¡Adiós Celeste!

Uruguay ha caído en Rusia 2018. La comunidad charrúa en El Salvador se reunió por vez última para alentar a su querida selección

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Laura de Espíndola junto a su hija Julieta. Uruguay nomá. Foto: EDH Deportes | Robbie Ruud

Por Robbie Ruud

2018-07-06 2:27:22

Unos manifestaron que era “por cábala”, pero corrijo y aclaro que la razón atendía a un tema emocional: compartir en familia.

Como en todos los juegos de la Celeste, la comunidad oriental se dio cita este viernes en la iniciativa culinaria y futbolera conocida como “Cuscatlán Mundialista”, un recinto muy acogedor para los amantes del deporte rey del planeta contiguo al Estadio Cuscatlán.

Uruguayos y salvadoreños, juntos, se congregaron a la expectativa de una quinta victoria celeste en el mundial. Las dudas estaban instaladas, por supuesto, en el funcionamiento del cuadro oriental sin la figura imparable de Edinson Cavani. Pese a ello, la fe en el grupo de Tabárez, estaba intacta: cero quejas y arriba.

Alfajores, sonrisas, miradas… asientos, café con leche, desayunos autóctonos contundentes… las mesas estaban listas, y todos también, listos para lo que se venía.

Laura de Picardo posa con la bandera uruguaya. La Celeste se despidió de Rusia, pero el orgullo patriótico queda. Foto: EDH Deportes | Robbie Ruud

Por alguna razón inexplicable, el tiempo, a comparación del juego contra Portugal, pareció en esta ocasión ante Francia ir rapidísimo, eyectado como cualquier cuerpo metálico diminuto que sale a prisa del cañón de un revólver con la chispa precisa.

Y así de rápido la ilusión charrúa, se extinguió minutos antes del descanso. Una infinitamente estúpida falta de Bentancur dio paso a un tiro libre letal para Francia. Griezmann le dio a la esférica -con la delicadeza que le caracteriza su pie izquierdo- para rastrear la testa de un compatriota libre, y lo encontró.

Varane arrebató en el aire el balón a Matías Vecino y con su cráneo dio la dirección ideal a la caprichosa para estremercer las redes de Fernando Muslera ante el descocierto de toda la comunidad uruguaya en “Cuscatlán Mundialista” ¿La Celeste cediendo en espacio aéreo?.

Fue horrible contemplar en la repe cómo al golero charrúa le faltó vuelo, cuan frágil tero que aún no metabolizó tras un salto con el rigor de un crudo invierno, ese que con sus despiadadas y frías ráfagas cortó el aire como un filoso cuchillo, que de paso, apagó el entusiasmo celeste al toque.

Silencio. Cero quejas. La tristeza inundó el recinto de golpe, como una pesada e imperceptible neblina, y anticipó al sexto sentido de varios presentes que se venía un muy duro juego. Al descanso, la gente aprovechó para sacar algunas conclusiones. Nadie quiso hablar mucho del partido, y las conversaciones se desviaron a las cotidianidades propias, un poco para sacar esa presión que puso Varane en el pecho de todos con el 1-0.

Óscar Picardo, su esposa Beatriz y sus hijos. La Celeste lo dio todo y emocionó en tierras rusas. Foto: EDH Deportes | Robbie Ruud

El segundo tiempo llegó y todos se sentaron en los lugares que anteriormente habían ocupado. Todos serios. Algunos pocos, como la señora De Picardo se animó a decir que se empataba pronto la cuestión; razón por desgracia, no tuvo.

Fueron 16 los minutos que necesitó Francia para sepultar para siempre la ilusión celeste. Griezmann, de nuevo determinante, metió solito un tiro que vulneró de la manera más impensada a Muslera. El balón tomó una leve y traicionera curva sobre el final para escaparse de forma insólita de las manos de un experimentado golero ciertamente muy confiado.

Un 2-0 que sirvió para terminar las notas de un réquiem doloroso, uno que empezó a sonar suave y de forma gradual en intensidad en el corazón de varios orientales, quienes bajaron la cabeza y confirmaron así una cosa: la eliminación uruguaya de Rusia 2018.

Hubo desconcierto, pero hubo mucha más impotencia. Las lágrimas empezaron a emanar de los lacrimales de algunos presentes. “No llorés hija”, le reclamaba a su hija Julieta la señora Laura de Espíndola. El daño francés estaba hecho, y la victoria, consumada.

Uruguay cayó en un espiral de profunda confusión y miseria. Cáceres y Laxalt, con mucha precariedad de ideas, intentaron colgar una y otra vez el balón al área gala para encontrar la cabeza de un compatriota. Y no hubo más.

La Celeste se despidió de la Copa del Mundo en una faceta irreconocible. La garra charrúa ante Francia fue invisible y la pasión estuvo ausente. Lo único que pudimos constatar, fue la ancha frustración de Cavani, quien se tomó la cara una y otra vez sin decir nada en los minutos de la agonía charrúa.

Lágrimas, silencio, abrazos. Algunas sonrisas también para externar una vital idea: la vida sigue. Pocos quisieron hablar, y tan solo el señor embajador de Uruguay: Fernando Arroyo, se animó a dirigirse a todos para agradecer la buena onda, la compañía y el apoyo de todos los presentes.

“Fue una experiencia linda haber compartido con la comunidad uruguaya, tenemos selección para rato. Como ser humano, Tabárez, fue responsable de formar personas antes que futbolistas en su trabajo con la selección. Eso fue importantísimo. Estoy segura que al maestro lo hubiesen sustituido en otro país por una persona más joven; el partido por supuesto hubiera sido lindo ganarlo, pero Tabárez deja ahora un grupo que se caracterizó por sus valores, por su mística, cosas que perdurarán más que un trofeo de Copa del Mundo”, manifestó con una sonrisa Beatriz de León de Picardo.

“Fue una participación buena, me parece que el camino está bien trazado. No hay palabras para describir el trabajo del ‘maestro’ Tabárez, lo que ha hecho no tiene precio y hay que estar eternamente agradecido con él”, concluyó Rodrigo Figueroa.

Hasta luego Uruguay querido, vamo arriba la Celeste, la de ayer y la de hoy.