A un costado del edificio de Especialidades, del hospital Rosales, se acumulan los desperdicios o chatarra del sanatorio. Pese a la mala imagen que causa, los empleados no pueden deshacerse de ellos.
“Nuestro objetos (inmobiliario) tienen un inventario, aunque estén viejos y feos no las podemos botar a la basura; tenemos que recogerlos, tenerlos ahí, irlos inventariando. Cuando hay un buen poco, se lanza una permuta o una venta de chatarra; hay una comisión que anota cada una de las cosas, porque eso es bien delicado, todo esta inventariado”, explicó Claudia Larín, jefa de Relaciones Públicas de hospital.
Según Larín, la chatarra del hospital se debe desechar legalmente, lo cual lleva meses; el hospital, también, hace un trueque con empresas dando la chatarra a cambio de muebles u otro bien.
“Lo que se hace es que la chatarra se da, pero no nos dan dinero o bienes, cosas que nosotros necesitamos como sillas, escritorios, etc.”, explicó.
Se buscó al jefe de servicios generales del sanatorio para preguntar sí parte del equipo descompuesto se utiliza para reparar otros muebles.
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Además de conocer cuántas toneladas de chatarra se desechan en el año, pero no se obtuvo la información.
Larín manifestó que “hay más de un lugar que esta desordenado porque en algún lugar se debe resguardar (la chatarra)”, mientras se espera el momento de descartarla.
El proceso de permuta puede llegar a tardar hasta seis meses.
Entre la chatarra de l hospital hay muebles, enseres electrónicos y otros.