El profeta Orwell

Orwell mostró cómo los métodos totalitarios, la aparición de mesías políticos y de ???visionarios???, terminan siempre por lograr la ruina de las mismas mayorías que pretenden defender.

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Por Carlos Mayora Re*

2017-05-05 8:45:52

Cuando se publicó por primera vez “Rebelión en la granja” en 1945, su autor, George Orwell no imaginó la gran actualidad que su obra tendría setenta años después; y menos podría haber pensado que se haría realidad en América Latina.

El totalitarismo, la corrupción, y la desgracia que estos engendran, son las ideas que el autor desarrolla a partir de una hipotética granja en la campiña inglesa, en la que el propietario abusa despiadadamente de unos animales que tiene abandonados.

Aunque, en honor a la verdad, los conceptos del libro pueden reflejar el modo en que cualquier régimen totalitario se hace con el poder, explota a los ciudadanos, y termina llevando el infierno a la tierra???; considerando la actualidad de Venezuela, ese otrora riquísimo país, y las lecciones que del parangón pueden extraerse, espero que Orwell nos disculpará por la simpleza de la comparación.

Al principio se nos presenta al señor Jones, el dueño de la granja, quien borracho y despilfarrador ha llevado la propiedad a la ruina -y los animales a la desgracia-, del mismo modo como hicieron algunos políticos venezolanos que permitieron el enriquecimiento de unos pocos, y la corrupción en Venezuela previo al ascenso de Chávez al poder.

En la granja hay un marrano sabio, llamado Cerdo Mayor que entiende la situación e insta a todos los animales a rebelarse y dirigir la granja por ellos mismos, con una importante premisa: igualdad entre todos los animales, y enemistad irreconciliable con los hombres: un poco lo que Chávez hizo al dividir Venezuela entre ricos (“sifrinos”, “escuálidos”) y pobres, por medio del odio de clase que inoculó en unos y otros.

Cerdo Mayor había tenido un sueño, y lo expone de manera inspiradora a todos los animales: “¿No resulta entonces de una claridad meridiana, camaradas, que todos los males de nuestras vidas provienen de la tiranía de los seres humanos? Eliminad tan solo al Hombre y el producto de nuestro trabajo nos pertenecerá. Casi de la noche a la mañana, nos volveríamos ricos y libres”. Palabras incendiarias que provocaron y lograron el éxito de la Revolución.

Al morir imprevistamente Cerdo Mayor le sucedió en el gobierno Napoleón, un cerdo grande, un poco tonto, pero que demostraba que podía ser feroz. Tenía la presencia, pero carecía del carisma y de la inteligencia de su mentor.

Al poco tiempo, se supo que Napoleón había criado en secreto unos perros sanguinarios (¿GNB?), encargados de mantener el orden y la paz. Napoleón (cuyo personaje podría coincidir con Maduro) echó mano de los mastines para sofocar protestas, especialmente cuando todos los demás animales de la granja expresaban su disconformidad con la forma en que los cerdos (¿boliburgueses?) estaban administrándola y enriqueciéndose: aprovechándose personalmente de todo lo que se producía (abundancia insultante en la cúpula y hambre en la población), negociando a pesar de la prohibición explícita de hacerlo con otras granjas (¿Alba negocios?), cambiando las reglas (¿Constitución Popular?) a conveniencia??? En fin, actuando igual o incluso peor que el derrocado amo Jones.

Lo peor fue la traición al ideal de igualdad. A la regla “todos los animales son iguales”, Napoleón añadió un matiz que lo dice todo: “todos los animales son iguales, pero hay unos más iguales que otros”???

El fin de la historia es previsible: los animales se rebelan, y con la ayuda de los de las granjas vecinas derrocan a Napoleón y su régimen de abuso y terror.

Orwell profetizó lo que estamos viendo. Mostró cómo los métodos totalitarios, la aparición de mesías políticos y de “visionarios”, terminan siempre por lograr la ruina de las mismas mayorías que pretenden defender, y a las que para subir al poder endulzan el oído con cantos de sirena de consecuencias verdaderamente nefastas.

*Columnista de El Diario de Hoy.
@carlosmayorare