En la primera fecha del fútbol salvadoreño, todos los aficionados del fútbol nos horrorizamos e indignamos y con una batalla campal entre supuestos hinchas de FAS y Firpo en la ruta rumbo al estadio. Imágenes escalofriantes y aficionados con heridas graves fueron el “resultado”.
Hoy, ocho días más tarde y con un par de comunicados en el medio, todo parece haber quedado en la nada… y en el olvido.
No se identificó ni se detuvo a los agresores, a pesar de cantidad de fotos donde se podían observar e identificar. Ninguna sanción a los equipos o barras. Hubo sí comunicados condenando la violencia pero sin anunciar medidas.
Y el show que volvió a continuar. Tanto fue así que la única medida concreta la tomó una barra, la de FAS, de no ir a los partidos de visitante.
Cuando la violencia en el fútbol se instala, luego es casi imposible detenerla. Por eso se debe actuar con rigor hoy, sea el color que sea. En Argentina, por dar un ejemplo, hace muchos años que la pasión desbordó en violencia y los visitantes tienen la “entrada prohibida”.
Detener la violencia también es una decisión política. Las autoridades deben tener en claro su rol y actuar. Así se terminaron los “hooligans” cuando amenazaron de muerte al fútbol inglés. No se debería llegar a esos extremos para limpiar al fútbol de estos delincuentes disfrazados de aficionados…