Mujeres artesanas trascienden fronteras desde El Puerto de La Libertad

Han sido preparadas en técnicas como el tejido en telares de dos marcos y la elaboración de accesorios confeccionados con materiales de desecho. Ahora trascienden fronteras con diseños originales bajo la marca Lula Mena.

descripción de la imagen

Por Xiomara Alfaro

2018-03-21 7:55:43

La Libertad es uno de los departamentos considerados por las autoridades como uno de los más violentos del país, en 2015 se ubicó entre las zonas con más homicidios registrados por día.

Bajo este panorama, organizaciones y autoridades locales ahora se dan a la tarea de promover programas de prevención del crimen y la violencia enfocados a jóvenes y a la comunidad en general.

Uno de los proyectos que está tocando la vida de las comunidades en la zona del Puerto de La Libertad y que está liderado por SolucionES, una entidad que reúne a cinco ONG de El Salvador, en coordinación con DelSur y la marca de diseño Lula Mena es “Olas de Esperanza“.

20 mujeres – de las comunidades Chilama Norte, Brisas del Mar, Los Ángeles, La Presa y San José del Mar – madres de familia, esposas, amas de casa y en algunos casos estudiantes y empleadas a tiempo parcial han encontrado en “Olas de Esperanza” una oportunidad no solo para generar ingresos a sus familias si no también para empoderarse y aprender un oficio.

Durante un año las 20 féminas fueron capacitadas por la diseñadora salvadoreña Lula Mena en técnicas tradicionales como el tejido en telares de dos marcos y la elaboración de accesorios confeccionados con materiales de desecho, propios de la costa.

Escamas de pescado, hueso de tiburón, hilo, cobre y cristales son reutilizados con precisión para crear delicadas piezas que incluyen desde aritos, pulseras, collares y anillos hasta carteras, cortinas, cojines, salidas de baño y aplicaciones para sandalias y sombreros, entre otros.

Cada día, desde muy temprano se dedican a los quehaceres en sus hogares para luego, a las ocho de la mañana, estar en pie en el taller donde van elaborando cada accesorio y así completar los pedidos que deben entregar por semana.

Llegar al edificio del Comité de Prevención y Convivencia de Alcaldía donde se reúnen y verlas trabajar entre risas, pláticas de la vida cotidiana y aspiraciones es realmente motivador, conocer sus historias y el amor con el que hacen su trabajo es aún mejor.

 

Cecilia Castillo es la más joven del grupo (22 años), es madre soltera y estudiante de segundo año de bachillerato. Con los ingresos que ahora tiene no solo contribuye en las necesidades de su hogar si no que también ha logrado retomar sus estudios.

“Me gusta el telar, pero ahora que he aprendido a trabajar la bisutería me gusta aún más, me gustan las rosas, soy la señora rosa”, dice en referencia a la colección Verano en la que ahora están trabajando.

“Esta colección está inspirada en las flores de El Salvador”, explica Lula Mena.

El empoderamiento de la mujer es uno de los pilares de este programa que busca brindarles un trabajo sostenible, a través de SolucionES se lanzó la convocatoria en El Puerto de La Libertad, el único requisito era que las aspirantes fueran madres.

Sobre Lula Mena

Lula Mena es una diseñadora salvadoreña que elabora productos ecoamigables, hechos a mano con comunidades de mujeres y artesanos. Su enfoque es el empoderamiento de la mujer salvadoreña. Sus diseños han son exportados a Estados unidos, Japón, Australia, Canadá y Suiza. Sus productos se ubican en más de 60 tiendas a nivel internacional. Transformar objetos cotidianos, que ante los ojos de la mayoría pasan inadvertidos, en piezas extraordinarias es un trabajo que esta diseñadora conoce muy bien. Telares artesanales, el añil y la elaboración de accesorios con materiales naturales son parte de las técnicas que utiliza en sus creaciones. Sus productos son elaborados por artesanos de diferente comunidades del país.

La identidad de El Salvador fuera de nuestras fronteras
Olas de Esperanza es un programa de proyección social que permite a través de técnicas como el tejido artesanal contribuir al rescate cultural de nuestro país y mostrar en el exterior parte de la riqueza salvadoreña.

Cada artículo se elabora con un enfoque ecológico por medio de la reutilización de materiales de desecho.

Cada semana las participantes entregan pedidos de entre 8 y 10 artículos por cada una. Antes son capacitadas en los diseños que Lula Mena elabora para sus colecciones, misma que luego será comercializada en diferentes países.

Doña Elba Leticia de Leiba, de 50 años, explica que se tarda alrededor de media hora en elaborar un artículo, su tiempo lo distribuye entre las responsabilidad en su hogar, su rol como costurera y la confección de otros artículos en crochet.

A su lado está doña María Marroquín, una mujer que a sus 63 años ha visto en Olas de Esparanza la oportunidad para costear parte de los insumos que necesita para sus cultivos. Sin saber leer ni escribir ha dedicado toda su vida a los quehaceres del hogar.

“Empecé en el taller y lo que ganaba lo usaba para comprar el veneno para la milpa, ahora he comprado hasta un tunquito (cerdo)”, dice mientras prepara el hilo crudo que usará en la elaboración de lazos para cortinas.

“Al tocar la vida de una mujer estoy tocando la vida de sus hijos y de su comunidad, es una onda expansiva bien grande”, agrega Lula.

La colección Verano 2018 de Lula Mena lleva un sello particular, cada pieza transpira el ambiente playero de donde son elaboradas, colores vibrantes y delicados tejidos son preparados por estas mujeres que ahora trascienden fronteras.

TE PUEDE INTERESAR

Santanecas tejen creativos bikinis de croché

Hilos de colores, agujas de diferentes tamaños y mucha creatividad son las herramientas de tres mujeres que han innovado la idea de los bikins en el país.

Este año, la colección será presentada en la feria de diseño Maison & Objet que se llevará a cabo en septiembre en París a la que asisten más de 3 mil expositores de 140 países del mundo.

En mayo también serán expuestos en el festival de Cannes a celebrarse del 8 al 19 de mayo.


“Somos mujeres emprendedoras”

Un proyecto que originalmente estaba pensado para mujeres jóvenes ahora ha roto las barreras de la edad. A los 63 años doña María Lucía Marroquín se ha convertido en una mujer emprendedora. Sin saber leer ni escribir ha obtenido su “primer trabajo”; la misma experiencia ha tenido Dominga Ramos quien se siente orgullosa de apoyar a su esposo en los gastos de su familia.

Estas son sus historias: 

Cecilia Castillo, 22 años, comunidad San José del Mar


“Empecé en el taller por iniciativa de mi mamá, ella se inscribió pero ya no pudo seguir. Empecé con el tejido y luego con bisutería en diferentes materiales como cristales y escamas. Eso me ha beneficiado bastante, de lo que acá gano cubro los gastos de mis estudios y puedo ayudar a la crianza de mi hija de cuatro años. Trato de organizar mi tiempo entre las tareas, mi casa, el cuidado de mi hija y el taller… si no puedo venir por las mañana me vengo por las tardes.
Es un apoyo estar trabajando, si terminamos los pedidos luego podemos dedicarnos a otras cosas y a la casa”.

Elba Leticia Borja, 50 años, comunidad Los Ángeles

“En mi casa hago crochet – carteras, monederos y bordados a mano – también soy costurera, en el taller me encargo de las costuras. Me ha gustado todo lo que he aprendido porque son técnicas que no conocía. Con lo que se gana uno puede llevar un sustento al hogar y ayudar al esposo.

Vengo a las 8 de la mañana y me pongo a trabajar en las escamas, estas llevan un proceso para lograr la forma que se necesita para cada flor – se lavan y se ponen a secar en sombra, solo con la brisa, y después se le va dando la forma.

En la foto a la derecha, doña María Lucía: “Empecé en el taller y lo que ganaba lo usaba para comprar el veneno para la milpa, ahora he comprado hasta un tunquito (cerdo). Lo que no entiendo lo pregunto a mis compañeras y ellas me explican. Esto es una ayuda para una”.

Dominga Ramos, 39 años, comunidad Pasaje La Presa

“Nunca había trabajado, es primera vez, siempre he trabajado en casa… me ha gustado mucho trabajar con este tipo de materiales, es una nueva experiencia. Tengo tres hijos y acomodo mi tiempo para atender la casa, mis hijos y poder sacar los pedidos. Todos dependíamos de mi esposo, ahora puedo ayudarle con los gastos de la casa. Aprender las técnicas me ha costado un poco, pero entre las compañeras nos vamos ayudando”.