Diputados, biblias y algunos riesgos

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Por Jaime García Oriani*

2018-02-10 5:19:25

En esta contienda electoral, candidatos y diputados que buscan la reelección abanderan la causa de la lectura obligatoria de la Biblia en las escuelas. Entre ellos están el presidente de la Asamblea Legislativa, Guillermo Gallegos (GANA), Antonio Almendáriz (PCN) y Guillermo Portillo (ARENA). Alguno se presenta como si fuese un ungido que participa en política por voluntad divina y otro afirma que “nuestra Constitución está basada en la Biblia, así como las leyes secundarias”.

No me importa si ellos viven coherentemente con sus enseñanzas o si se trata solo de oportunismo electoral, sino el hecho de que la lectura obligatoria de las Sagradas Escrituras en los centros educativos pueda ser problemático y contraproducente, incluso dañino para la misma vida de fe.

Las razones:

1. Mina la laicidad del Estado. Un Estado laico —bien entendido— respeta la libertad de las conciencias y de culto. Esto se traduce en dejar que los individuos profesen y practiquen el credo que mejor les parezca. El Estado no puede imponer a nadie una religión, así como tampoco puede prohibir su práctica, siempre y cuando se respete el orden público.

2. Aunque los dos buscan el bien de las personas, la religión y el Estado tienen objetivos diferentes. Para el creyente, la fe tiene como fin la salvación personal. El fin del Estado es el bien común. Esto no impide que ambos puedan apoyarse mutuamente, pero respetando su ámbito de acción, sin mezclarse.

Una cuestión práctica de esta distinción es que no todo lo que es pecado según las Escrituras (ética personal) es materia de delito. A veces coincide que los incumplimientos de los preceptos morales revelados son también considerados delito, no por el hecho de estar contenidos en la Biblia, sino en cuanto atentan contra el bien común. Un simple ejemplo es el robo.

3. Arbitrariedad en los textos a leer. Hay distintas versiones y traducciones de la Biblia; algunas tienen más o menos libros. ¿Por qué una y no la otra? ¿Por qué la que utilizan en una iglesia evangélica y no la de la católica? Incluso para los mismos cristianos, que ven en las Escrituras un libro sagrado, sería injusto.

4. Textos violentos que necesitan ser explicados. Principalmente en el Antiguo Testamento, hay escenas de violencia que deben ser analizadas, darles su contexto histórico e interpretarlas, lo cual requiere cierta formación teológica. Sin exégesis alguna, no colaborarían con lo que desean estos políticos y en el peor de los casos llevarían al fundamentalismo religioso.

Unas muestras:

Levítico 20, 11: “Si un hombre se acuesta con la mujer de su padre es como si tuviera relaciones con su propio padre; por eso los dos serán castigados con la muerte, y su sangre caerá sobre ellos”.

Deuteronomio 22, 21 (en el contexto de una mujer que se casa y miente sobre su virginidad): “La sacarán a la puerta de la casa de su padre, y la gente de esa ciudad la matará a pedradas”.

Josué 6, 16-17: “Josué dijo al pueblo: lancen el grito de guerra, porque el Señor les entrega la ciudad. La consagrarán al Señor con todo lo que hay en ella, exterminándola por completo”.

1 Samuel 18, 27: “David partió con sus hombres y mató a doscientos filisteos. Luego trajo los prepucios y los presentó ante el rey”.

Y allí me quedo???

Lo paradójico de todo esto es que los promotores de tales iniciativas podrían encontrar una respuesta simple a sus inquietudes en la misma Biblia, que contiene un llamado a la separación entre la Iglesia y el Estado: el famoso “Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Marcos 12,17). El llamado de Jesús es revolucionario para su época, en la que la práctica de la religión de Estado era lo más común.

La labor de formar a una mejor niñez y juventud, que se aleje de la violencia, no es para nada sencilla. Tiene muchas aristas. La educación en valores es una parte, pero debemos encontrar el modo de hacerlo a través de un lenguaje universal y actual, que no imponga creencias, pero que tampoco excluya las aspiraciones espirituales del ser humano.

Periodista.
Máster en comunicación corporativa.