Generación comprometida

En El Salvador necesitamos a gritos una ???generación comprometida???, que hable, que se arriesgue, que escriba, que piense, que marche, que olvide su propia seguridad, su conveniencia, su egoísmo, su metro cuadrado y se comprometa de cara a los demás y, principalmente, con el futuro de nuestro país.

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Los diputados de la Comisión de Hacienda recibieron al Superintendente del Sistema Financiero y Asafondos hace unas semanas. / Foto Por Archivo

Por Max Mojica*

2017-06-25 6:45:34

El calificativo de “Generación Comprometida” se le asigna a un movimientos social y literario surgido en nuestro país durante la década de 1950, en el cual participaron tanto escritores nacionales como de varios países latinoamericanos residentes en El Salvador, por encontrarse exiliados de sus países de origen a consecuencia de las persecuciones políticas que sufrían en los mismos.

El calificativo de “comprometida” le fue atribuido por el poeta Ítalo López Vallecillos al núcleo inicial de escritores conformado por personajes que pasaron a la Historia Nacional como sensibles autores con un notoria profundidad social que recogía y denunciaba los problemas de la época, los cuales, curiosamente, son esencialmente los mismos que vivimos hoy: pobreza, exclusión, corrupción, intolerancia, autoritarismo y nula apertura a las ideas políticas renovadoras. Tales autores eran el propio López Vallecillos, Irma Lanzas, Waldo Chávez Velasco, Álvaro Menéndez Leal, entre otros.

La “segunda fase” de la Generación Comprometida ocurrió a finales de la Década de los Cincuenta con la creación del Círculo Literario Universitario de la Facultad de Derecho de la Universidad de El Salvador, integrado a su vez por connotados pensadores y escritores como Roberto Armijo, José Roberto Cea, Manlio Argueta y Tirso Canales, siendo el más destacado y conocido miembro, el poeta Roque Dalton.

Esta Generación Comprometida surge en la sociedad salvadoreña con una notoria fuerza intelectual y cultural, que pretendía sacudir y darle un giro a la conciencia de una sociedad básicamente agraria de costumbres aletargadas, como era la salvadoreña de mediados del siglo pasado. La fuerza con que surgió el movimiento que quería un cambio social y político para la época, se la imprimieron los jóvenes promotores del movimiento, con su típica camaradería solidaria y generosa, y a su vez, arriesgada, ya que no se debe perder de vista que sus posturas y filosofía política eran una mezcla de ideas progresistas, democráticas y, para algunos, comunistas, las cuales contrastaban con el conservadurismo de corte dictatorial de los gobiernos militares imperantes en casi todo el siglo XX en nuestro país.

El problema de ahora es que en El Salvador tenemos de todo, menos una “Generación Comprometida”. Nuestros jóvenes, entre 18 y 30 años, no obstante ser a nivel porcentual, los que mayor incidencia podrían tener como sector de votantes del padrón electoral para las elecciones de 2018 y 2019, han declarado en diversas encuestas que no les interesa la política nacional, como si la “cuestión política” fuera un evento lejano, el cual, independientemente de sus resultados, nunca les llegaría a afectar, cuando es precisamente en estas próximas elecciones que se juega el futuro mismo de esos jóvenes, sus familias y en definitiva, de su país.

Los jóvenes reclaman un cambio, quieren transparencia y eficiencia en el manejo de la cosa pública y aspiran que se combata la corrupción en el Estado ???venga de donde venga-, pero curiosamente, esos mismos jóvenes son los que no se quieren involucrar en nada para obtener, precisamente, los cambios que reclaman. Ningún cambio ocurre por generación espontánea; ocurre cuando el individuo le “mete el diente” al problema, cuando se trabaja para buscar una solución, cuando uno se arriesga, se involucra, se compromete, se esfuerza. Las cosas difícilmente ocurrirán, las situaciones raramente variarán, cuando estamos sentados viendo televisión o siendo únicamente “activos” a nivel de redes sociales, a la inocente espera que “alguien más” haga algo. De seguir con esa actitud, lo más probable es que peinemos canas, recostados en nuestra poltrona, antes de que algo pase y de la nada, surja ante nuestros ojos un mejor país.

En El Salvador necesitamos a gritos una “generación comprometida”, que hable, que se arriesgue, que escriba, que piense, que marche, que olvide su propia seguridad, su conveniencia, su egoísmo, su metro cuadrado y se comprometa de cara a los demás y principalmente, con el futuro de nuestro país. Ya hay muchos que hemos dado ese paso: Sulen Ayala, Beto Sáenz, Daniel Olmedo, Erika Saldaña, Cristina López, Alfredo Atanasio, Ricardo Avelar, Gerardo Guerra, los hermanos Luis y José Portillo, Bessy Ríos, Johnny Wright, Guillermo Miranda, Eduardo Lovo, Aída Betancourt, Carmen Aída Lazo, Claudia Umaña y otros jóvenes reunidos en grupos como De Cinco en Cinco, Medio Lleno, Censura Cero, Uno más Uno, Proyecto Cero, solo por citar a algunos.

Todos queremos cambios. Todos queremos vivir en democracia y en libertad. Pero si no nos comprometemos e involucramos, nada de esto sucederá y pasarán los años y seguiremos viviendo lo mismo. La realidad es que el día llegó en que la “generación comprometida” seamos nosotros. Y es nadie nos sustituirá en la lucha por un mejor El Salvador, que nosotros estamos llamados a dar.

*Abogado, máster en leyes.
@MaxMojica