De las cosas que todos han soñado, alguna vez, es tener un par de alas, volar por los cielos y ver el mundo desde otra perspectiva: de una manera majestuosa y no precisamente desde un avión, sino como un ave, esas que surcan los aires a cielo abierto. Alfredo Espino, en su poema, escribió: “Esta tarde, en la cumbre, casi las he tenido”.
Realmente es una experiencia única observar a los gavilanes desplazarse por los cielos con las alas abiertas, con toda libertad.
Para experimentar esa sensación nos apoyamos con Julio Pérez y Hernán Carrasco, quienes junto a sus aves: Tara, Chillona y Lúa dieron una demostración sobre la cetrería, que no es más que la disciplina que usa un ave rapaz entrenada como arma de caza, aunque no tan efectiva como una cacería con arma de fuego. En la cetrería cuenta más la inteligencia del ser humano para lograr el éxito deseado; simplemente es la unión de los recursos naturales y el ser humano. Todo su conocimiento ético en la formación de estos animales trabajando día a día con un solo objetivo: lograr esa conexión entre el ser humano y las diferentes especies de animales que comparten el planeta.
Hoy día existe un mayor avistamiento de gavilanes en las ciudades, comenta el experimentado Julio, el cetrero, por la sencilla razón de que cada vez el hombre ha ido transformando el medio ambiente en grandes ciudades y ellos tienen que quedarse y aprender a sobrevivir como todo ser humano.
En alguna medida la cetrería se vuelve tan importante en la conservación del medio ambiente, la cual permite realizar ciertas actividades de educación ambiental, entre ellos el control de plagas.
Chillona, Gavilán de Harris, una de las especies más comunes y sociables del planeta, demostró que su maestro la tiene bien entrenada para salir y tomar el vuelo “a toro suelto”, como ellos le llaman, para cazar su presa, solo que en esta ocasión sería un señuelo, con el cual después de demostrar su destreza como cazador tiene su recompensa: un pequeño trozo de carne de pollo, codorniz o de ratón.
El señuelo se usa como la forma sencilla de recuperar el ave. Sin embargo, la cetrería no es solo tener un ave en cautiverio y sacarla a volar, existen ciertos parámetros que el dueño del ave debe de conocer, como su salud, peso, edad y alimentación, ya que dependiendo de ellos así será su desenvolvimiento por los aires y destreza para cazar.
“Nosotros tratamos, de alguna manera, de que su alimentación sea variada. En alguna medida le enseñamos a que pueda cazar su presa y se alimente de ella, que a pesar de que está en cautiverio sea un ave lo más parecido a un gavilán libre”, dice Julio Pérez.
Pero aclaró que se corre el riesgo de perderlo, ya sea por una corriente de aire o porque siga a su presa a una larga distancia, dado a que es su instinto natural como animal, por eso se usan cascabeles en sus patas para saber de su ubicación; aunque también se auxilian de un pito o un grito.
“En el Salvador muy pocas personas practican este deporte porque requiere de dedicación y tiempo”, asegura el cetrero.