada a crear un pozo porque no tenía agua y no es una agua adecuada, no se puede tomar pero ellos así la tienen”, añadió Villalta.

El jueves 28 de junio, los habitantes se levantaron con expectativas y nuevas esperanza de obtener una agua limpia que fuera acta para el consumo.

“Estamos muy agradecidos y contentos porque ya habrá agüita en la comunidad” , expresó Saraí Galdámez, una de las beneficiadas y quien narró que, desde hace dos años, habían dejado de recibir a diario el agua en las casas.

El día de la inauguración del pozo comenzó con juegos y regalos para los niños, seguido de un drama bíblico por los misiones y una oración.

Villalta agradeció la donación del pozo que tuvo un financiamiento de $6 mil.

Anteriormente habían cotizado la construcción y rondaba los $20 mil.

“Para nosotros un apoyo enorme, más cuando el pozo fue regalado para la comunidad” dijo Villalta.

Fotos EDH / René Estrada.

Tras una semana de compartir, la nostalgia se apoderó de los miembros de la comunidad y los norteamericanos, que entre cantos y ademanes se unieron en agradecimiento al proyecto y los días compartido.

Finalmente para la inauguración del pozo, los niños fueron los primeros en bombear para sacar el agua, que fue recibida con aplausos y silbidos de alegría por todos.

“Nos terminamos convirtiendo en una sola comunidad, al beneficio de todos”, señaló Molina.

La Asociación Agua Viva inició trabajando en la perforación de pozos y predicando la palabra de Dios desde 2002.
Cada semana llegan a El Salvador misioneros de diferentes iglesias de Estados Unidos que otorgan el financiamiento y la mano de obra de los proyectos.

Hasta la fecha ha realizado 774 proyectos en diversos puntos del país como en Cara Sucia, Ahuachapán; zona costera de Sonsonate; La Libertad y en Zacatecoluca, La Paz.

Molina explicó que trabajan con una organización sin fines de lucro en Houston, Estados Unidos, denominada en ingles Living Water que es la que se encarga de gestionar con donantes. Y añadió que parte del trabajo que realizan como asociación es instruir a los estadounidense sobre la construcción del pozo, que al final el proyecto se llevan un satisfactorio recuerdo.

En El Salvador, la Asociación se encuentra en la capital, si usted está interesado en los proyectos puede llamar al 22733529, número de oficina.