Familiares y amigos de Rosa María Bonilla Vega, la doctora asesinada el martes aparentemente a manos de su pareja, resaltan en ella su sonrisa, la empatía, dinamismo y disposición para ayudar a otros. Pero a la vez reflexionan en que su muerte debe sentar un precedente para que las mujeres violentadas no callen.
“Invito a todas las personas que están viviendo violencia por parte de sus parejas a que denuncien a las autoridades, acudan a sus familiares, no guarden silencio, evitemos que los primeros actos de violencia se intensifiquen al punto que ya sea muy tarde”, publicó en su cuenta de Facebook un familiar de Bonilla.
El asesinato de la doctora ha indignado a sus amigos, por ser una profesional comprometida que procuraba ayudar a los demás. También les ha sorprendido que su muerte ponga en evidencia las agresiones que sufría en silencio.
“Ninguna persona debería morir así, y no saben cuánto dolor puede generar en nuestra alma, cuando es tu familia la víctima de un hecho como este”, manifestó una amiga.
Doctora que murió en Santa Ana sufría violencia en silencio
Rosa María Bonilla, que laboraba en el ministerio de Salud fue sepultada ayer.
Ahora, entre sus parientes y sus amigos de colegio o universidad solo quedan los buenos recuerdos. La describen como una “persona excepcional”, una líder nata y carismática, sonriente, empática y de buen corazón. “Así la recordaré, sonriente. Mi compañerita de colegio con quien cantábamos en los devocionales y jugamos en la selección de basketball”, dijo otra de sus amigas.
Sus amigos comentan que en el colegio destacaba entre los mejores del grado, muy activa en la célula cristiana del colegio Bautista y en la iglesia.
“La tengo en mi mente dirigiendo coritos en el tiempo de alabanza del colegio… tenía los ojos vivarachos y siempre estaba sonriente”, dijo otra de sus amigas y excompañera.
El carisma de Bonilla Vega la llevó a ser la presidenta del grado, la que abogaba por sus compañeros ante las autoridades del colegio, a ser la reina del grado o la madrina de equipos en los intramuros.
En sus años de universidad Bonilla también dejó su huella, pues formó parte de la junta directiva de su facultad.
Dice una excompañera, que Rosa María mostró su vocación temprana para la medicina, pues auxiliaba a sus compañeros si alguno caía o se golpeaba. “Corría al botiquín y curaba las heridas”, recuerda.
Conocidos revelan que pareja de doctora mostraba signos de violencia
“Vamos a usar todos los recursos legales para que este crimen sea castigado con todo el peso de la ley”, aseguró un familiar
La muerte de la doctora Bonilla, Gigia, como la llamaban de cariño desde niña, ha conmovido a la opinión pública, al punto de que ayer un grupo de mujeres y hombres pidió justicia desde Santa Ana.
La organización de mujeres ORMUSA condenó el hecho y pidió a las autoridades a no dejar este caso en la impunidad. Es más, pidió nombrar a una fiscal especial que atienda los casos de mujeres agredidas.