Han transcurrido más de dos mil años desde que el Señor Jesús enseñó acerca del buen gesto que tuvo un hombre, al ser movido a misericordia para ayudar a otro que fue víctima de robo, golpeado y dejado casi muerto en una calle.
El relato anterior hace referencia a la parábola del Buen Samaritano, cuya cita bíblica está en el evangelio de Lucas 10:25-37. Según la narración, el samaritano lo curó, vendó las heridas y hasta lo cuidó.
Ese relato bíblico cobra vida en Apopa, donde un grupo de buenos ciudadanos se han dado a la tarea de ayudar, cuidar, afeitar y hasta de bañar a indigentes.
Se trata de cinco amigos que, además de residir en Apopa, dedican tiempo para proporcionar alimento y abrigo a desposeídos que vagan en el municipio.
José Navarro Mazariego, el pasador del Rosales
Desde hace poco más de tres años este salvadoreño, padre de cinco hijos, se gana la vida ayudando a otras personas a cruzarse una de las calles con mayor circulación vehicular ubicada frente al hospital Rosales
Como grupo se hacen llamar Camino a Capernaum. La iniciativa nació en una cafetería local, donde se reunían para tomar café.
“Tomamos la decisión al ver la necesidad de los demás hermanos y compañeros que han estado perdidos en las calles y que la gente se ha olvidado de ellos, los han discriminado y despreciado”, dijo Isaac Zamora, uno de los iniciadores.
Estos ciudadanos destinan parte de sus ingresos (unos son vendedores informales otros panaderos) para comprar los insumos.
Zamora recuerda que ellos también pasaron por situaciones complicadas de la vida producto del alcoholismo y el consumo de drogas.
“Ahora que nos hemos incorporado a la sociedad queremos dar ese granito de amor a estas personas”, dice con orgullo Zamora.
Samaritanos dan nuevo “look” a indigentes en Apopa
Un grupo de personas altruistas, dan asistencia sanitaria a Camilo Javier González Deras, de 39 años, quien vive en las calles de Apopa desde hace nueve meses. Los samaritanos se dan a la tarea de ayudar a personas sin hogar que frecuentan las calles del referido municipio.
Carlos Canjura, otro de los iniciadores del grupo, dijo que también viajan a algunas colonias del municipio donde se les requiera.
“Ellos agradecen que uno les corte el cabello o bañe”, dice.
En los tres meses que tienen de haber iniciado han ayudado a unas 30 personas. Esperan que otros salvadoreños se sumen a esta causa.
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