Estamos en plena temporada política. Se supone que en estas semanas los distintos candidatos que quieren representar a los ciudadanos en la Asamblea Legislativa ocupan su tiempo y esfuerzo en persuadirnos para que votemos por ellos.
Se supone digo, pues en realidad —por lo visto y oído— la presentación de ideas e intenciones deja bastante que desear; mientras, en cambio, abunda mostrarse a sí mismos, quizá porque los postulantes —y los ciudadanos— toman al pie de la letra aquello de votar por rostro??? y llenan las calles de mupis y vallas con caras sonrientes (claramente retocadas), esperando que la gente vote —literalmente— por su bonita cara, o por un par de proposiciones excéntricas, si no por un CD o un delantal obtenido en un mitin.
Es verdad que se puede votar por el que nos caiga simpático??? pero si solo nos basamos en corazonadas, simpatías y percepciones, no vamos a salir de pobres, al menos políticamente hablando.
Si se consultan las páginas web de los principales partidos políticos se descubre que solamente en los sitios oficiales del PDC y en el del Frente aparecen claramente destacadas sus plataformas legislativas; la del Frente, por cierto, es casi la descripción exacta de cómo piensan llegar al socialismo-totalitarismo del siglo XXI mediante el sometimiento de la Corte Suprema de Justicia a partir de ser mayoría en la Asamblea. En las páginas web de los demás partidos aparecen fotos sonrientes, noticias, y vacuidad de contenido, pero escasas propuestas serias. Esto, que podría parecer una anécdota, es a fin de cuentas muy preocupante.
No hay que perder de vista que los diputados son auténticos mandatarios, pues su principal misión es actuar en nombre y representación de quienes les hemos conferido el mandato (los votantes). Su trabajo en el órgano legislativo consiste en actuar en consonancia con las ideas, necesidades, objetivos, valores y voluntad de la comunidad que representan.
Es decir, que los diputados electos no pueden hacer —tienen la responsabilidad de la representación— lo que les dé la gana una vez hayan ganado una curul.
Sin embargo ¿cómo saber qué hará un diputado una vez electo, si no nos lo dice? Para eso son, precisamente, las campañas políticas: para que expongan sus ideas, valores, propuestas, etc., de manera que sepamos si esa persona nos representa o no, y hasta qué punto lo hace.
Sin embargo, seguimos eligiendo a ciegas, sin saber qué proponen a ciencia cierta quienes nos piden el voto??? Y en el menos malo de los casos, votamos por bandera política ¿por qué? Porque nos falta cultura política para exigir que esto cambie. Porque algunos partidos, cuyos diputados no tienen ni los conocimientos, ni la categoría personal, ni las ideas necesarias para representar a la gente, prefieren “ocultarlos” detrás de la bandera durante la campaña.
Sin embargo, estamos a tiempo. Sería interesante que en los encuentros que la gente tenga con los candidatos les pregunte qué van a hacer, y cómo lo harán, si ganan una curul. Sería importante utilizar las redes sociales para interrogar a los candidatos sobre los temas que a cada uno le preocupan y los problemas con los que lidia cada día. Y sería muy valioso mandar el mensaje a los institutos políticos dejando de marcar banderas, y escogiendo —a la hora de votar— las personas que cada uno considere que en realidad le podrían representar.
Superar esta deficiencia de cultura política es fundamental. Para ello, lo primero es darse cuenta de que estamos a caballo entre un modo autoritario, cerrado, paternalista de elegir a los diputados; y una manera moderna, abierta, con responsabilidad personal para hacerlo. Lo segundo es empezar a pensar cada uno por sí mismo y votar con conocimiento de causa.
*Columnista de El Diario de Hoy.
@carlosmayorare