¿Y por quién votar?

Si para un crédito bancario debemos presentar una serie de documentos que afirmen nuestra honradez, capacidad de pago y récord crediticio, con más razón para convertirse en diputados.

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Por Teresa Guevara de López*

2018-01-27 6:21:05

En tiempo de campaña hay una nube de bondad que nos envuelve: vallas publicitarias con enormes sonrisas, lustrosas calvas, elegantes trajes y frases cautivadoras piden nuestro voto para quienes ofrecen resolver nuestros problemas. Pareciera una promoción a concursos de belleza, cirugías estéticas o modelos publicitarios, pero no para convencernos de que merecen llegar a la Asamblea a desempeñar la difícil tarea de emitir, estudiar y discutir las leyes.

Las imágenes no justifican por qué tenemos que facilitarles el ingreso al recinto legislativo, más todas las prebendas que ello trae consigo. ¿Quiénes son? ¿Qué saben hacer? ¿Experiencia de desempeño profesional bien hecho? ¿Qué estudios los respaldan? ¿Su vida familiar, su prestigio en la sociedad? ¿El manejo de sus finanzas? Y no es demasiado exigir, porque si para un crédito bancario debemos presentar una serie de documentos que afirmen nuestra honradez, capacidad de pago y récord crediticio, con más razón para convertirse en diputados.

Las caras desconocidas, y las demasiados vistas, deben demostrar los méritos que nos convenzan que podemos confiar en su capacidad y honor. Una mínima lista de exigencias obligatorias sería el CV, la hoja de vida, tanto de los nuevos aspirantes, como también de los que ya tienen años en la silla, para enterarnos qué estudiaron, dónde ejercieron su profesión, experiencia docente, maestrías y doctorados; si cuentan en su haber con alguna publicación y si han obtenido reconocimiento por haber destacado en alguna disciplina;detalles sobre su situación familiar, su esposa e hijos, testimonios de sus vecinos y otros datos que demuestren su estabilidad emocional.

De convertirse en diputado, qué iniciativas de ley propondría en áreas agrícolas, económicas, de salud y educación. Y los casi dinosaurios, que aspiran a otra reelección, porque la AL ha sido durante muchos años su modus vivendi, que demuestren sus méritos para mantenerse en el puesto, como propuestas presentadas, leyes por las que votaron y otras a las que negaron su voto, con la debida justificación.

Y si todos estarían dispuestos a renunciar a los viajes, a lujosos autos, guardaespaldas para ellos y sus familiares en varios grados de consanguinidad, a presentarse a trabajar todos los días y con el horario que obliga al resto de la población, para ganarse honradamente el alto sueldo que devengan, más los viáticos. La pregunta del millón sería si estarían dispuestos a proponer una disminución en el número de diputados y en el número de integrantes de la Junta Directiva, medidas más que necesarias ante la carencia de fondos para así aumentar los presupuestos en salud, seguridad y educación. Si tienen la disposición de estudiar una cantidad de importantes leyes que están engavetadas desde hace varios años, por la negligencias de los actuales y porque muchas veces les tienen temor reverencial, porque o no saben leer o no las entienden.

Y aunque lo anterior parezca exagerado, draconiano y un sueño imposible, es lo que los ciudadanos esperamos y que nos pone en el aprieto de no saber por quién votar. Unos por desconocidos y otros por demasiado conocidos, aunque en sonrientes vallas se presenten como unos ángeles, como buena gente, pero como aquí todos nos conocemos, sabemos que su vida privada es un desastre, que no han sido capaces de administrar bien sus propios bienes, pero pretenden integrar comisiones para administrar bienes del Estado, por lo que se deduce que la única razón para postularse como candidatos a diputados ha sido componerse. Y de estos ya hemos tenido suficientes. HAY QUE SACAR AL FRENTE DEL GOBIERNO y a los malos diputados. El voto nos da ese derecho: no lo desperdiciemos.

*Columnista de El Diario de Hoy.