Pupusería Casa María en Indianápolis, el sueño americano de una salvadoreña originaria de Santa Ana

Emprendió el viaje de manera ilegal a EE.UU. en 1996, hace cinco años inauguró su negocio el cual es visitado por comensales de varios países del mundo.

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elsalvador.com

Por Xiomara Alfaro

2018-07-11 8:45:50

Pupusería Casa María es el nombre del restaurante en Indianápolis que le hace honor al plato típico salvadoreño, ofrece cerca de 13 variedades – algunas combinadas con ingredientes mexicanos – además de sopas y antojitos, todos preparados con recetas originales de la gastronomía de El Salvador.

Casa María fusiona no solo el arte culinario y las tradiciones de dos países latinoamericanos, entre sus paredes también se esconde el esfuerzo y el deseo de triunfar de una pareja de inmigrantes que llegaron a Estados Unidos en busca del añorado sueño americano.

Instalaciones de la Pupusería Casa María en el 7363 Michigan Road

Desde muy temprano, Casa María abre sus puertas en el 7363 Michigan Road, el 95 % del menú son platillos salvadoreños y el otro 5% son recetas de México. No pueden faltar las sopas de gallina y de res, la carne asada, los tamales y la yuca frita, explica su propietaria Elsa Figueroa quien llegó a Estados Unidos en 1996.

La yuca frita con chicharron, una de las recetas de la casa. Foto: Facebook / Pupusería Casa Maria Restaurant

Elsa es originaria de San Juan de Las Minas, en Metapán, Santa Ana, a los 22 años dice tomó la decisión más grande de su vida, dejar a sus dos hijos, Luis y Jennifer, de uno y tres años, respectivamente, para emigrar a Estados Unidos.

“Mi único objetivo era llagar y poder hacer dinero para darles una mejor vida, una mejor educación, darles una carrera universitaria”, explica.

La salvadoreña Elsa Figueroa junto a personal de Pupusería Casa María

17 años después, junto a su actual esposo, Lenin Medina, retomaron la administración del establecimiento que ya era conocido por sus recetas salvadoreñas. “Nosotros le agregamos el toque mexicano. Mi esposo es de México”, añade.

El camino no ha sido fácil para esta pareja que, después de hacerse cargo del negocio e iniciar con una nueva administración,  en repetidas ocasiones pensaron que era mejor cerrar, pero el sazón y el buen gusto por la cocina de su propietaria empezaron a atraer a los comensales.

Ahora, con satisfacción atienden a clientes de todo el mundo, japoneses, chinos, hindúes, Centro y Sur américa. “Las pupusas de carne de cerdo, de pollo y de chorizo son las prefieren los americanos”, dice Elsa quien se encarga de preparar cada platillo y ponerle el toque cuscatleco. Sobre la comida mexicana dice tuvo que aprender de su esposo.

Elsa Figueroa es originaria de San Juan de Las Minas, en Metapán, Santa Ana. Llegó a EE.UU. en 1996.

Elsa sabe muy bien lo que significa alcanzar el sueño americano, sus jornadas de trabajo inician todos los días a las 8 de la mañana y terminan a las 10 de la noche.

“En este país solo hay dos caminos, el del triunfo o el del fracaso. El que viene a este país a trabajar 40 horas a la semana solo viene a pagar sus billes (cuentas)”, reflexiona.

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Desde niña, recuerda, que salía a las calles de su pueblo natal a vender pan o “cualquier cosa” que su madre preparaba, pues proviene de una familia numerosa, de bajos recursos económicos. Es la sexta de diez hermanos.

El camino para esta salvadoreña ha estado marcado por el esfuerzo y las ganas de salir adelante, a su llegada a EE.UU. pasó cinco años repartiendo tarjetas de presentación para poder trabajar limpiando casas, pero nunca tuvo un solo cliente. Antes de llegar a Indianápolis vivió en San Francisco y luego se mudó con su familia a Boston – donde nació su tercer hijo – después de llegar del trabajo preparaba quesadillas, pupusas y otros platillos y se iba a un parque a venderlos.

“Me acostaba cansada y me levantaba cansada, aprendí de mis padres a trabajar duro”, relata mientras comenta que su vida en El Salvador estuvo marcada por la pobreza y las calamidades.

Pupusería Casa María atiende de martes a sábado de 10:00 a.m. a 9:00 p.m. y domingo hasta las 8:00 p.m.

A los 45 años dice haber alcanzado el sueño americano, “ha sido difícil, pero no imposible”, dice convencida de que aquella decisión que tomó hace 22 años no fue en vano. Ahora su meta es seguir haciendo lo que más le gusta: cocinar los platos típicos de El Salvador, seguir trabajando para ofrecer un mejor servicio a sus clientes y dar a conocer a más personas las tradiciones de su país natal.