Escapando de la realidad

Lo que se está jugando en las elecciones de 2018 y de 2019 es precisamente la sobrevivencia de la democracia que fue el objetivo de los Acuerdos de Paz. El que diga que este objetivo ya se cumplió vive en otro planeta.

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Por Manuel Hinds*

2018-01-18 6:33:29

Predecible y tristemente, el aniversario de los Acuerdos de Paz ha reciclado la fantasía de que todos los problemas del país pueden resolverse, o podrían haberse resuelto, con unos acuerdos que fueran, o hubieran sido, más amplios y más detallados que los que se hicieron. Era predecible porque todos los años se dice lo mismo, y es triste porque el decirlo es un síntoma del escape que nuestra sociedad está teniendo hacia un mundo de fantasía, en el que el objetivo es decir cosas, no cambiar la realidad.

La idea de corregir todos los problemas con acuerdos nacionales ignora la diferencia entre los problemas políticos y la manera en la que estos se resuelven. Lo que los Acuerdos de Paz buscaron fue lo segundo: establecer un sistema que transformara los inevitables conflictos políticos en decisiones nacionales a través de una institucionalización democrática. Este sistema debía de sustituir los otros dos que habíamos usado para dirimir conflictos: las dictaduras y la guerra.

Este tipo de arreglo puede ser sacralizado en una constitución para ser respetado permanentemente. Es como las reglas del fútbol. Pero sería imposible lograr un consenso nacional permanente sobre los conflictos mismos, sobre los resultados de los partidos que con esas reglas se van a jugar. La institucionalidad democrática es para normar cómo se tomarán esas decisiones en medio de diferencias de opiniones, no para imponer una uniformidad de opiniones políticas.

Pero, además, no se puede decir que los objetivos de los Acuerdos ya han sido logrados. Los más esenciales de estos, la formación de una democracia basada en instituciones fuertes y durables, está bajo ataque. El FMLN dice abiertamente que busca el poder absoluto para instalar una tiranía como la instalada por la Revolución Rusa, quiere eliminar la propiedad privada para concentrar todo el poder económico y político en sus cúpulas y para lograr estos objetivos ha tratado por todos los medios de destruir la independencia de la Sala de lo Constitucional y otras instituciones básicas en la democracia.

Estos hechos contradicen la idea de que los objetivos de los Acuerdos ya fueron logrados. De hecho, lo que se está jugando en las elecciones de 2018 y de 2019 es precisamente la sobrevivencia de la democracia que fue el objetivo de los Acuerdos de Paz. El que diga que este objetivo ya se cumplió vive en otro planeta.

Pero esta no es la única fantasía que está brindando una oportunidad para que la sociedad se escape de sus problemas. Hemos llegado más lejos. Pasmosamente, en vez de involucrarse en el terrible problema de la criminalidad, en vez de exigir al menos diagnósticos del problema y estrategias para resolverlo, la sociedad urbana decidió envolverse en una campaña de decirse unos a otros “Somos Paz”, en la más sorprendente negación del problema espantoso que vive el país y nuestra sociedad.

Esto parece un intento de hipnotizarnos mutuamente para creer que de verdad El Salvador es Paz, creyendo que si lo decimos, por algún proceso mágico, se hará realidad. Pero para los ciudadanos que están viviendo el peor infierno de violencia en el mundo entero esto solo puede sonar como las palabras de un loco que ha perdido ya todo contacto con el mundo real. La campaña es bien intencionada, pero no hace nada para arreglar el problema. Peor aun, como en el caso de los Acuerdos de Paz, el decir “Somos Paz” se convierte en algo muy negativo porque niega el problema y deja a la sociedad civil con una sensación de que ya hizo algo para resolver el problema (el mismo que está negando) y quita urgencia y motivación para realmente enfrentarlo.

Ojalá que la sociedad vuelva a la realidad y busque soluciones que funcionen para defender los objetivos de los Acuerdos de Paz en contra de los ataques del FMLN y para enfrentar el terrible azote de la criminalidad. Ojalá que la cordura vuelva al país y se abandonen los mundos de fantasía. Si no, en unos años, nos diremos unos a otros “Somos Libertad, Paz y Desarrollo” mientras el país se hunde cada vez más en una tiranía comunista, con cada vez más violencia, y con cada vez más pobreza.

*Máster en Economía
Northwestern University.
Columnista de El Diario de Hoy.