El ambicioso plan de Donald Trump que goza del visto bueno del Partido Republicano para completar el blindaje de la frontera sur con México con el impenetrable muro para los indocumentados que intenten llegar a Estados Unidos de manera irregular, podría frenar en alguna medida los flujos de inmigrantes indocumentados; pero a la vez produciría una sofisticación mayor de las redes de trafico humano que operan desde Centroamérica hasta la nación norteamericana con ese lucrativo “negocio”.
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Es la premisa de un grupo de expertas que han trabajado sobre el terreno desde el Triángulo Norte (El Salvador, Honduras, Guatemala) y México sobre el tema de las migraciones y el tráfico humano y que expusieron detalles sobre sus investigaciones en el Centro Woodrow Wilson en la capital estadounidense.
Este tanque de pensamiento convocó para el evento titulado: “Migraciones, trata y crimen organizado en Centroamérica, México y Estados Unidos”, a las investigadoras, Gretchen Kuhner, directora del Instituto por la Mujer Migrante; Mónica Salazar, investigadora independiente; Guadalupe Correa, autora del estudio: “Trata de personas en Centroamérica y a lo largo de las rutas migratorias orientales de México: el papel de las organizaciones transnacionales del crimen”.
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También se sumaron a las ponencias las expertas: Celina Realuyo, profesora de La Universidad de Defensa Nacional, y Therese Couture, de Data Analítica; moderadas por Eric Olson, director asociado del Programa para América Latina del Centro Woodrow Wilson.
“Yo entiendo que el presidente quiere hacer más difícil la entrada de indocumentados a Estados Unidos, eso se entiende, pero lo que tratamos de decir es que si bien esa es una política para resolver el problema, la misma tendría serias consecuencias: a medida se hace más difícil el paso de los indocumentados, ellos necesitarán más del crimen organizado para ayudarlos a cruzar, entonces de cierta forma se estaría fortaleciendo el crimen organizado que utilizaría su logística para cruzar a la gente por la barda”, explica Olson.
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Y agrega que aunque la construcción del muro genere una especie de dique en la frontera sur, las redes seguirán operando desde los coyotes de pueblos que llevan a su gente por el primer tramo del camino, las bandas de narcos y pandillas que tienen control territorios en el recorrido y las bandas que operan ya en la frontera para el cruce de los inmigrantes a suelo estadounidense y su respectivo canjeo por el dinero tratado con sus familiares.
Le experiencia evidencia que a medida se han ido reforzando los controles en las frontera sur, las redes de tráfico se han ido sofisticando más, en especial al observar el fenómeno desde el año 2001, y ahora con la puesta en marcha del muro al que aspira Donald Trump, esto supondría un peldaño más en la escala de riesgo para los se aventuren a llegar a Estados Unidos de forma irregular, sintetiza Olson.
Para Guadalupe Correa, el tema del tráfico humano desde países como El Salvador, Guatemala y Honduras, más otros al sur del continente tiene una multiplicidad de factores que se conjugan a medida se llega al cuello de botella fronterizo.
Por un lado, se podrían separar aquellos migrantes que están buscando una reunificación familiar forzada, otros que van a abrirse camino por su cuenta, pero también hay en el mismo caldo un segmento de mujeres que son trasladas como parte de las redes de trata de personas para trabajos esclavizantes ya en Estados Unidos y que han sido sacadas con engaños de sus comunidades.
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Para terminar de complicar el panorama, en esas cientos de miles de personas que ilustran las imágenes del lomo de “la bestia”, figura también una buena parte de personas que huyen de la violencia de El Salvador, Honduras y Guatemala, acosadas en el mismo camino por los pandilleros que pretenden dejar atrás.
“Es un verdadero drama humano que nos hace pensar en lo complejo del problema y para el que no hay soluciones fáciles para resolverlo”, acentúa, la investigadora.
En el encuentro con un variado público conformado por representantes de centros académicos y observadores de gobiernos de la región, y de Estados Unidos, se ofreció una variedad actualizada de datos para entender más el complejo tema de las migraciones y el tráfico humano por la región, ofrecido por las investigadoras.
“Hay una confusión de lo que está pasando en Centroamérica y México, aquí en Estados Unidos, todo es visto a través de una visión de drogas y narcos; y la realidad es mucho más compleja, el crimen organizado obviamente está envuelto en muchas de estas actividades, pero para ser buenos tomadores de decisión tenemos que entender a fondo de que se trata, cuáles son los diferentes aspectos del crimen organizado”, puntualizó Eric Olson.