A las 9:00 de la mañana en la puerta principal de la Iglesia Santo Tomás, esperan entrar al templo profesionales, amas de casas, empleados públicos, campesinos y otros. Todos, buscan al padre Raymundo Brizuela, un sacerdote preparado para sanar a las personas que creen estar “poseídas por el diablo”.
Las posesiones y exorcismos son recurrentes en novelas, series de televisión o películas, sin embargo, historias como esas, aparentemente lejanas y de fantasía, el religioso las enfrenta blindado con el poder de Dios.
El sacerdote es de hablar suave, pero con su semblante inspira confianza, por eso es el designado por el obispo de San Salvador para extraer demonios de una persona y ha dedicado los últimos nueve años de su vida a luchar contra el diablo.
Brizuela, de 84 años de edad y párroco de la iglesia del municipio de Santo Tomás durante 27 años, asegura que en cada jornada recibe entre 20 y 25 personas.
“El primer caso que me tocó a mí, fue el de una profesora. Se escuchaba que el demonio hablaba. `Yo no quiero que te cases, yo prostituta te quiero decía la voz de un hombre en la mujer´”, relata mientras se frota las manos.
Aunque el sacerdote afirma que el diablo existe y actúa de forma activa en la vida cotidiana, reconoce que en el 99% de los casos que se le han presentado no existe posesión por el demonio sino que se trata de trastornos mentales o vejaciones (cuando la persona por permisión de Dios es tentada por el demonio, pero actúa libremente y se manifiesta con enfermedades, dolores o pensamientos perturbadores).
“El demonio existe, es un ángel caído, que por soberbia fue castigado por el señor”, dice con seguridad el presbítero.
Ante este escenario, el sacerdote explica que la posesión es la más crítica de las manifestaciones extraordinarias del mismo Satanás, donde un ente maligno entra en una persona para hacerle daño y en estos casos se hace necesario un exorcismo, un ritual exclusivo de la Iglesia Católica”.
“(El exorcismo) es una ceremonia especial que la Iglesia tiene para expulsar al demonio y se requiere del mandato del obispo; sin él, es mentira el que diga que ha hecho exorcismos”, señala.
Raymundo, manifiesta haber luchado contra el demonio, en un exorcismo como tal, en una ocasión pero, explica, que la posesión es sólo el caso más grave, pues antes de ella, hay otros niveles.
Raymundo Brizuela: El hombre que lucha contra Satanás
Las posesiones y exorcismos son recurrentes en novelas, series de televisión o películas, sin embargo, historias como esas, aparentemente lejanas y de fantasía, el religioso las enfrenta blindado con el poder de Dios.
El camino a la posesión
El primer grado es la obsesión diabólica, según la nomenclatura utilizada por el exorcista de la diócesis de Roma, Gabriele Amorth, cita el sacerdote.
Este tipo de manifestación implica a una persona sana y plena de sus facultades mentales que sufre ideas obsesivas para hacerse daño a sí misma o a los demás.
Luego sigue la opresión diabólica, en la que las víctimas, además de tener ideas obsesivas, presencian hechos paranormales a su alrededor.
“Este es más un problema que la gente tienen porque ha visitado centros de brujería y quedan infestados, entonces tienen actuaciones raras. El caso más frecuente que uno ve, es de gente que oye ruidos, voces, luces, movimiento de muebles, cosas de este tipo”, mencionó el padre.
Después sigue la vejación y por “último nivel la posesión”, detalla.
Dentro de la Arquidiócesis de la Iglesia Católica, hay ocho sacerdotes capacitados para realizar la llamada “liturgia del exorcismo”, quienes admiten la necesidad de realizar largos análisis antes de confirmar una posesión.
Una de las críticas más recurrentes a este tipo de prácticas es la de generar confusión entre problemas psiquiátricos y posesiones.
Pero, ¿cómo se identifica cada caso antes de practicar un exorcismo?
“Fácil, el que tiene trastorno mental no coordina, el poseído sí. Está actuando con su palabras y con pleno conocimiento de lo que hace”, menciona Brizuela.
Además, “las señales que revelan una posesión diabólica son cuatro, según la Iglesia Católica, y se detallan en el Ritual de Exorcismos, de 1614”, explica el sacerdote.
Estas son la capacidad de hablar lenguas antiguas y de entenderlas, la fuerza física extraordinaria para la edad y situación de salud física.
También, el afectado cuenta con la capacidad de predecir parte del futuro y una renuencia extrema a lo sagrado.
“Una persona poseída se resiste a entrar en el templo, rechaza al sacerdote, si se la rocía con agua bendita le quema, al igual que si le impone la mano en la cabeza. Con esos signos nosotros normalmente sabemos que una persona podría tener una posesión”, describe.
Al efectuarse el exorcismo, la persona se comporta agresiva, realiza movimientos extraños del cuerpo, puede tener marcas de lesiones físicas y hablar con una voz muy grave, aunque se trate de un mujer.
“Cuando el maligno posee un cuerpo y lo maneja, puede hablar inclusive al revés”, enfatiza Brizuela.
En caso de que se determine que no hay presencia de satanás “se aplica una bendición” y se remite al psicólogo”.
“Aquí en la parroquia, también tengo psicólogos de la comunidad, que me ayudan a tratar algunos casos”, señala.
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Según medios locales, el incidente se reportó en una escuela luego de que las menores jugaran el controversial “Charlie Charlie”
El ritual
De confirmarse esa “influencia del demonio”, continúa, se recurre al ritual.
Según el catecismo de la Iglesia Católica, quien realice el rito debe ser un presbítero “piadoso, docto, prudente y con integridad de vida”.
“Se empieza con la letanía de los santos, después se lee el salmo 91, el principio del Evangelio de San Juan, luego hacemos que el poseído haga una renuncia a satanás, que renuncie a sus obras, y después un acto de fe, con el credo”, sostiene el religioso.
“Después viene la oración imperativa, donde se le dice al demonio que salga directamente. A veces no se nota que el demonio salga, pero uno más o menos observa, si se quedó dormido o quieto, uno le habla un poco fuerte y (la persona) ya se levanta como que nada ha pasado”, agrega.
El proceso puede extenderse durante semanas, ya que después se realiza un seguimiento. De hecho, Brizuela relata el único caso de posesión que a él se le ha presentado.
Se trata de una joven universitaria, originaria de Nueva Concepción, Chalatenango, “muy piadosa, que el demonio le hacía cambiar la voz. Ella tiene 21 años y hablaba como una niña de 4 y así la mantenía durante días”, describe.
Los ritos en la mayor parte de los casos se realizan ante testigo, familiares normalmente, para ayudar al sacerdote que “al enfrentarse a una fuerza sobrenatural se expone a patadas, golpes poniendo en peligro su propia vida”
El caso de la joven chalateca, el padre Brizuela lo trató en tres sesiones, pero en la tercera, se hizo necesaria la presencia de 4 sacerdotes. Una de la señales en ella fue que se volvió furiosa, “entre 8 hombres no podían detenerla”, recuerda.
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Al menos 80 estudiantes han sido afectados
Causas
Tras explicar la consecuencia, el responsable de Santo Tomás se adentra en las causas. “En la mayor parte de los casos las personas viven alejadas de Dios”, independientemente de género o edad, por eso es necesario “orientar a la persona”.
Hay varias causas por las que se producen las posesiones. La primera, “por participar en ritos satánicos, como la güija”.
También, puede ser la “consagración de un niño al demonio por parte de sus padres que realizan prácticas satánicas” o la más común es “el pacto con el demonio”, cuando alguien compromete a rendir culto al demonio a cambio de que eche abajo un negocio o arruine a esta familia.
Y las demás causas son infestaciones, que pueden darse por asistir a que “le lean las cartas, consumir material diabólico, entre estos videojuegos, películas o novelas”.
Por esto el sacerdote invita a que se reconduzca el camino que aproxima más a Dios y que los jóvenes “abandonen la tendencia aventurarse en relación a cuestiones satánicas, pues la única posesión que existe, es el pecado mismo”.
“Para ser poseído, no existe edad, con que tenga uso de razón es suficiente”, concluye el sacerdote exorcista de San Salvador.