El presidente brasileño Michel Temer aseguró a la revista Veja que “sentía algo extraño” mientras residió en el Palacio de la Alvorada, la residencia presidencial.
El mandatario confesó además que desde la primera noche en el fastuoso palacio, morada de los presidentes brasileños en los últimos 70 años, no pudo dormir y que “la energía no era buena”.
Según Temer, su esposa, Marcela también percibió esa situación, y que al único que le agradaba residir allí era a su hijo de 10 años, Michelzinho, “que iba corriendo de un lado a otro. Llegamos a pensar: ¿habrá fantasmas aquí?”.
Las confesiones del presidente se dan en el marco de una entrevista concedida hace poco a Veja.