El destacado escritor y periodista, exfutbolista y seleccionado Manuel Cañadas, no llamaba a Salvador Flamenco Cabezas futbolista. A él lo incluyó, en su libro Corazón Futbolero, en el grupo de los artistas, el más selecto de cualquier deporte de conjunto.
No fue por feo que se ganó el mote de “Monstruo de la media cancha”, fue por su enorme capacidad con el balón, para hacer jugar al compañero, para hacer ver fácil lo difícil, lo que sólo algunos elegidos tienen, un don, un artista.
Salvador Flamenco Cabezas nació futbolista. El menor de cinco hermanos, todos jugadores, aprendió de ellos y comenzó a gambetear en la escuela Domingo Savio.
A la escuelita llegó un visor, el dueño del Adler, que lo invitó para sustituir a un defensa que se les había lesionado. Eso fue cuando ya tenía unos 12 años, a finales de la década de los 50. Fue a probarse y quedó en el Quezaltepeque. Subió hasta la Primera B, y luego ya con el Adler, apareció en 1964. Dos años estuvo en la B con el equipo, en el que lo colocaban de volante aunque él prefería de ariete.
Para entonces, ya don Gregorio Bundio platicaba con el “Chele” Ángel Martínez de la posibilidad que Chamba migrara al fútbol argentino, pero había que poner plata para el boleto. Nunca se pudo hacer, y “Chamba” seguía con el Adler y cada vez destacaba más.
Para 1967, recibió el llamado a la Selección Preolímpica con la que lograron la gesta de clasificarse por primera y única vez a los Olímpicos. El Salvador participó en México en 1968, a donde lograron un punto en tres encuentros. Para entonces, Cabezas tenía 17 años, pero el Adler se dio cuenta de su potencial, y le engañaron en las firmas de contrato, a tal grado que le hicieron una marufiada. El papel era eterno, en el que se establecía que el “Monstruo” era “patrimonio” del Adler y que no podía cambiar de equipo pese a que el documento era ilegal (esos males en la Fesfut no son nuevos).
“Tras los Olímpicos, tenía entrada a cualquier equipo. Me decían, venite, pero mi contrato era como el de Pelé. Ni me fijé, te dan varias páginas, te dicen firmá aquí, aquí, ahí caí”.
También lo buscaron del América y del Toluca mexicanos. Quedó de escribirles desde El Salvador, a su retorno del evento internacional, pero ya nunca se pudo marchar.
Con el tiempo, con la ayuda de un hermano, de un abogado y de Armando Monedero, vicepresidente de la Fesfut, lograron revocar el ilegal contrato. Pasó con Adler siete años más.
En esa época, también llegó el llamado para la Selección Mayor que marcó la historia al ser el primero de C.A. en ir a un Mundial.
“Nadie quería dirigir a la Selección después de lo del 68’, pero don Gregorio Bundio dijo que la agarraba, pese a que sueldos para entrenadores eran mentira en esa época. Él comenzó a llamar a jugadores retirados, como a Barraza, Mario Monge, el “Cacique” Estrada, y comenzamos a ganar. Pero la clave de todo, era la disciplina. Él sabía qué necesitábamos para poder llegar hasta el Mundial, porque manejaba una disciplina no 10, sino 20”, cuenta.
Tanto así que recuerda una anécdota: “nos puso como 400 parrillas colgados de unos hierros. Como no estábamos acostumbrados a ejercicios tan fuertes y seguidos, pasamos tres días sin poder defecar. Pero eso nos dejó fuerza en las piernas que creo que, al final, no habríamos clasificado sin esos ejercicios”.
Junto con figuras consagradas como Magaña, Roberto Rivas, Chamba Mariona, el “ruso” Quintanilla, Alfredo Vásquez, Pipo Rodríguez, Ramón Martínez, Neto Aparicio, Monge, Tomás Pineda, David Cabrera, el “loro” Castro, Gualberto Fernández, Élmer Acevedo, “pechuga” Villalta, entre otros, lograron la clasificación después de superar a Guyana Holandesa y Antillas Holandesas (primera fase), Honduras (segunda) y Haití (tercera).
Ya en el Mundial, el equipo perdió ante Bélgica (3-0), México (4-0) y la Unión Soviética.
De vuelta a El Salvador, siguió deleitando con su fútbol, y, cuando finalmente pudo salir del Adler, se fue al FAS a finales de 1971. Ahí estuvo dos años, pero sufrió una lesión de rodilla que le marcaría por el resto de su carrera. Luego, quiso irse al Águila, pero, aunque era dueño de su pase, no pudo irse porque había un acuerdo de “visto bueno entre los equipos de Primera, y FAS no se lo daba porque le reclamaba un dinero que le habían dado por llegar al equipo tigrillo. Así que Chamba mejor se fue a jugar a Segunda División, con el Platense, a donde Tupinambá le abrió las puertas.
Subió a Primera con el equipo, y, el martes, tras ganar el ascenso el domingo, ya los directivos tenían a Juan Quarterone de nuevo entrenador, y dos nuevos jugadores. “Ya nos habían echado a todos, no nos pagaron el sueldo ni el premio por subir”, así como no les pagaron el premio por clasificar al Mundial del 70 y el premio por jugar en el mismo. “Todavía sigo esperando ese dinero”, dice con risa sarcástica.
Tupinambá se fue al Firpo y se llevó también a Chamba. Con los toros estuvo una temporada. Luego, se fue al Dragón de Segunda, con el que ascendieron. Pero, tras dos años, se retiró del fútbol en el 76-77 por tanta “viajadera”.
Dio sus primeros pasos en la dirección técnica empresarial, pero volvió a jugar en Segunda, con El Paraíso. Pero ahí se tuvo que volver a operar la rodilla para poder seguir jugando, y sólo disputó una temporada, antes de pasar al Quequeisque, con el que subió a la Primera División. Ahí se retiró finalmente del todo, en 1978, tras una larga y destacada carrera de artista, al lado de un selecto grupo de futbolistas nacionales como señala Meme Cañadas: Mágico González y sus hermanos Mauricio, Efraín, Jesús; Mario “Chino” Flores, Fernando Vilallobos, Daniel Cornejo, Pipo Rodríguez, “Calandria” Melgar, “Buky” Espinoza y otros.
¿Qué hace?
Tras retirarse por primera vez del fútbol, fue entrenador en equipos de bancos y fábricas. Luego, se dedicó a la venta de vehículos en empresas como Nissan, Didea y Caribe. Además, trabajó por un periodo breve en Educación Física en el Instituto Técnico Industrial.
Luego de unos 18 años en la venta de carros, dio sus primeros pasos también en la venta de terrenos, a donde se mantiene hasta la fecha.
“Nunca me llamó la atención ser entrenador de los equipos de fútbol profesional. Yo no aceptaba al jugador necio, que sabía que al poder dar la pelota a la par, no lo hacía”, asegura.
Perfil y triunfos
Nombre: Salvador Flamenco Cabezas.
Data: 28 de febrero de 1947.
Edad: 71 años
Estado Civil: Casado
Deporte: Fútbol.
Posición: Inició como defensa, jugó también como delantero y destacó como volante.
Trayectoria: Jugó en el Adler (Segunda y Primera), FAS, Dragón (Segunda y Primera), Firpo, El Paraíso (Segunda), Quequeisque (Segunda y Primera).
Selección: Formó parte de la Selección que disputó los Olímpicos de 1968 y el Mundial de 1970.
Otros deportes: Practicó baloncesto, boliche, entre otros.