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Pepper mide 120 centímetros y pesa 28 kilogramos y es movilizado en un pequeño carro especial.
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Tomomi Ota no se separa desde hace dos años de su robot Pepper.
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Lo considera un integrante de la familia y lo saca a pasear e incluso lo lleva al santuario más cercano.
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A sus 30 años, Tomomi Ota dice que no se imagina la vida sin Pepper.
- Una mujer se sorprende al interactuar con el Pepper de Tomomi Ota.
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Los robots en Japón son vistos como amigos y la gente muestra simpatía con ellos.
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Los transeúntes se detienen al paso de Ota y su robot Pepper en el barrio tokiota de Nippori.
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Ota ha sacado a Pepper del plano laboral y lo ha integrado en su día a día.
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Para sacarlo a la calle utiliza un carro especial que le regaló su madre Yuko.
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Cada domingo Pepper acompaña a su dueña a rezar al santuario cercano.
- Pepper es capaz de comunicarse e interpretar emociones humanas.