Lágrimas de un pueblo brotan en las piscinas Agüijuyo

El turicentro se encuentra a un kilómetro de Atiquizaya, carretera hacia San Lorenzo. Es parte de más de una veintena de manantiales del municipio ahuachapaneco.

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Los manantiales de Agüijuyo se encuentran a un kilómetro de Atiquizaya, en la carrertera hacia San Lorenzo. Foto / Cristian Díaz

Por Cristian Díaz

2018-07-06 7:03:22

AHUACHAPÁN. Las piscinas de Agüijuyo, en el cantón Zunca, de Atiquizaya, en Ahuachapán, es uno de los 27 manantiales que posee el municipio; pero pocos saben que su origen fue producto de muchas lágrimas derramadas por un pueblo, Pocomames, ante la muerte de dos príncipes a quienes no les permitieron estar juntos por envidia de un pariente.

“Esta leyenda comienza en romance y termina en tragedia”, explica la coordinadora de la oficina de turismo de la alcaldía, Lissett Arévalo.

El turicentro cuenta con cuatro piscinas; pero del costado poniente de la más grande es donde brota el agua que permite abastecer a las demás.

La historia narra que la princesa Agüijuyo se enamoró profundamente del príncipe Zunca, quien era muy apuesto, alto y de cuerpo musculoso.

Ella, en cambio, era morena y de cabello lacio. Sin embargo, esas diferencias físicas no fueron obstáculos para que ambos se enamoraran, lo que no era aceptado por el hermanastro de la princesa, llamado Garucho.

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Su envidia se debía a que los padres de ambos, según él, mostraban gran aprecio por el príncipe Zunca porque era una persona de buenos modales.

Contrario a los sentimientos del hermanastro de la princesa, que era rebelde y con mucho odio en su corazón, incluso, comenzó a difamar a la princesa y a poner en duda su virginidad.

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Manantiales de Agüijullo, lágrimas de un pueblo

Según la leyenda los manantiales de Agüijullo nacieron como producto de muchas lágrimas derramadas por el pueblo de Pocomanes debido a la muerte de la princesa Agüijuyo y el príncipe Zunca, a quienes sus familiares no les permitieron estar juntos. Ahora los turistas pueden disfrutar del agua fresca en las cuatro piscinas administradas por la municipalidad,

“Él comenzó a difamarla, de que entre su hermanastra y el príncipe ya había ocurrido algo. Para el pueblo y los familiares fue una noticia impactante, como que ella había cometido un delito; pero era una difamación”, relató Arévalo.

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Fue entonces que sus respectivos padres optaron por encerrarlos, cada uno por su lado; y fue ahí donde comenzó la verdadera tragedia.

A la medianoche, cuando la luna estaba llena, Agüijuyo y Zunca “dieron su último suspiro de amor y murieron de tristeza” porque los habían separado hacía ya varios días.

El príncipe Garucho se conmovió tanto por la escena de ambos jóvenes muertos que tuvo que aceptar que sus palabras eran una farsa. Su arrepentimiento fue muy tarde porque no podía hacer nada para revivirlos.

“Toda la tribu comenzó a llorar por la injusticia cometida. De tanto que lloraron y que derramaron esas lágrimas que ya no pudieron hacer nada, fue que se formó este lugar”, contó la coordinadora de turismo.

 

La leyenda es una de las principales historias que los atiquizayenses cuentan a los turistas y que mantienen viva; además, con una escultura que fue construida en el lugar hace más de una década, en representación de la princesa Agüijuyo.

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La modelo fue una señorita que cumplía con las características de la joven Agüijuyo y que ganó el primer concurso de la elección de la princesa, realizado en el marco de las fiestas patronales de Atiquizaya que son en diciembre.

El administrador del turicentro, Marcos Hidalgo, señaló que la piscina donde está el nacimiento de agua mide 15 metros de ancho, 35 metros de largo y tiene dos metros máximos de profundidad.

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Es tanta el agua que brota que todos los días la dejan correr de todas las piscinas, que se vuelven a llenar en tres horas.

“El agua la tenemos en una profundidad de tres metros”, expresó Hidalgo. Señaló que no hay fecha exacta de cuándo las piscinas fueron construidas; pero han llegado personas de noventa años que narran que de pequeños aprendieron a nadar en ellas.

El vertiente, tras abastecer a las piscinas, se unen al río San Antonio, que finalmente va a dar al río Paz.

El turicentro está abierto todos los días, a excepción de miércoles porque lavan las piscinas, de 8:00 de la mañana a 5:00 de la tarde.

Foto/ Cristian Díaz