Las cascadas termales de Malacatiupán

Atiquizaya, en el departamento de Ahuachapán, se abre al turismo y el municipio ofrece diferentes opciones para los visitantes. A 87 kilómetros de San Salvador, la ciudad ha creado una ruta que inicia desde el campo urbano y finaliza en una cascada única en el país por ser de aguas termales.

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Foto/ René Quintanilla

Por René Quintanilla

2018-04-28 9:29:25

Los excursionistas llegan desde San Salvador a Atiquizaya a las cinco de la mañana. De bienvenida los espera un desayuno de panes rellenos de frijol y queso y otros con huevo, acompañados de atol shuco o café. Luego reciben instrucciones del guía y todo el grupo se toma una foto del recuerdo en la plaza central del pueblo, el parque 5 de Noviembre, de Atiquizaya. Acá pueden apreciar la iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción de María, construida entre 1878 a 1899, y el edificio de la alcaldía entre otras estructuras históricas.

El guía lleva al grupo por un sendero de cinco kilómetros en el que se disfruta del amanecer y se aprecian escenas de la vida rural.

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Una parte del recorrido es la visita a la hacienda San Antonio, un lugar lleno de flora, fauna, cultivos y ganado de raza Holstein. En la hacienda se ofrece un recorrido de agroturismo, donde los visitantes pueden ver sin restricciones los trabajos que se realizan en ella. En el centro de la hacienda está el viejo casco, con su casa principal, pintoresca y llena de historia. En el lugar se pueden comprar tilapias vivas. El casco de la hacienda está a disposición para realizar todo tipo de eventos y recepciones.

El viaje continúa por la montaña. Los primeros rayos del sol realzan la belleza de la campiña salvadoreña y de sus habitantes. Al lado del camino hay todo tipo de árboles frutales, entre ellos de jocote, mango y marañón.

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Se recomienda iniciar el recorrido al amanecer porque la frescura matutina hace físicamente menos cansado el trayecto. El grupo de turistas culmina su caminata llegando frente a una impresionante vista panorámica de las cascada Salto de Malacautipán, que en Nahuatl significa “Templo Redondo”.

La cascada tiene la singularidad de tener dos vertientes, una de aguas termales provenientes de lo profundo de la tierra; y una de agua fría. Se calcula que en su punto más profundo la poza cavada en la roca donde cae el agua tiene 18 metros de profundidad.

A los visitantes les produce una sensación de satisfacción el paisaje como saber que el esfuerzo entregado en la caminata vale la pena para dar fe que las afamadas cascadas hacen honor a su reputación.

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Una vez en el lugar, los turistas se pueden bañarse y disfrutar de unas horas de paz entre el rugido relajante de la fuerte caída de agua.

El contacto con la naturaleza y compartir en grupo la experiencia, entre risas y buen ambiente, dejan atrás el ajetreo de las ciudades.

El viaje concluye con una breve caminata hacia el Puente Viejo, una vieja estructura de ladrillo y piedra que muestra la tecnología de construcción del siglo 19 y que aún está de pie y funcional sobre el río Agua Caliente.

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