120 huevos de tortuga baule, el tesoro que custodian en Tasajera

El nido fue encontrado el 20 de enero y se espera que nazcan el 20 de marzo. La baule es una especie que se encuentra en peligro crítico de extinción.

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Por William Santos

2018-03-06 12:29:07

LA PAZ. A los 82 años, pocas cosas pueden entusiasmar e ilusionar por mucho tiempo. Sin embargo, mientras Rafael Antonio Funes -provisto de un palo y un saco- caminaba por la playa en sus labores de tortuguero vio una tortuga baule intentando regresar al océano. Una alegría especial lo atrapó y le hizo volver a su niñez, a la primera vez que vio una tortuga similar.

A 70 km de San Salvador en el departamento de la Paz, rodeada de agua y hermosas playas, se encuentra la comunidad de la Isla Tasajera, jurisdicción de San Luis de la Herradura, dedicada a la pesca y al cuidado de los huevos de tortugas marina que anidan en sus costas.

“Era grande, tenía siete cuartas de largo y siete cuartas de ancho el rastro”, explica Rafael.

Luego de que la tortuga regresara al agua, el isleño avisó a unos jóvenes para que buscaran el nido, porque debido al cansancio y su avanzada edad él no podía hacerlo.

Al enterarse de lo sucedido, Santiago Funes, pescador de 25 años, junto a “Pili” y “Barraco”, iniciaron las labores de búsqueda.

Armados solo con una pala y el entusiasmo que les generaba la idea, tras 45 minutos de excavar, los encontraron en la arena a una profundidad de más de un metro.

“De pequeño, como nosotros aquí nacimos y aquí hemos vivido, mi papá nos llevó a pescar y nos llevó a ver una (baule) en la otra punta, recuerdo que me subí en el (en la tortuga), yo estaba pequeño”, recuerda Santiago.

A pesar de ya haber visto una baule en su infancia, Santiago no dejó de sorprenderse cuando hallaron el nido en la playa.

“Cuando los encontramos le hablamos a Walter, estaba el hijo de él y le contamos que habíamos encontrado los huevos, les tomamos fotos, los sacamos hasta que llegó él y los entregamos al vivero”, dijo Santiago.

Inmediatamente, Walter Peña, encargado del vivero de tortuga, llegó a verificar los sucedido. Para él, la impresión que causó al darse cuenta que en efecto se trataba de un nido de tortuga baule, fue inigualable.

Son un total de 120 huevos, de los cuales 80 son fértiles y el resto infertitiles. La baule utiliza esta estrategia para protegerlos de los depredadores.

Según Walter, la isla tenía entre 15 a 20 años de no ver una tortuga de éste tipo y menos de cuidar un nido de ésta especie.

“La gente está motivada por verlos, hay personas que tienen hasta 40 años de vivir en la isla y nunca los han visto. La alegría de la población es que nazcan, verlos y se vayan al mar”, declaró Walter.

Inmediatamente, el guardián del vivero se comunicó con la Fundación Zoológica de El Salvador (FUNZEL), quienes en el 2009 instalaron un corral de nidos de tortugas en la isla y trabajan a nivel nacional con el proyecto costero – marino.

“En un principio nos costó hasta creerlo, porque puede darse que confundan la especie, pero después de que Walter, que es el viverista, está capacitado y tiene el conocimiento nos comunicó, ya no nos quedó la menor duda”, dice Mauricio Velásquez, coordinador de Proyectos Costero – Marino de FUNZEL.

Para FUNZEL es muy importante el apoyo a la conservación de todas las especies, pero aún más importante el cuidado a especies en peligro crítico de extinción, como es el caso de la tortuga baule.

Éste es el primer nido de baule que la institución cuida, ya que son pocos los ejemplares que salen a anidar, no solo a nivel de la región sino a nivel mundial.

El corral tiene un área de 20×20 metros con la capacidad de albergar a más de mil nidos de golfina. Dentro del corral se eligió un área que se cercó con cedazo de 4×4 y al centro se enterraron los huevos a una profundidad de 70 centímetros.

Walter Peña, habitante de la isla y trabajador de FUNZEL, es el encargado de darle los cuidados adecuados al nido, para que haya un mayor grado de éxito en la eclosión.

Diariamente se toman datos de temperatura a la profundidad de los huevos.

La temperatura ideal para su cuido oscila entre los 30 a 31 grados centígrados, como máximo.

Para regular la temperatura se utiliza hoja de palma, que se coloca en el techo del corral.

Peña realiza en el día tres jornadas de trabajo, marca temperatura al mediodía, a las 6:00 de la mañana y a las 6:00 de la tarde. Estos datos los comparte con el biólogo de FUNZEL, que le da las instrucciones pertinentes.

La dimensión de los huevos de una tortuga marina golfina ronda entre los 2 a 2.5 centímetros de diámetro y entre 8 a 10 centímetros los de la tortuga baule.

La diferencia es notable, tanto así que fácilmente en la palma de la mano caben ocho huevos de golfina, pero solo dos de baule.

Las expectativas por parte de FUNZEL son grandes. En los últimos años, han visto una mejora en la reproducción de las tortugas marinas, específicamente de la golfina, que en la última temporada de anidación se registraron cantidades que superaron las expectativas, tanto así que podrían llenar dos veces el corral que tiene capacidad para mil nidos.

Pero la institución no cuenta con los fondos suficientes para cumplir con la capacidad de huevos encontrados. No obstante, para los trabajadores de FUNZEL representa un logro inigualable.

La tortuga baule sale a desovar entre noviembre y finaliza de marzo. Meses antes, las hembras se acercan a aguas pocas profundas, para alimentarse y aparearse con el macho.

Una vez entran al mar, los machos se quedan de por vida, mientras que las hembras solo salen para depositar sus huevos en la arena.

Las hembras alcanzan su etapa reproductiva entre los 10 a 15 años. Una tortuga baule puede producir incluso 100 huevos a partir de un único desove, con puestas repartidas en períodos de nueve días.

El que una baule desovara en territorio salvadoreño es un hecho importante. Se estima que para los años 80, en el pacífico oriental había más de mil hembras anidando. Para el 2018, las cifras son alarmantes, se cree que el 90% ha desaparecido.

La baule tiene características muy marcadas que las diferencian de las demás tortugas marinas. Su caparazón es distinto al de todas las tortugas porque es un caparazón blando, es una especie de cuero que recubre una capa de grasa. Además posee manchas blancas en todo el cuerpo, también presenta siete líneas a lo largo de todo el caparazón lo cual le ayuda a sumergirse a grandes profundidades.

La baule es un reptil al que también se le conoce como tortuga laúd. Asimismo, algo que las destaca de las demás tortugas marinas es su tamaño.

“Han llegado a reportar individuos de hasta 2.10 metros y pesar una tonelada. En la zona del pacífico se han reportado individuos de hasta 1.80 metros y pesado más de 600 libras”, informó Mauricio Velásquez.

La baule se alimenta principalmente de medusas, debido a esto suele confundir las con bolsas plásticas en el océano y mueren por asfixia. También se alimentan de peces, algas, erizos de mar, otros crustáceos y calamares.

La comunidad de la isla está muy comprometida con el cuido de los huevos de tortuga. Los habitantes conocen la importancia de la especie y la contribución de ésta al medio ambiente.

“Como pescadores nos ayuda en gran manera, la tortuga se alimenta de las “chichicastes” (medusas), entonces para nosotros, como pescadores, cuando hay mucho de eso nos afecta en gran manera”, explica Oscar García, pescador y tortuguero.

Factores como la sobrepesca contribuyen a la proliferación de medusas, ya que estas compiten por alimento con los peces. Si el número de tortugas en el océano disminuye, la proliferación de medusas es inminente y la reducción de peces inevitable.

Lo interesante del caso es el nivel de involucramiento de la comunidad. La mayoría de la población vive de la pesca y entiende la importancia que tienen las tortugas marinas en el medio ambiente, especialmente en el ecosistema marino. En la isla es común que durante la noche, los tortugueros como Rafael anden en busca de nidos de tortuga, para posteriormente entregarlos al vivero.

Luego de que en el 2009, FUNZEL puso en marcha su proyecto en la isla, los habitantes han visto una mejora considerable en la pesca, en comparación a cuando no contaba el vivero.

“Antes salían en la noche lo más 12 a 10 tortugas (golfinas o carey), ahora salen más de 100”, manifestó Oscar García. Se espera que los esfuerzos por salvar la especie continúen y se logre replicar a más comunidades de la zona costera del país.

El Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) publicó en el 2015 un listado de las especies amenazadas y en peligro de extinción.

Un total de 153 especies de animales están en peligro de extinción y 187 están amenazadas. Entre ellas: el coral de arrecife, el pez sierra, la salamandra, el sapo, el caimán, el cocodrilo, el rey zope, el gavilán y las tortugas marinas.

Estas últimas, forman parte vital de los ecosistemas de las costas salvadoreñas. Al país arriban 4 tipos de tortugas , las cuales son: la tortuga Baule, Carey, Prieta y Golfina.