El círculo vicioso de El Salvador

El obstáculo más grande para el desarrollo del país no es económico, sino político, ya que una parte minoritaria pero substancial de la población apoya ideas y políticas que detienen la inversión y obstruyen el desarrollo económico del país.

descripción de la imagen
Los tecleños se siguen preparando para el máximo torneo de clubes a nivel de Concacaf

Por Manuel Hinds*

2018-01-25 8:34:37

El regreso de los que habían estado amparados en el TPS, que pueden sumar casi 200,000 personas, representa un reto enorme para el país, tan grande que podría convertirse en la crisis más grande que ha sufrido la economía del país en su historia. La cifra representa el 3.1 % de su población. Si esto le sucediera a Estados Unidos, tendría que absorber 9 millones de habitantes en 18 meses.

De acuerdo con cifras del Bureau of Labor Statistics de Estados Unidos (USDL-18-0024), el total de empleos civiles en ese país aumentó en 1.8 millones de puestos de trabajo (de 152.2 a 154.0 millones) de diciembre de 2016 a diciembre de 2017. Esto quiere decir que poder generar empleos en número suficiente para absorber los 9 millones Estados Unidos se tardaría 5 años con 2 meses, suponiendo que nadie más necesitara trabajo. Y esa es una economía sana creciendo fuertemente. En El Salvador el tiempo de absorción sería mucho más largo, si es que si se pudiera realizar, ya que la demanda interna caería por la falta de las remesas que los que van a venir ya no mandarían —lo cual llevaría a pérdida en puestos de trabajo que podrían anular el crecimiento normal de los empleos.

Es obvio que hay que acelerar drásticamente la inversión privada en el país, utilizando el talento empresarial que existe ya en El Salvador y el de los que vengan deportados de Estados Unidos. La capacidad de invertir de los que vengan no debe ser sobreestimada, sin embargo. Han vivido toda su vida en Estados Unidos y tendrán mucha dificultad para adaptarse a la vida aquí, por diferencias en el ambiente y por las diferencias en ingresos. Todo lo que es fácil en Estados Unidos (invertir, armar una empresa) es difícil en El Salvador, y todo lo que es celebrado en Estados Unidos (la inversión, crear puestos de trabajo) es visto con envidia y agresividad aquí por el gobierno y su partido.

Más aún, son muy pocos los empresarios entre ellos y son muy pocos también los que tienen estudios avanzados. Una buena parte del resto han trabajado en servicios de bajo valor agregado (como construcción, limpieza de edificios, jardinería), que en El Salvador pagan salarios muchísimo menores que en Estados Unidos. La mayor parte de la inversión tendrá entonces que venir de los salvadoreños viviendo aquí.

El problema es que si hay algo que está muy bajo en El Salvador es la inversión, por tres razones básicas. Una es que no hay nada que desestimule más la inversión que la amenaza de que el objetivo último del partido de gobierno es confiscar las empresas privadas, una amenaza que el FMLN ha hecho varias veces, y que incluyó oficialmente en el documento que emitió en su convención realizada hace un par de años. Esto limita enormemente las inversiones en el país. Ni los empresarios de aquí ni los de allá van a querer invertir fuertemente en el país con esas amenazas.

La segunda razón por la que la inversión no crece en el país es que el exceso de burocracia aumenta enormemente los gastos de las empresas, reduciendo aun más el número y la naturaleza de las empresas que pueden ser rentables y sujetas de inversión. El tercer problema es la violencia y el dominio que ejercen las maras en gran parte del país, no solo con asesinatos sino con cobros por operar y entrar a poblaciones y barrios.

Estos problemas demuestran que el obstáculo más grande para el desarrollo del país no es económico, sino político, ya que una parte minoritaria pero substancial de la población apoya ideas y políticas que detienen la inversión y obstruyen el desarrollo económico del país. La falta de ese desarrollo convence más a esta minoría de que hay que destruir a los sectores que podrían desarrollar al país si solo dejaran de amenazarlo y atacarlo, en un fatal círculo vicioso que ha impedido el desarrollo por cinco décadas, desde que el FMLN comenzó su ataque contra la empresa privada. Los que no quieren que el país tome el rumbo de Cuba y Venezuela son muchos más, pero, por tonterías, no logran unificarse. Este es el problema del país.

*Máster en Economía
Northwestern University.
Columnista de El Diario de Hoy.