Durante treinta meses, según cuenta el diputado opositor venezolano Rosmit Mantilla, su día a día fue estar sujeto a torturas psicológicas y ver cómo a sus compañeros de protesta les golpeaban, electrocutaban y hasta sometían a humillantes castigos como golpearlos con bolsas de heces fecales.
Hace poco más de 3 años, el 2 de mayo de 2014, este joven activista de derechos LGBTI fue sacado de su casa por un fuerte contingente de agentes del Servicio Bolivariano de Inteligencia, SEBIN.
Cerca de sesenta efectivos del aparato estatal de inteligencia, con armas largas y cubiertos de la cara irrumpieron en su hogar para apresar a un joven cuyo único delito era militar en el partido Voluntad Popular, cuyo dirigente, Leopoldo López, había sido capturado unos meses antes. Este último sigue en prisión.
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Leopoldo Lopez al momento en que inició su cautiverio en medio de las protestas de 2014 en Venezuela. Foto por AFP
Mantilla narra que en la audiencia en su contra, el fiscal a cargo de acusarlo se le acercó y casi entre lágrimas le dijo: “Rosmit, me mandaron a ponerte los mismos delitos que a Leopoldo López”.
En una conversación con El Diario de Hoy, el ahora diputado de la Asamblea Nacional de Venezuela compartió su experiencia en 30 meses bajo el puño de hierro del régimen encabezado por Nicolás Maduro.
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“Yo pasé dos años y medio en el SEBIN, el centro de torturas de Venezuela”, dice Mantilla, quien por más de un mes ha salido día con día a protestar contra la dictadura en su país.
Según el legislador, la comunidad internacional está muy acostumbrada a hablar de presos políticos, pero reflexiona poco en otro lado de la represión: la tortura, la cual califica como “la ministra más eficiente de Maduro”.
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Sobre este tema, Mantilla, quien fue agredido psicológicamente por agentes del Estado, fue testigo de cómo todos los jóvenes capturados en 2014 fueron torturados.
“Mis compañeros fueron colgados, electrocutados, les ponían bolsas con excremento en la cara para obtener declaraciones contra dirigentes de oposición y esto es una política generalizada, no son casos aislados. La tortura se repite en todos los presos políticos”, lamentó.
Mantilla y sus captores
Venezuela está en medio de una profunda crisis humanitaria y a gran parte de la población le hacen falta bienes básicos, como comida y medicamentos.
En este contexto, las condiciones en que vive un opositor no distan mucho de las de agentes de seguridad del Estado, como quienes torturaron por 30 meses a Rosmit Mantilla.
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Durante su cautiverio, él tuvo conversaciones con sus custodios para comprender qué provocaba tal deshumanización y la violencia contra los opositores.
“Yo conversaba con los agentes del SEBIN y coincidíamos en tener problemas para comprar comida o acceder a la salud”, narra el ahora legislador, quien explica que ellos excusan sus hechos bajo la nueva y lapidaria regla del país: “yo cumplo órdenes de arriba”.
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Policía antidisturbios y manifestantes chocan durante una protesta contra el presidente venezolano Nicolás Maduro, en Caracas. AFP
En ese periodo, cuenta que logró distinguir a dos tipos de agentes: por un lado, quienes con pena incluso se disculpaban con él y le aseguraban que seguían indicaciones y lo hacían por un salario, y por el otro, los “fanáticos e ideologizados que se reían al golpear a los presos políticos y comparaban lo rojo de sus manos tras tanto golpe”.
Una libertad a medias
El 17 de noviembre de 2016, Rosmit Mantilla fue puesto en libertad condicional por el régimen, que hasta la fecha mantiene a alrededor de 150 presos políticos, a quienes les sindica delitos como instigación de violencia simplemente por militar en partidos u organizaciones críticas al gobierno de Maduro.
Tal es el caso de Mantilla. A él le imputaron los mismos delitos que a Leopoldo López: incendio y daños a edificios público; instigación a delinquir; y asociación para delinquir. La pena que le correspondía era de 25 años y pese a haber salido, tiene que volver a presentarse ante los tribunales.
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“Yo no fui liberado por completo, tengo libertad condicional y en una semana inicia mi juicio con una probable sentencia condenatoria. Sin duda es posible que me vuelvan a capturar”, lamenta, y explica que “todos los opositores estamos amenazadas. La inmunidad parlamentaria no tiene valor y el poder judicial es un brazo de Nicolás Maduro”.
Sin embargo, aclara que no tiene miedo y que no estar en la cárcel tampoco es sinónimo de ser completamente libre en su país.
“Estamos a la buena de Dios, los políticos y los ciudadanos. Estamos todos presos de alguna forma. Yo estuve preso en el SEBIN pero lo que hicieron fue cambiarme de jaula porque estamos en un país donde no hay garantías de nada. Denunciar, protestar, legislar constituye un delito para la dictadura de Nicolás Maduro” reflexiona Mantilla.
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Esto, según él, es una señal inequívoca de un régimen que se sabe en sus últimos días, aunque aclara que la lucha de la oposición no es una carrera de velocidad, sino de resistencia.
Las manifestaciones contra el régimen
Al momento de salir de prisión, desde el hospital donde fue internado por padecimientos durante el cautiverio, Mantilla expresó un compromiso por volver a salir a la calle a manifestar su descontento.
Explicó que “una vez recuperas la libertad tu vida no vuelve a ser la misma; nunca vas a ser completamente libre, más en mi caso porque ahí quedaron mis hermanos presos: Leopoldo López, Daniel Ceballos, y otros dirigentes de Voluntad Popular”.
Mantilla afirma que su compromiso es el de todo un país que no descansa, pues la crisis dejó de ser política y ya pegó en el estómago de todos los venezolanos. “No sabemos qué pega más duro, si una bala o el hambre. Hay venezolanos no indigentes comiendo de la basura”.
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Sin embargo, el legislador hace una confesión desgarradora: no es valor lo que los lleva a las calles, pese a la represión con balas de goma, gases lacrimógenos, tanquetas y colectivos de criminales armados por el régimen.
Mantilla explicó a El Diario de Hoy que “luego de casi 20 años de dictadura, lo que nos une es el hambre. No te puedo hablar de valentía, al menos en mi caso no es eso”.
El opositor aseguró que su lucha seguirá, pero buscando una transición pacífica de poder, capaz de rehacer los puentes que años de chavismo han derribado. Mantilla aclaró que la única salida que promueven es la electoral y que “la violencia es el arma de los cobardes”.