Venezuela, ejemplo de reconquista de la democracia

Recordemos que las causas estructurales de una guerra pueden encontrarse agazapadas en la permanencia de un régimen político autoritario.

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elsalvador.com

Por Ricardo Esmahan*

2017-04-24 9:00:02

En la actualidad, los dictadores ya no pueden seguir jugando a ser dioses. ¿Qué es un régimen dictatorial? Apuesto a que muchos tienen la noción, el concepto, aunque no tengan la vivencia en carne propia de las limitantes que imponen a las personas estos regímenes políticos. La humanidad ha entendido que Adolf Hitler, Joseph Stalin y Mao Zedong fueron dictadores y sus regímenes, despreciables.

Hoy en día vemos caricaturas de dictadores modernos, como el muchacho dictador norcoreano Kim Jun-Un o el sirio Al Assad, y no se diga el “faro de luz” de dirigentes del FMLN, Nicolás Maduro.

Este dictador en América, Nicolás Maduro, realmente no está en el poder con la misma autoridad y popularidad que ostentó Hugo Chávez. Todo apunta que Maduro está gobernando con una autoridad compartida. La situación económica crítica de Venezuela es la base de la inestabilidad del régimen de Maduro. La inflación refleja números de espanto. La crisis de flujo de efectivo resultante de pésima gestión es inconcebible en un país exportador de petróleo, el cual no tiene suficientes divisas para pagar sus importaciones. Una escasez que no sólo afecta a las clases medias, sino que es generalizada creando un mercado negro altamente caro.

Existe un criterio unánime que reza: la única manera de salir de ese dictador es por medio de la paz que genera el voto y no como le da la gana a Maduro. El único diálogo aceptable es el sufragio democrático. El punto de inflexión es el voto, ya que la dictadura ha arrebatado al pueblo este derecho constitucional en el plebiscito revocatorio, elecciones de gobernadores y elecciones de alcaldes. En las calles seguirán las batallas que demuestren quién tiene más resistencia y aguante. La desventaja de la población civil venezolana es el hecho que tiene que enfrentar la ley del más fuerte y no la fuerza de la ley. Enfrenta la fuerza pública y hordas armadas de activistas que agreden población civil indefensa, en contra de derechos constitucionales.

Las manifestaciones pro gubernamentales están formadas por empleados públicos y todo es baile y felicidad; en contraste, con las manifestaciones de la sociedad civil, se enfrenta al amedrentamiento, amenazas, bombas lacrimógenas, palos, etc. Llega al colmo que el oficialismo arma población civil, denominados los colectivos, para luego echar culpas a la oposición de los muertos.

El régimen venezolano ya no cuenta con los petrodólares para sostener la falsa sensación de bienestar del siglo XXI, por lo cual enfrenta su inminente colapso. Amplios sectores se suman a las protestas contra el régimen.

En El Salvador nos embrocan con el buen vivir del ALBA, un claro engaño ya que el interés del partido oficial es mantener el control de los millones de dólares regalados por Nicolás Maduro. Y analizando las palabras del Presidente Sánchez Cerén al decir que la Venezuela de Maduro es “el faro de luz que ilumina los pueblos de América Latina” no quisiera pensar que el presidente de un país democrático acompaña las políticas de Maduro, quien se ha dedicado a perseguir a ciudadanos que reclaman derechos fundamentales, ejecuta detenciones masivas, denuncia a sus opositores ante la fiscalía para imputarlos y levantarle juicios. Ataca a periodistas, dirigentes gremiales, dirigentes de partidos políticos, estudiantes, toda oposición.

Recordemos que las causas estructurales de una guerra pueden encontrarse agazapadas en la permanencia de un régimen político autoritario, la falta de un gobierno civil resultante de elecciones libres, la ausencia de un sistema legislativo representativo, la ausencia de independencia en el poder judicial, el irrespeto a los derechos humanos, el ahogamiento de la prensa independiente y la ausencia de un organismo electoral autónomo.

*Columnista de El Diario de Hoy.