Los despotismos se basan siempre en imponer la voluntad del tirano

Los despotismos de toda laya se basan en un hecho: imponer sobre otros su voluntad, sea a través de reglas y rituales, sea por la fuerza, sea controlando lo necesario para vivir.

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2017-05-28 6:54:06

El dictador de Siria, Assad, sostenido por los rusos e Irán, está denunciado por Amnistía Internacional por tener un crematorio donde incineran a las decenas de miles de víctimas de su represión, crematorio situado en la principal cárcel de Damasco.

Assad es un caso más de la demencia de tantos déspotas que para sostenerse en el poder están preparados a perpetrar las peores atrocidades, como lo haría Erdogan (que liquidó la democracia turca), Hitler y de seguro Castro de darse un levantamiento en Cuba.

El poder enferma y hasta en países democráticos muchos presidentes quedan tocados de la cabeza y hacen todo lo que las leyes les permiten para reelegirse o volver a presentarse como candidatos.

Y el caso más repugnante en estos momentos es del dictador venezolano, que se niega a entregar el poder y en el afán ha hundido a Venezuela en una represión y una hambruna a la africana, como el brasileño Lula da Silva y su gente han sido denunciados de corromper a la nación.

Los crematorios son uno de los más infernales recursos a los que puede una dictadura echar mano para esconder sus crímenes, como los nazis desde que establecieron los campos de concentración, que incineraban los cadáveres de las víctimas de las cámaras de gas.

Los bombardeos a ciudades sin importar las víctimas civiles, niños, gente inocente, el uso de gases asfixiantes contra adversarios y lo que motivó la respuesta inmediata de Estados Unidos bombardeando las bases desde donde se lanzaban, hasta la formación de ISIS por Assad liberando de sus cárceles a los peores y mas fanáticos criminales, es el alcance de tal demencia.

Poder escoger sin ser coaccionado
es la característica de los pueblos libres

Los despotismos de toda laya se basan en un hecho: imponer sobre otros su voluntad, sea a través de reglas y rituales, sea por la fuerza, sea controlando lo necesario para vivir.

Como contraste, la libertad es esencialmente la posibilidad de escoger, pues al no poder cambiar la realidad de lo que rodea a un ser, se trate de un microorganismo o de un hombre, su única libertad está en decidir entre dos o varias alternativas y es a través de esas decisiones que la vida se va construyendo.

Un microorganismo no tiene mucho que escoger, por lo general optar por más luz o una diferencia de temperatura o ir tras alimentos siguiendo la ruta de menor esfuerzo.

Un hombre, en cambio y casi desde la niñez, puede escoger entre innumerables posibilidades, como los colores de su vestimenta, su ocupación, los libros que lee, la pareja que a su juicio le hará más feliz. Y es de ese cúmulo de decisiones que su vida toma un curso.

En sociedades regimentadas, como en la India o los islámicos, la posibilidad de escoger es muy limitada, al mismo tiempo que los actos obligados, como ir a un templo o casarse se imponen sobre el individuo.

Entre los talibanes el largo y forma de la barba masculina se decide tribalmente, como en Cuba lo que la gente puede leer o vestir, al no presentarse muchas opciones en el dispensario de alimentos o de ropa.

El gran pensador liberal Milton Friedman tituló su obra más conocida “Free to Choose”, libre para escoger, como el acto esencial de las sociedades libres.