Alcaldes y diputados al debate???

Los nuevos tiempos demandan hombres y mujeres que no le rehúyan a la discusión de las ideas. Se terminó el ciclo de eslogan y frases rimbombantes.

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Por Luis Mario Rodríguez R.*

2018-01-17 9:03:45

En un sistema como el salvadoreño, en el que los votantes elegimos a los legisladores de nuestra preferencia sin importar el partido en el que militan, se transforma en urgente la necesidad de debatir. De lo contrario, la campaña se reduce a explotar la mejor sonrisa de los aspirantes a diputados.

Ciertamente con las listas abiertas es necesario que quienes aspiran a formar parte de un grupo parlamentario indiquen la posición que ocupan en la papeleta y, si no son figuras públicas, además exhiban su imagen para que los electores los recuerden. Pero no es el aspecto o su apariencia física lo que han de promover. Más bien tienen que demostrar su ingenio, su compromiso con el país, el respeto al Estado de Derecho y las iniciativas para mejorar la vida de la gente.

Cuando se pretende un cargo público, no confrontar los planes entre los adversarios niega el derecho de los ciudadanos de asistir a las urnas de manera informada. El escenario se torna peor si la población marca el rostro de una persona o la bandera de un partido sin analizar sus planteamientos acerca de los retos que enfrenta tanto la Nación, en los comicios presidenciales y legislativos, como los municipios si se trata de una elección local.

Los nuevos tiempos demandan hombres y mujeres que no le rehúyan a la discusión de las ideas. Se terminó el ciclo de eslogan y frases rimbombantes. El que quiera representar a la sociedad desde la Asamblea, en las alcaldías o en el Ejecutivo, está obligado a contraponer sus programas con los de sus oponentes de tal manera que, abierta y públicamente, se logren evidenciar sus capacidades, debilidades y omisiones.

En gran medida las quejas de los latinoamericanos a la democracia y el coqueteo con el populismo en el siglo XXI se originan en el desconsuelo que brota al constatar el engaño del que han sido víctimas los electores. Falsos juramentos, escándalos de corrupción, incompetencia en el manejo de la cosa pública, clientelismo político, improvisación, son solo algunas de las conductas que podrían haberse detectado si durante las campañas se hubiera deliberado sobre las respectivas promesas.

Ni la experiencia que supuestamente otorgan décadas de ejercicio en un gobierno local ni mucho menos una cara atractiva en la Asamblea Legislativa garantizan el éxito de un político. La estrategia de no debatir porque se encuentra “arriba” en las encuestas pasó de moda. El electorado necesita razonar su voto y los datos para lograrlo no pueden tener como fuente el silencio de los candidatos. Esta actitud debería tomarse como negligente porque demuestra el desinterés ???o el temor??? de los competidores a encarar la crítica de quienes se encuentran disputando el mismo espacio dentro de la función pública.

La posibilidad de marcar directamente a la persona que consideramos apta para integrar la Asamblea Legislativa no se originó para anular los debates. En otras palabras, quien cruza su voto debe hacerlo porque conoce las intenciones de aquellos y no actúa influenciado por su fotografía en una valla publicitaria. Identificar a los candidatos permite a la ciudadanía exigirles cuentas si ignoraron los asuntos que ofrecieron antes de convertirse en funcionarios. El votante tiene la posibilidad de enmendar el error que cometió en la elección anterior y sustituir por nuevas opciones a los defraudadores.

Lo mismo aplica para las municipalidades. Los que luchan por alcanzar la silla edilicia están obligados a argumentar frente a los pobladores por qué deben refrendarles un período más o las razones por las cuales llegó la hora de la renovación. Los políticos que buscan la alternancia tendrán que persuadir a los residentes y vecinos que sus proyectos pueden resolver problemas que por años han dificultado la vida en esa localidad. Este objetivo se alcanza si los pretendientes a presidir el respectivo concejo municipal refutan públicamente los fallos de su oponente, aceptan sus aciertos y muestran las novedades que ellos impulsarán, de preferencia en un encuentro ante los medios de comunicación.

Avivar la polémica acerca de los temas que interesan a los habitantes debería significar una ventaja electoral para quien la estimula.

*Columnista
de El Diario de Hoy