Manglar de Garita Palmera, contaminado y sobreexplotado

El manglar constituye el 90 % de la economía de los habitantes que se dedican a pescar y a comercializar el producto.

descripción de la imagen
La pesca en el manglar constituye la principal fuente de ingresos de los habitantes de Garita Palmera. Foto/ Jessica Orellana

Por Karen Salguero

2018-02-18 7:12:26

Preocupación e intranquilidad es lo que aflora en los habitantes del manglar de Garita Palmera, quienes luchan por mantenerlo vivo porque la degradación y la muerte de los mantos acuíferos es cada vez mayor.

“Si no hay manglar, no hay comida”, expresó Benigno Gómez, un habitante que por 43 años se ha dedicado a la pesca y a través de ella ha llevado el sustento a su familia.

Con una atarraya de 14 libras en su mano, bajo el sol y con un semblante entre cansancio y desilusión, Gómez recordó haber ganado, hace 18 años, 200 colones en una sola pesca; incluso, si necesitaba ganarse unas monedas de más, regresaba el mismo día a pescar para vender, ya que la producción de especies era abundante. Ahora apenas logra reunir $6 al día, sin esperar más.

El manglar de Garita Palmera se sitúa en el municipio de San Francisco Menéndez, en Ahuachapán. De acuerdo con la Unidad Ecológica Salvadoreña (Unes), es el segundo humedal más grande de país, después de Jiquilisco, y va desde Barra de Santiago hasta Metalío.

Integrantes del comité de la microcuenca El Aguacate observan el deterioro del manglar. Foto/ Jessica Orellana

En el humedal se reproducen variedad de especies, entre ellas punches, cangrejos azules, jaibas, camarones, bagre negro, blanco y otros.

La Unes informó que el mangle ha llegado a constituir el 90 % de la economía de los lugareños que se dedican a pescar y comercializa el producto; sin embargo, se sigue secando por las represas para ganado y por la contaminación de los monocultivos.

Te puede interesar:

Lugareños luchan por salvar los manglares en Garita Palmera

Habitantes de Garita Palmera están preocupados por la degradación y la muerte de los mantos acuíferos que alimentan el manglar en la zona. Este constituye el 90% de la economía de los lugareños que se dedican a pescar y a comercializar el producto.

Un recorrido por el estero del lugar, junto a pobladores de la zona, permitió observar el daño. En Bola de Monte, una de las comunidades que pertenece al manglar, se observa cómo se está destruyendo y la poca vegetación son unas cuantas ramas secas. Igual, la fauna marina es escasa.

Gómez manifestó que el problema más severo que vienen enfrentando desde hace unos 10 años es la falta de ingreso de agua dulce al humedal, ya que los agricultores cada vez han ido creando más represas en el río El Aguacate, La Paz, el único que desemboca en la zona y que proporciona el agua dulce.

A eso se le suma que la poca agua que desciende, llega contaminada por los insumos agrícolas que utilizan los campesinos para las plantaciones de caña de azúcar y otros cultivos.

El poco ingreso de agua es uno de los problemas más severos para el humedal. Foto/ Jessica Orellana

“Me alarma porque dependemos del producto y cada vez es menor, puede llegar a terminarse”, manifestó Gómez, viendo la decadencia del manglar.

Para que persista requiere de una mezcla de agua dulce y salada; caso contrario, el humedal muere por la excesiva salinidad. Eso significaría un manglar muerto y toda una comunidad sin trabajo y alimento porque no solo la familia de Gómez sería la afectada.

Frente a las limitantes, lo que le queda a Gómez es buscar otras opciones, aunque los únicos trabajos que se obtienen en la zona son cuidando huertas o regando zacate, algo que no les saca de la miseria, ya que tiene que sostener a sus tres hijos, aún menores de edad.

Hace 25 años, el pescador creía tener su vida resuelta con el oficio que le enseñaron sus padres, ahora ha tenido que ver a su familia en la preocupación, pensando en el día a día.

Gómez vive con su esposa y tres hijos en una humilde casa de un solo cuarto a la orilla de la carretera, su cocina de leña.

Sus hijos, de 12 y 15 años, aún se encuentran estudiando tercer ciclo en una escuela pública del lugar, salen a pescar durante su tiempo libre para aportar a la familia, que en ocasiones tiene que privarse, incluso de la comida para subsistir. La hija menor, tiene dos años.

“Quisiéramos que otras instituciones nos echaran la mano para cuidar el manglar, porque así como los agricultores tienen familias, nosotros también las tenemos” dijo Gómez.

Actualmente es parte del comité de la Microcuenca El Aguacate, impulsado por la Unes, los encargados de rehabilitar y proteger el humedal.

La degradación y la muerte de los mantos acuíferos ha impactado en el manglar. Foto/ Jessica Orellana

La Microcuenca El Aguacate está integrada por miembros de la comunidad de Garita Palmera, Bola de Monte, el Botoncillo y el Tamarindo, que trabajan por el cuido, mantenimiento y creación de iniciativas para la sustentabilidad del manglar.

En el comité representan a un aproximado de 18 comunidades que residen en la zona.

Te puede interesar:

Complejo Barra de Santiago es nuevo sitio Ramsar de El Salvador

La zona ubicada en Ahuachapán cumplió con los criterios para recibir el máximo reconocimiento como "Humedal de Interés Internacional"

Según Rigoberto Monge, coordinador de la institución, el 80 % de la población sobreviven de la pesca y el 20 % de los cultivos, es decir, que existe una gran dependencia económica de las familias en el manglar.

“Sabemos que si cuidamos tenemos comida para ahora y mañana”, afirmó Monge.

Las comunidades impulsan acciones de limpieza de canales, impiden la deforestación de árboles, miden el flujo de salinidad, monitorean la contaminación por insumos agrícolas y realizan denuncias ciudadanas por el mal uso del agua.

“En mi casa la salinidad sube y afecta el agua del pozo”, comentó Blanca Reyes, en referencia a que no solo subsiste económicamente del manglar, sino que a través de su agua.

Más de dos mil familias habitan en el lugar, de acuerdo con Israel Montes, representante del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN), la mayoría de personas son de escasos recursos, por lo que cuentan con un pozo para sus necesidades diarias.

La salinidad durante el último año ha aumentado y de llegar a un 80 % el humedal no sobrevivirá.

Monge explicó que las autoridades no se dan cuenta de la magnitud del problema y de lo devastador que sería para los pobladores la pérdida del manglar. De seguir la contaminación, el humedal se secará, morirá todo un ecosistema y miles de familia se hundirán más en la pobreza.

La Unes, desde 2012, comenzó a impulsar campañas de deforestación y drenaje en apoyo a las comunidades. Su propósito es dar a conocer la importancia de los manglares y buscar soluciones a través de políticas públicas.

La institución ha capacitado a los pobladores para que se empoderen de conocimientos y puedan proteger el manglar.

El llamado de auxilio es de urgencia porque “día con día se está muriendo si no lo cuidamos”, aseguró Blanca Reyes.

Te puede interesar:

El manglar en Bola de Monte está al borde de la muerte

Más de seis manzanas de manglar se han secado en Bola de Monte. Los habitantes de la zona temen que el daño continúe: El manglar es afectado por represas que limitan la llegada del agua dulce y por la obstrucción de la bocana.