Yemen, en los tiempos antiguos, era emporio de belleza, especies y tesoros disponibles para la compra. Los griegos lo denominaron Eudaimon Arabia y los romanos Arabia Felix: ambos nombres significan Arabia próspera, feliz y rica.
El secreto es que, siglo tras siglo, las fuertes brisas y lluvias de verano causadas por los vientos del mar conocidos como los monzones que, en los primeros tiempos de barcos con velas, sin brújulas ni astrolabios, ni mapas para la navegación, fueron empujados, en ciertas estaciones del año, desde Arabia Felix, el mar Rojo y el golfo Pérsico por todo el océano Índico hasta la legendaria India. (Véase mapa).
Eratóstenes de Cyrene (m. ca. 202 a.C.), bibliotecario en jefe de la legendaria biblioteca de Alejandría de la dinastía de los Ptolomeos de Egipto, describe la geografía de Arabia Felix así:
“El lado norteño es formado por el desierto de Siria; el lado oriental, por el Golfo Pérsico; la parte occidental, por el Golfo Arábico; y la parte sureña por el gran océano que se encuentra fuera de ambos golfos”.
Citado en Strabo. Geografía. (7 a.C.)
Ibn Jaldún, un historiador tunecino contemporáneo con Geoffrey Chaucer, en el siglo XIV, en su obra maestra, al Muqaddimah (Prologomeno a la Historia) describió a Yemen como “la antesala de la China, tesoro del Occidente y madre de todos los productos de intercambio comercial en el mundo”.
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Esta primavera de 2018, el príncipe de Arabia Saudita, Mohamed bin Salman, está viajando, con el objetivo de negociar y estrechar relaciones de intercambio comercial con el Reino Unido y con Estados Unidos. Tan importante es Arabia Saudita, donde está ubicado Yemen, por razones comerciales y políticas, que el Príncipe almorzó con la reina Elizabeth II en Londres y se reunió con el presidente estadounidense, Donald Trump en el capitolio para discutir sobre relaciones comerciales y armas nucleares.
Estos eventos prestigiosos parecen ser una continuación de la clase de relaciones que se dieron en los tiempos bíblicos. El Antiguo Testamento nos reporta (véase el Primer Libro de Reyes, cap. 10:1-12) que la famosa y bellísima Reina de Saba (Sheba), reina de lo que era Yemen (su nombre alternativo Saba en los tiempos antiguos), visitó al rey de los judíos en Israel, Salomón, para pedir de él consejos, por su sabiduría. Hay leyendas que dicen que ella se enamoró de él y le regaló grandes tesoros. Ésta, obviamente, es la versión cristiana del evento.
Saba (Yemen), y sus pueblos tribales participaron en el comercio de productos de aromas e inciensos con Egipto, Gaza, Siria, Mesopotamia y Tiro, por medio de las caravanas de la Ruta de la Seda. Los productos importados por Yemen eran trigo, vino, cobre, coral, plata, oro, caballos, aloe y miel. Situada estratégicamente entre la India y el Mediterráneo, Yemen monopolizó el comercio lujoso de las especies que llegaron desde Indonesia, China, la India y la cuenca del Mediterráneo, y de allí fueron transportados hacia Europa Occidental.
Durante el siglo XVII, el mundo descubrió el “oro negro” que Yemen exportaba al mundo: el café. Y Europa se envolvió en fantasías y euforias por esta bebida que les llegó por medio de caravanas de camellos por las rutas comerciales y los barcos europeos. Los ejércitos privados de los comerciantes portugueses, franceses, ingleses, y otros europeos, pelearon las rutas marítimas frente a esta pequeña esquina de Arabia, por el comercio de lujo de su incienso, mirra, casia, cinamomo, láudano, oro, ébano, marfil, seda, miel de abeja, sal y ámbar gris, una sustancia emitida por alguna especie de ballena (calderón gris) que flotaba en la superficie del agua del mar de donde era recolectada y utilizada en la confección de perfumes.
Hoy día, Aden, la ciudad portuaria más importante de Yemen, ya liberada de los 136 años de ocupación por Gran Bretaña, es todavía un entrepot comercial de gran escala.
Es un país ubicado en un lugar en donde el mar que sube a la península arábiga hasta el nivel de Aden, también chapalea en las orillas del cuerno de África Oriental (Somalia y Eritrea), hasta la entrada al mar Rojo. Eso es porque todo este territorio goza de los beneficios de los vientos con lluvia desde el sureste, los monzones, que comienzan en el verano y que empujaban (y empujan) los barcos fácilmente hacia el océano Índico y la India misma. Aden, entonces, está intercalado en el tiempo y el espacio entre el Mediterráneo y el mar Rojo. Y entre las numerosas instalaciones militares estadounidenses, hoy, la de al Anad, es la más grande en Yemen. Sirve para recolectar inteligencia militar en medio de las enormes y largas guerras del Oriente desde Afganistán hasta Siria.
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Los almanaques yemeníes del período medieval, entre los siglos IX y X, demuestran un sistema intricado que definen 17 períodos distintos para zarpar. El libro y guía más apreciado y usado por los marineros y mercaderes hasta el período medieval se llama el Periplus del mar de Eritrea. Este es un manual, escrito en griego, entre el primer y tercer siglo después de Cristo. Su valor, sin precio, describía las rutas desde Eritrea, un país en la costa de África hasta al otro lado del mar Rojo, frente a Yemen, en el cuerno de la costa de África oriental hasta la India y, por los estrechos de Malacca y el mar del sur de la China. Es el primer manual sobre las costas en los tiempos en que los marineros y mercaderes no gozaban de instrumentos de navegación, ni de mapas.
Durante las décadas de 1960 y 1970, Yemen, así como todo el Medio Oriente, quedó colgada entre el eje de Egipto bajo Gamel Abdel Nasser y su alianza con la URSS, y Arabia Saudita en su alianza con los Estados Unidos. En 1962 hubo un golpe de estado en Yemen en que los Shiítas tomaron el poder, produciendo una guerra civil en el país entre 1962 y 1967. En este escenario, Nasser (m. 1970) invadió a Yemen clandestinamente con la ayuda de los soviéticos, encubriendo esta invasión detrás de las noticias histéricas mundiales de un evento que se dio simultáneamente en el tiempo al otro lado del mundo, en el mar Caribe: la crisis de los mísiles cubanos durante la administración del presidente John F. Kennedy.
Las negociaciones para poner fin a la guerra civil en Yemen se llevaron acabo entre Arabia Saudita y Egipto, pero fueron discutidas simultáneamente en las reuniones cumbres que tenían el objetivo ostensible de discutir el asunto de Palestina. Así pasaron sin que el mundo tomara nota. Yemen quedó invisible al mundo.
Siguieron las guerras e invasiones hasta este año, 2018, Yemen, así como todo el Medio Oriente, está envuelto en conflictos de guerras porque se dan entre los grandes poderes del mundo. También hay conflictos étnicos en que el grupo de los huthies luchan por su auto determinación y separación de Yemen.
Pero las fuerzas a favor de la paz tienen su lugar en la historia moderna de Yemen. En 2011, una mujer Yemení, Tawakkol Karman, ganó el Premio Nobel por la Paz en reconocimiento a su trabajo a favor del cambio no violento y la defensa de los derechos humanos. Además, la vida cultural está creciendo en el país, que celebró un renacimiento literario con más de 20 novelas publicadas en 2017. Entre ellos las más reconocidas son la novela de Al-Muqri con Adeni Incense, y la novela de Saf´a Alttabel, Mi destino es una mariposa.
Yemen, uno de los centros más antiguos de la civilización del Oriente Próximo, actualmente sufre la más horrendas de las hambrunas y guerras de casi todas las fuerzas activas en el Medio Oriente, y que ha sido casi invisible a los ojos del mundo, las noticias, y la televisión, por décadas.
Pero comienza a cobrar vida y presencia en el escenario internacional por su literatura y por el trabajo de una joven mujer que lucha por los derechos humanos.