¿En qué trabajan los salvadoreños con TPS en Estados Unidos?

De ser cancelado, un total de 195,000 salvadoreños perderán el estatus legal que han tenido. La mayoría ha vivido por más de 20 años en Estados Unidos.

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Por Xenia González Oliva

2018-01-01 9:28:03

Eduardo, nombre ficticio, ha decidido que regresar a El Salvador no es viable para él. “Ya no se puede vivir allá”, dice sobre la situación de violencia. El país que él dejó ya no es el mismo.

Eduardo aún no tenía los 21 años cuando partió hacia Estados Unidos en el año 2000, solo llevaba sus conocimientos como mecánico automotriz y los sueños de mejorar su vida y la de sus padres. “Uno viaja para acá para un mejor futuro. Todos creo que venimos con esa mentalidad”.

Desde 2001 Eduardo ha sido beneficiario del programa de Estatus de Protección Temporal (TPS). La diferencia entre tener o no tener TPS fue muy significativa, Eduardo recuerda que al contar con una protección legal tuvo por fin ventajas para poder encontrar un mejor trabajo y adaptarse a su nueva vida. Ahora, Eduardo es uno de los principales apoyos económicos de su esposa, padres y hermanos, quienes aún viven en El Salvador.



El TPS, además de ser un programa temporal por el cual no se puede optar a una residencia permanente, tampoco da la oportunidad de que los beneficiarios puedan solicitar a sus familiares.

La violencia en El Salvador preocupa a Eduardo, quien no ve posible la vida en su país de origen. Él ya tomó una decisión, si el TPS se cancela, tendrá que moverse de estado o quizá podría ir hasta Canadá: “Mi familia depende mucho de mí”.

Cory Reyes tiene miedo. Cada mañana teme que ese sea el día en que todo cambie para mal. Teme que agentes de Migración irrumpan en su casa, la detengan en el camino al trabajo o mientras recoge a sus hijos de la escuela; teme que la separen del espacio que ha sido su hogar por casi 20 años. Teme desaparecer de la vida de sus hijos. Teme tener que desaparecer de su comunidad y huir para no perder a su familia. Esa es la angustia que la persigue, aunque ella está “protegida”.

Desde 2001, Cory es parte de los cientos de miles de salvadoreños que lograron obtener el TPS en Estados Unidos, un programa que le ha dado un respaldo legal que la protege de la deportación y le permite trabajar.

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Aunque el TPS brinda a sus poseedores un estado temporal de legalidad y protección, los ha dejado sumergidos en un ciclo de incertidumbre, de temer que llegue el día en que no sea renovado y se cancele por completo.

Por casi 17 años, Cory ha tenido que pasar por ese ciclo cada 18 meses. Para renovar su TPS se debe someter a un minucioso proceso de supervisión de su historial, además de pagar más de $300 para volver a recibir el estatus y el permiso para trabajar.

Cada vez que se acercan las fechas de vencimiento del TPS, el miedo comienza a perseguir a Cory y solo la deja tranquila con el anuncio de que ha sido renovado. La última renovación del TPS para los salvadoreños fue notificada por el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, en inglés) el 18 de julio de 2016, con una extensión hasta el 8 de marzo de 2018. La decisión de si el TPS volverá a ser renovado para los salvadoreños podría conocerse durante los primeros días de enero.

Para Cory, la intranquilidad de no saber qué hacer es peor que en años anteriores.

En noviembre pasado, la entonces secretaria interina de Seguridad Nacional, Elaine Duke, anunció la terminación del TPS para Nicaragua y Haití. Y, aunque para Honduras se extendió por seis meses más, desde el 5 de enero al 5 de julio de 2018, lo más probable es que también se cancele al concluir ese período.

“¿Qué va a pasar con nosotros? ¿Lo irán a cancelar o a dejar? Es una angustia muy fea”, dice Cory. Piensa en sus tres hijos, de 11, cuatro y dos años. Piensa en la casa que con tanto sacrificio ha logrado conseguir, en sus amigos de la iglesia, del trabajo y del vecindario. En qué decisión deberá tomar.

Cory también llegó a Estados Unidos cuando tenía 21 años en el año 2000. Fue hasta que obtuvo el TPS cuando pudo buscar trabajo con mayor libertad. Ha hecho casi de todo, ha trabajado en construcción, en restaurantes, en limpieza de casas y de oficinas, hasta llegar a su trabajo actual a cargo del mantenimiento de una casa.

Tras muchos años de pasar días con horarios impredecibles, Cory por fin ha alcanzado el alivio de una rutina que le permite trabajar y pasar tiempo con su familia. Ahora, las carreras mañaneras por dejar listos a sus hijos antes del inicio de la escuela, el camino a su trabajo, el regreso a la casa para cocinar y descansar en familia, cada momento del día está impregnado por la incertidumbre del futuro: “Siempre con la misma preocupación del día ¿qué irá a pasar con todo esto?”.


¿Dónde viven los salvadoreños con TPS?


Cientos de miles de salvadoreños no solo enfrentan el riesgo de perder el respaldo legal que los protege de la deportación y les permite trabajar de forma regular, también podrían ser víctimas de una enorme ola de desintegración familiar. De acuerdo a una investigación realizada por el Centro para Estudios de Migración (Center for Migration Studies, CMS, en inglés), hay 192,700 hijos nacidos en Estados Unidos de padres salvadoreños con TPS.

“Es una angustia muy fea; porque, imagínese, yo digo qué voy a hacer con mis hijos, no es tanto el peligro de las maras, pero también que no hay trabajo, eso es lo que está pasando ahorita”, dice Cory al pensar en un posible futuro en El Salvador.

Vea: Estados Unidos cree que TPS ya no es necesario para centroamericanos ni haitianos, según The Washington Post

En promedio, los salvadoreños con TPS han vivido por 21 años en Estados Unidos, según la misma investigación de CMS. Ahí han formado sus vidas, se han acoplado a las normas de la sociedad, son miembros activos de sus comunidades y la mayoría forma parte de la fuerza laboral de Estados Unidos.

Hay 162,900 salvadoreños con TPS, mayores de 16 años, con empleos.

Es decir que más del 83% de la comunidad salvadoreña con TPS está trabajando. Además, hay 17,400 salvadoreños con TPS que trabajan con cuenta propia.

Su labor aporta cada día a la economía de Estados Unidos, a través del pago de impuestos y contribuciones a la seguridad social. El 34% de los hogares de salvadoreños con TPS están con hipoteca, es decir que están pagando una casa propia.

Un análisis realizado por la codirectora del Centro para Investigación de Migración de la Universidad de Kansas, Cecilia Menjívar, determinaba que el ser propietarios de una casa es una muestra de la incorporación a la economía, de pertenencia y compromiso a una comunidad. “Para los beneficiarios de TPS, el ser propietario de una casa es un indicador económico, pero también una muestra de pertenencia y afiliación”, sostuvo en el reporte publicado en mayo de 2017.

“La gente está pensando en sus hijos que nacieron acá, pensando en la propiedad que compraron, que tienen, pensando en el trabajo, en la decisión que tienen que tomar. Si quedarse en los Estados Unidos y correr el riesgo de ser perseguidos por la Migración, que es menos peligroso que estar en El Salvador y ser víctima de la extorsión, de la violencia”, dice Pablo Alvarado, director de la Red Nacional de Jornaleros (NDLON, en inglés) y líder de movimientos que luchan por los derechos de los migrantes en Estados Unidos.

El investigador de la Universidad Don Bosco, Jaime Rivas, señala que El Salvador no cuenta con las condiciones para absorber en el campo laboral a todos los salvadoreños con TPS.

El Salvador lo vio crecer, lo educó, le enseñó lo que sabe y él le ha retribuido a través de proyectos y las remesas enviadas, dice Alvarado, quien también fue beneficiario del TPS muchos años atrás y llegó a los Estados Unidos a sus 20 años. La diferencia, sin embargo, está en que su talento y todo lo que ha tenido por ofrecer se lo ha dado a los Estados Unidos.

“Los tepesianos vinieron a la misma edad, le dieron los mejores años de sus vidas a Estados Unidos, son personas trabajadoras, es una fuerza laboral tecnificada??? es una injusticia cruel cómo se usa a las personas y cómo se descartan”, lamenta Alvarado.

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La última vez que Cory visitó El Salvador fue en 2004 por la muerte de su madre. Desde entonces, el dolor entrelazado a los recuerdos, además de los compromisos diarios, le ha impedido visitar de nuevo su tierra natal. Además de su familia en Estados Unidos, Cory envía remesas para sus hermanos y su hijo mayor, de 21 años, que aún vive en El Salvador. Si tuviera que regresar, se pregunta dónde estarán dispuestos a contratarla a una persona de su edad, pues ya tiene 38 años. “¿De qué vamos a vivir?”, dice y suspira.

Una amiga de Cory, a quien se identificara como Marcela, ha sido una de las miles de personas afectadas por la cancelación del TPS a Haití y Nicaragua. Cory la ha visto llorar, preguntarse qué podrá hacer en un país que ya es más un lejano recuerdo que el lugar donde creció.

Marcela y su familia han dicho que no se irán, que se quedarán indocumentados, que si un día les toca que los agarren y los manden de regreso así será, pero no se irán. “Uno piensa lo mismo, pero por el futuro de los hijos, no es por uno, es por el futuro de los hijos. No quisiera regresar así”, dice Cory.

Ella ha buscado asesoría con abogados, pero el servicio no es barato y las respuestas no han sido tan alentadoras. Hasta ha pensado que, antes de que ocurra lo peor, debe prepararse y tener listos todos los documentos de sus hijos.

Le pide apoyo al gobierno de El Salvador para negociar una reforma que los beneficie. ¿Y qué le pide al presidente de Estados Unidos?

“Que agarre consciencia, que no destruya familias??? a uno le cuesta la vida acá??? Pero yo tengo fe en Dios. Lo que esperamos y le pedimos a Dios es que nos den una reforma migratoria”.

Directorio de servicios legales en Estados Unidos:

https://www.immigrationadvocates.org/nonprofit/legaldirectory

Consultas sobre TPS a Cancillería:

Whatsapp: (503) 7070-1071

Centro de llamadas gratuito: 1-888-30-111-30