Marvin: la historia de un hombre dos veces sobreviviente

A los 17 años se le detectó linfoma Hodgkin y a los 33, fue diagnosticado con cáncer de lengua. Asegura que su positivismo y ganas de vivir fueron clave para superar ambos padecimientos.

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elsalvador.com

Por Alejandro Pacas

2018-02-03 4:08:30

Cuando una persona, después de un difícil proceso de recuperación, se sobrepone al cáncer, se concibe como un milagro. Pero Marvin Góchez, se convierte en un verdadero testimonio de superación al enfrentar y salir victorioso de dos cánceres.

Marvin es oriundo de Ahuachapán. Actualmente lleva siete años casado con Carolina, persona que, según él, se convirtió en un pilar importante al momento de enfrentar la enfermedad.

Es un hombre al que no se le dificulta sonreír. De hecho, cualquiera que ve su chispa y jovialidad, no creería que es sobreviviente de cáncer por partida doble.

Con casi 35 años de vida, recordó que a los 17, mientras se hacía unos exámenes de rutina para sus prácticas profesionales, encontraron “unas manchas en medio de ambos pulmones”. Pensaron que era una infección o que se trataba de un caso de tuberculosis.

Esas “manchas” confirmarían después uno de los diagnósticos más difíciles de su vida (pero no el único): linfoma Hodgkin, que se encontraba en grado II. Esta enfermedad se caracteriza por la presencia de células cancerígenas en el sistema linfático.

“Cuando me dieron el diagnóstico, lo primero que pensé fue en la muerte. Fue duro”, confesó.

A partir de ese momento necesitaba someterse a un tratamiento, si quería salir adelante, pero además llenarse de fuerza y de positivismo.

El dolor lo hizo más fuerte

Casi al final de su proceso de recuperación, su padre sufrió un accidente de tránsito que le causó la muerte. Cuando muchos pensaron que Marvin se derrumbaría y perdería la sonrisa, él demostró lo contrario y siguió adelante.

“Yo sentí que a mi familia también le infundía fuerzas”, señaló.
Es así como después de 18 quimioterapias y 21 sesiones de cobalto, a sus cortos 23 años, Marvin lo había logrado; había superado el linfoma y a partir de ahí comenzó un proceso de vigilancia para no recaer en la enfermedad.

Asegura que durante su tratamiento hizo todo lo posible por llevar una vida normal y, una vez curado del cáncer, podía ser más normal todavía.

Sin embargo, él pensó que debía tener cuidado “porque en algún momento podía recaer”, pensamiento que sin saberlo se volvería realidad.

Cáncer de lengua

Marvin continuó con su vida. Conoció a Carolina quien lo acompañó a sus últimos chequeos rutinarios para garantizar que el linfoma no había regresado. Tiempo después, Carolina se convertiría en su esposa y en la más importante compañía a partir de ese momento. A pesar de no tener hijos, ella confía en que algún día tendrán la oportunidad de completar la familia gracias al amor que ambos se tienen.

Los días transcurrían con normalidad hasta que un día, debido a su bruxismo (hábito de apretar y rechinar los dientes), Marvin inconscientemente se mordió su lengua. Como consecuencia presentó una pequeña llaga, así que pensó que era fuego, así que aplicó algunos métodos para combatirlo.

Sin embargo, el tiempo transcurrió y la llaga no mostraba mejoría, compartió con su esposa la decisión de visitar nuevamente al oncólogo, para descartar todas las posibilidades con respecto al cáncer.

Días antes de la Nochebuena del 2016, Marvin recibió una llamada de su especialista quien le pidió verlo en persona para darle el resultado de los exámenes. En ese momento Marvin no podía acudir, ya que estaba en su trabajo, así que decidió verlo hasta el 2 de enero de 2017.
Al llegar a su consultorio, el médico confirmó la corazonada: se le había desarrollado un cáncer de lengua que, en aquel momento era “bien agresivo”.

La solución era someterlo a una operación quirúrgica “lo más pronto posible”, para extraer la parte de lengua infectada. Dicho procedimiento se llevó a cabo tan solo cuatro días después del diagnóstico.

El temor de Marvin no era precisamente la operación, sino las consecuencias que vendrían luego.

“Los especialistas dijeron que probablemente no podría hablar después de la operación o que iba a necesitar terapia para hacerlo o, en el peor de los casos, aprender el lenguaje de señas”, agregó su esposa Carolina.

Aún con eso, el 6 de enero de 2017, la lengua de Marvin pasó alrededor de cinco horas completamente estirada y fuera de su boca para facilitar el trabajo de los médicos, quienes tenían la misión de extirpar las células malignas.

Al final, la operación fue un éxito, pero la lengua se le redujo cerca de un 25% y, tal como se esperaba, no podía hablar ni probar el sabor de sus comidas.

A partir de ese día, su esposa no se despegó de él: pidió vacaciones en su empleo para apoyarlo, probaba sus alimentos, contestaba sus llamadas telefónicas, lo alimentaba y una agenda servía para que Marvin expresar de forma escrita lo que quería.

Pero una vez más la perseverancia de este hombre obtuvo su recompensa: con algunos puntos aún frescos, 23 días después de la operación, hacía sus primeros intentos para hablar por su cuenta. Ahora, dialoga con mucha fluidez, lo cual se ha ganado la admiración de Carolina.

“Muchas veces le digo (a Marvin) que es un milagro de Dios; algo que yo admiro de él, es su positivismo y las ganas de vivir que tiene”, aseguró su esposa.

Poco más de un año después de su cáncer de lengua, Marvin no ha perdido la sonrisa y menos las ganas de vivir. De hecho, al preguntarle si no siente miedo ante la posibilidad que un nuevo cáncer aparezca, su respuesta resulta tranquilizadora.

“Sé, al igual que la primera vez, que algún día puedo recaer, pero hasta que eso llegue voy a pensar en eso; mientras tanto, no”, sentenció.