Lecciones de humildad y ternura desde la oscuridad

Anita, le dicen sus conocidos. Una mujer sin edad, porque no la recuerda, de un metro con 25 centímetros de estatura. No pide limosna en la calle, sino que vende su trabajo: manteles de crochet.

descripción de la imagen — Fe, alegría, amor al prójimo, esa es la gran riqueza humana que tiene Anita. / Foto Por Menly Cortez

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2016-12-11 8:30:00

: Fe, alegría, amor al prójimo, esa es la gran riqueza humana que tiene Anita.

: Aprendió a tejer, a elaborar una variedad de artículos con lana.

: Todos los días, desde hace 16 años, la anciana viaja hasta Metrocentro, en San Salvador, a vender sus productos.

: La jornada inicia a las 4:00 de la mañana con una taza de café, acompañada con pan, siempre y cuando tenga dinero.

: Oficio que le ha permitido poder vender los articulos en dos o cuatro dólares y poder pagar sus gastos.

: En la Escuela de Ciegos, aprendió a no depender de nadie más.

: No tiene bienes materiales, pero sí mucha fe en Dios y en las personas que siempre le compran sus manteles.

: Desde hace tres años, en la rodilla izquierda usa una venda, debido a la caída que tuvo.

: Cada miércoles, por la mañana, asiste a la primera misa que ofician en la iglesia del Rosario en San Salvador.

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