Pueblos indígenas al rescate de la cultura

El ecuatoriano Carlos Alvarado, más conocido como Mishqui Chullumbu, quien visitó El Salvador, es escritor y músico, tiene experiencia en procesos organizativos de comunidades indígenas, gestión cultural y revitalización de la memoria histórica.

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Por Enrique Carranza

2018-05-26 7:17:22

“En El Salvador se debe luchar para que los pueblos indígenas sigan vivos, que las tradiciones ancestrales no perezcan”, comenta Carlos Alvarado, líder indígena peruano mientras visita Jocoaitique, municipio en la zona norte de Morazán.

Carlos, más conocido como Mishqui Chullumbu (su nombre originario y que significa Dulce Abeja), nació en Rukullakta (el pueblo de los abuelos sabios), en la provincia del Napo, Ecuador, y ha dedicado su vida a promover la unidad de los pueblos originarios.

Tiene 72 años, ojos achinados, es de baja estatura y moreno; siempre amable y dispuesto a comentar su causa; su vestimenta: una corona de plumas, taparrabo y collares de semillas, todos son símbolos de la ayuda o portes a la comunidad que pertenece.

Sus primeras palabras son en quichua, una familia de idiomas originarios de los Andes centrales los cuales se extiende por la zona occidental de América del Sur -de la que es parte Ecuador- luego habla castellano.

“Es la segunda vez que vengo a El Salvador, la primera fue en 1978, en aquel momento los pueblos originarios ya luchaban por sus derechos…, hoy es diferente”, dice Carlos.

Comenta que si bien en el tiempo de la conquista de América los españoles se llevaron el oro y otras riquezas pero no la cultura, “En El Salvador se deben promover los valores ancestrales valientemente”, dice.

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De acuerdo con el documento: El Perfil de los Pueblos Indígenas de El Salvador, difundido por el Banco Mundial en 2011, en El Salvador existen aún tres pueblos indígenas: Los Nahua/Pipiles, ubicados en los departamentos de Ahuachapán, Santa Ana, Sonsonate, La Libertad, San Salvador, La Paz y Chalatenango; Los Lencas de la rama Potón, en los departamentos de Usulután, San Miguel, Morazán y La Unión; y Los Cacaopera en el departamento de Morazán.

Además, están los pueblos indígenas ubicados en los lugares conocidos como “nonualcos” y “tepezontes”, que son de ascendencia nahua-pipil y a lo largo de la historia han mantenido los rasgos culturales.

El texto del Banco Mundial a la vez detalla que en términos generales se trata de pueblos inmersos entre población urbana y rural y que su porcentaje aproximado estaría oscilando entre el 10 y el 12 %. No obstante, este dato no ha sido constatado por un censo de población.

“De pequeño fui castigado por hablar quichua. Hoy puedo decir que voy y vamos a morir hablando de cultura”, continúa Carlos.

A lo largo de su vida, él ha recopilado literatura, historias, leyendas, creencias y diversos hechos del pasado, gracias a toda la herencia oral de pueblos y comunidades amazónicas.

Carlos, además de danzar, también elabora artesanías y los instrumentos tradicionales de su cultura; ejecuta y compone música (en violín, guitarra), los temas recogen la experiencia Kichwa amazónica de su región.

También, tiene experiencia en procesos organizativos con comunidades indígenas, la gestión cultural y revitalización de la memoria histórica.

Carlos participó, junto a otros líderes originarios locales, en el conversatorio “Encuentro intercultural de los Pueblos Indígenas de Morazán El Salvador y la Amazonia Ecuatoriana”, realizado en Jocoaitique, Morazán.

“Buscamos organizarnos, que nuestros derechos se conviertan en toda una política social, ese es el desafío, lo que piden nuestros antepasados”, sostuvo Salvador Hernández, líder indígena local.

Agregó que en El Salvador es básico hacer prevalecer los derechos de los pueblos originarios, que muchas veces el solo hecho de ser indígena les resta valor, y que no hay espacios reales en los cuales ellos se puedan desarrollar.