San Juan Nonualco celebra la fiesta de las Palancas

Los habitantes del municipio de San Juan Nonualco, en La Paz, festejan la llegada del día de la Santa Cruz celebrando sus tradicionales fiestas en honor al Señor de la Caridad.

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La palanca muestra del sincretismo religioso entre cristianos y tradiciones indigenas. Forman una cruz a la que le cuelgan fruta de la temporada. San Juan Nonualco, La Paz. Foto/Lissette Monterrosa

Por Natalia Oelsner / Ileana ??vila / Cristian Díaz

2017-05-03 6:00:29

Muchas familias salvadoreñas adornan su casa con una cruz de palo de jiote decorado con papeles de china en muchos colores y frutas. Pero en el municipio de San Juan Nonualco, en el departamento de La Paz, la celebración toma otra dimensión. El pintoresco pueblo se pinta de colores para celebrar la fiesta de las palancas, víspera para el día de la Santa Cruz.

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“Nuestra tradición es un sincretismo que se dio entre el cristianismo y las costumbres de nuestros indígenas. Nuestros indígenas solían sacar este tipo de tradición, el paseo de la fruta, con la llegada del invierno para dar gracias a los dioses y como una ofrenda, un sacrificio, para que hubiera una abundante cosecha” cuenta Marco Antonio Grande, quien fue nombrado , este año, en el cargo de tenance.

Y es así como con la llegada de las lluvias se conmemora la aparición de nuevas flores y frutos rindiendo culto a la fertilidad de la Madre Tierra y a Xipe Tótec, considerado como uno de los principales dioses del panteón mesoamericano.

Decorada con guineos, mangos, naranjas, marañones y frutas de la época, la palanca hecha de palo de jiote que en náhuatl significa “sarpullido o sarna” por el aspecto despellejado que muestra su corteza, va a pasearse por todo el barrio de San Antonio hasta ser colgada en la ermita. El cálido ambiente se acompaña de una banda que toca música alegre, niños que explotan en las cabezas de sus compañeros cascarones de huevos rellenos de papeles de colores y gente que lanza cohetes mientras goza de esta fiesta tan tradicional.

La banda no solo anima a los pasantes, si no también a los bailarines de “la danza del tigre y el venado” celebrada cada 2 de mayo en el día del Señor de la Caridad. “Esta danza es un recuerdo de un suceso que según la tradición sanjuanense sucedió cuando una pareja de esposos que son representados por la vieja y el viejo estaban siendo acechados por un tigre. Entonces ellos encomendaron al Señor de la Caridad, en el honor a quien se hace la fiesta que los protegiera. La danza representa eso, la protección que tuvo esa familia ante el tigre ya que aparece un venado y el tigre ya no se los comió a ellos si no que al venado. Fueron ellos los que dijeron que en agradecimiento al Señor de la Caridad, todos los años iban a sacar esa danza y esto ya tiene siglos de existir”, relata el tenance.

Todos los barrios del pueblo también organizan su propia palanca, en la que cada año se nombra a un mayordomo y a un tenance encargados de planificar la celebración. Los asistentes deben rezar frente a la cruz para después poder comerse las frutas con las que se ha adornado. Según las creencias, si uno no decora su casa con la cruz, el diablo llegaría por la noche a bailar.

“Nuestros abuelitos, bisabuelitos y todo nos contaban la historia de la vieja, el viejo, el venado y el tigre. De ahí si existió o no solo Dios sabe, pero nosotros seguimos con la tradición para sacar siempre adelante lo nuestro, lo que nos dieron nuestros abuelitos”, afirma Blanca Morena Rivera, quien pasea una ofrenda para El Señor de la Caridad y La Santa Cruz acompañada de sus nietas.

Este 3 de mayo, los mercados del país se llenan de ventas de adornos de papel, fruta y cruces de jiote.

En Ahuachapán, Marta Contreras tiene 40 años de edad y la mitad de ellos los ha dedicado a vender las cruces que este día son colocadas.

Pero elaborar las 20 cruces que en promedio comercializa debe caminar más de dos horas para llegar a las montañas del cantón El Barro, de la cabecera departamental, donde también reside, a buscar el palo de jiote. Luego, cada cruz la vende entre $0.50 y $1, dependiendo del tamaño.

Al otro extremo del país, María Carmen del Cid de Cañas, de 77 años recuerda sus días de infancia en Ciudad Barrios, y como se celebraba junto a sus tíos quienes le enseñaron la devoción por la cruz como un recordatorio de la muerte de Jesús y su resurrección.

“Nosotros en casa tenemos guardada una cruz de madera, cada 3 de mayo la sacamos y colocamos frutas como mangos, marañones o naranjas” comenta.

Hoy las celebraciones son más íntimas y son menos las familias que conservan esas tradiciones, no así algunas escuelas o casas de las Culturas.