Finalizamos el primer mes del año con una noticia positiva. El 30 de enero será la presentación del último libro de una trilogía. Titulado “El país que viene: Horizonte común”, en esta edición se encuentran las historias e ideas de varios jóvenes salvadoreños que soñamos con una nación unida, que sepa dejar de lado las diferencias para tener un mejor presente y futuro.
Con distintos perfiles, pensamientos y experiencias vividas, todos los autores compartimos en las páginas del libro lo que consideramos puntos de unión y actitudes que nos puedan llevar a trazar la ruta hacia un mejor país. Es esperanzador ver que las nuevas generaciones no somos apáticas ante los problemas que nos azotan. No se trata de críticas, ni de quejas, sino de una visión optimista que anima a vencer la comodidad para actuar e influir positivamente donde nos encontremos.
En mi artículo trato sobre el papel de los medios de comunicación y formadores de opinión en esta labor de unificación. Parte de nuestra misión es tender puentes para evitar la división de la ciudadanía y la lejanía con quienes nos representan en los cargos públicos.
Es fundamental que los medios hagamos bien nuestro trabajo en un mundo plagado de desinformaciones y publicaciones con intereses ocultos. Si logramos ser un faro que oriente en esta tormenta informativa y abrimos espacios para exponer puntos en común, cooperaremos al entendimiento entre los ciudadanos para que, unidos, exijan a los políticos resultados concretos, transparencia y honestidad.
Al mismo tiempo, por nuestro mismo ADN, debemos cumplir con nuestra labor de fiscalización, entrando más a fondo, poniendo más garra y sacando a luz los actos de corrupción que minan la vocación política y que le restan credibilidad.
Ciudadanía y medios en sintonía enriquecemos la cultura democrática, la cual va más allá del voto que se ejerce en las elecciones. Siendo plataformas de debate, generaremos ánimos e inquietudes para que los ciudadanos se involucren protagónicamente en la cosa pública, ya sea a través de la sociedad civil o de la participación político-partidaria.
Caminar hacia un “horizonte común” es un reto grande, que exige humildad para saber escuchar y valorar puntos de vista que incluso pueden ser muy diferentes de lo que pensamos. ¿Acaso esto significa uniformidad de pensamiento? Respondo con las palabras de Cantinflas en la película “Su Excelencia”, en su discurso ante la Asamblea Internacional: “Luchamos por derribar la barda que nos separa, la barda de la incomprensión, la barda de la mutua desconfianza, la barda del odio. (???) Pero no la barda de las ideas. ¡Eso no! ¡Nunca! El día que pensemos igual y actuemos igual dejaremos de ser hombres para convertirnos en máquinas, en autómatas”. Detrás del tono jocoso del personaje se esconde una profunda sabiduría.
El resultado de ese diálogo arduo y honesto —que es un proceso permanente y constante, pues a lo largo del tiempo se presentan nuevos desafíos— serán acuerdos y decisiones tomadas con sentido ético y responsable, sabiendo que el fin jamás justificará los medios.
Si nuestra generación logra sentar las bases de lo que puede ser el rompimiento de una sociedad aparentemente dividida y un tanto polarizada, podremos estar satisfechos por nuestro aporte. Animo a que todos los salvadoreños escribamos juntos, con nuestras buenas acciones, una historia de la que nos podamos sentir orgullosos nosotros y las generaciones venideras. ¡Felicidades a los autores del libro por este logro!
*Periodista.
Máster en comunicación corporativa.
jgarciaoriani@gmail.com