Para matar a Gustavito fue necesario sedarlo para que no se defendiera

La manera atroz con la que mataron al hipopótamo es un alarmante síntoma de la lepra mental que corroe a ciertos sectores en el país que desprecian la vida ajena.

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Los peritajes comprometen a los seis acusados con las clonaciones a los sitios web.

/ Foto Por Marlon Hernández

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2017-02-28 9:15:00

El brutal asesinato de Gustavito, el hipopótamo del Zoológico, se suma a una serie de muertes de animales por agresiones, por descuido o por inadecuada alimentación.

El fotógrafo y biólogo Alejandro Molina señala que es imposible acercarse a un hipopótamo con intenciones agresivas pues es un animal feroz que se defiende ante cualquier ataque, por lo que para herirlo en la forma salvaje en que lo hicieron era menester sedarlo antes, lo que comprueba que la muerte de Gustavito fue resultado de un plan que no podía ignorar el personal del parque.

Que casi simultáneamente con el asesinato de Gustavito hayan aparecido grupos con veinticinco mil firmas recolectadas pidiendo el cierre del Zoológico indica que podría haber una siniestra conjura tras el caso.

La manera atroz con la que mataron al hipopótamo es un alarmante síntoma de la lepra mental que corroe a ciertos sectores en el país que desprecian la vida ajena, como fue cuando un vocero oficialista tratara de restarle importancia al atropellamiento de un abogado de la Corte Suprema por un vehículo estatal, diciendo que la víctima era un “indigente”.

Las diarreas y complicaciones gastrointestinales que han matado a varios especímenes comprueban graves fallas en el manejo del Zoológico: la primera, que el parque no cuenta con presupuestos adecuados, pues los enormes ingresos estatales se van en su mayor parte a pagar los grandes salarios y despilfarros de la dirigencia efemelenista.

Lo segundo, que los presupuestos no se administran bien y no hay control sobre lo que se destina al personal y lo que se gasta en los animales; lo probable es que, siguiendo la costumbre de los actuales gobernantes, la carne aunque magra es para ellos y los huesos para los animales.

Ciertos grupos menosprecian la vida endemoniados cuya maldad cunde

El asesinato de Gustavito, considerando que al haber superioridad de parte del agresor e indefensión de la víctima, no es un caso de “maltrato a los animales” sino de comportamientos bestiales, actos de sicópatas que deben penarse con cárcel, como han pedido dirigentes de ARENA.

De la misma manera, fue con picahielos que sus mismos compañeros de grupo guerrillero mandaron a asesinar a Mélida Anaya, una de las dirigentes históricas de los sindicatos magisteriales vinculados a la extrema izquierda.

Los zoológicos son, además de lugares donde se exhiben especies nativas y foráneas, parte esencial de lo que educa a niños y jóvenes, una extensión de aulas escolares. En países ordenados es normal ver visitas guiadas de escolares por sus mismos maestros, los que explican las diferencias entre mamíferos, ovíparos y marsupiales, fieras y domesticables, peligrosos y mansos, de manada o solitarios.

En las redes sociales se acusa a funcionarios de que la muerte de Gustavito es para justificar caerle encima a los terrenos del Zoológico, un parque ejemplar hasta la presidencia de Flores. El riesgo adicional es que comiencen talando todos los árboles como es costumbre censurable del oficialismo, para hacer un solo planchón de concreto.

El asesinato de Gustavito nos exhibe ante el mundo, a los salvadoreños, como salvajes, aunque la buena población del país, la gente que trabaja y se esfuerza por manejarse dentro de la ley, está tan horrorizada como cualquiera que ama y protege la naturaleza.