Ivania Miranda, la atleta y madre que lucha por mantener el equilibrio

La marchista ha representado a nivel mundial al país y participó en los Olímpicos de Río. Para estar en el deporte de alto rendimiento ha realizado muchos sacrificios.

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elsalvador.com

Por César Najarro

2017-05-23 5:57:38

Para nadie es un secreto que ser deportista en El Salvador y vivir de ello es casi imposible. Las cosas se complican más cuando el deporte que se practica no es fútbol, el que más apoyo recibe, ya sea privado y estatal. Pero la ecuación es mucho más difícil cuando se trata de equilibrar ser atleta de alto rendimiento y madre de dos niñas, y, a la vez, estudiar para buscar un futuro mejor para sus retoños.
Yesenia Ivania Miranda se levanta a las 3 de la mañana para poder cumplir con sus rutinas, para entrenar y mantenerse en la cúspide a nivel centroamericano de la marcha, para dedicarle tiempo de calidad a sus hijas y para prepararse de cara al futuro.
Con 23 años, ya se retiró en una ocasión de la marcha atlética por los diversos problemas económicos y situaciones particulares que atraviesan los atletas en este país. Pero volvió con todo, a tal grado que consiguió la clasificación para los Juegos Olímpicos de Río 2016, algo que muy pocos atletas consiguen en el mundo, incluso con mejores condiciones estructurales y apoyo económico. Y aunque no le fue como esperaba en Río(no logró terminar la carrera), el sólo hecho de haber clasificado para el evento deportivo más grande del planeta es más que meritorio.
Más que meritorio cuando en muchas ocasiones ni siquiera tiene los zapatos adecuados para entrenar. O cuando, pese a tener una beca de $200 dólares de parte del Estado (Indes), este monto no lo ha recibido en lo que va del año por los atrasos y crisis económica del país. Sin embargo, no desfallece y ha seguido en sus luchas particulares al lado de su esposo, el también marchista Luis López.

Patricia de Calderón, una madre reconstructora de vidas

Esta atleta es también una súper madre que trata de equilibrar como puede los tiempos. Su hija menor (3 años) la acompaña a los entrenos, y también tiene que sacrificarse y desvelarse junto con ella para ir a las prácticas. A la mayor (seis años), que ya estudia, la ve cuando regresa aproximadamente a las siete de la noche. El apoyo de su familia ha sido clave, ya que la cuidan después que sale de clases.
Consciente de que el deporte no permite tener una vida como desearía en este país, no se ha quedado cruzada de brazos y estudia Profesorado en Educación Básica en la Don Bosco.
“El deporte te ayuda, pero ya a la hora del apoyo, he llegado a pensar en retirarme porque es bastante difícil, mis hijas tienen que comer, vestir, ir al colegio y también estoy estudiando. Un día, una lesión, un retiro, nadie me dará nada para poderme mantener, por eso quiero ser profesora”, cuenta.
Con apenas 23 años, dice con aplomo:“todas las mujeres salvadoreñas luchamos, todas las que somos madres somos capaces de luchar por nuestros hijos, por tratar de salir adelante y darles un buen ejemplo en una sociedad y complicada. Es bien difícil para todas, pero yo puedo hacer estos sacrificios, y otras madres tienen que hacer muchos otros”.