Cinco misioneros extranjeros de origen francés, estadounidense y brasileño, promueven la compasión, la oración y el apostolado en la colonia Iberia, lugar donde permanece la obra de “Punto Corazón”, que es un pequeño hogar de refugio donde los jóvenes reciben respeto, cariño y amistad por parte de los miembros de la organización.
Los extranjeros Pedro Lacaze, Thomas Gautier, originarios de Francia; Emely Moon, de Estados Unidos; Stephany Cardozo, de Brasil; y Tobías Wolff, de Alemania, permanecen en la zona llevando una vida de comunidad y apostolado.
Todos los jueves el francés Peter Lacaze, coordinador de los misioneros extranjeros, recorre las calles, pasajes y rincones de la colonia Iberia para realizar las visitas a los diferentes amigos, niños y adultos que necesitan ser escuchados y obtener una palabra de aliento o de fe. Es una de las labores que los jóvenes deben realizar como parte del apostolado.
Además, las puertas de Punto Corazón permanecen abiertos para los niños los días miércoles y sábados, donde los misioneros juegan, ríen, cantan y divierte a los pequeños de la colonia Don Bosco, comunidad Iberia y la Paz, de San Salvador.
Los misioneros, entre las edades de 20 a 35 años, también se desplazan por las diferentes colonias aledañas al polígono Don Bosco que no pueden acercarse a Punto Corazón, debido los límites de territorialidad que definen los grupos de pandillas en esa zona.
Para estos misioneros la labor que realizan les llena de expectativas y satisfacción “ya que a través de la evangelización podemos ver cambios de actitud, el salir de las iglesias y salir al encuentro de las personas que necesitan ser escuchados”, declara Tania Ponce, salvadoreña que pertenece a la organización.
Otra de las actividades que los jóvenes extranjeros realizan es visitar a los niños con cáncer que se encuentran en el hospital Benjamín Bloom.
Para estos proclamadores de la fe “pertenecer a Punto Corazón, significa vivir el evangelio muy preciso, concreto con las personas vulnerables”, dice Tobías Golf, misionero Alemán.
Mientras que para los habitantes de la colonia, la presencia de los misioneros en la zona “nos vienen agrandar la fe, nos dan alegría”, expresa Emma Arteaga, habitante de la zona.
Para Carmen, de 89 años, los misioneros de Punto Corazón, “nos dan consuelo, a través de su visita”.
Carmen lleva viviendo en la colonia Iberia más de 50 años y vio cómo se creó la fundación, en 1994, cuando llegaron Damián, Guillermina y Alyeta, quienes recibieron refugio de los párrocos que se encontraban en esa época en la iglesia María Auxilio de los Cristianos, en la colonia Don Bosco.
Desde hace 22 años, los habitantes de la colonia Iberia ha visto desfilar por sus calles alrededor de 80 misioneros católicos que han dejado buenos recuerdos entre los residentes.
Cada vez que los misioneros de Punto Corazón recorren la zona son reconocidos por los lugareños, quienes explican que los extranjeros les hacen sentirse como en familia.
Sobre Punto Corazón
La Organización se fundó en Francia y mantiene sede en 22 países de cuatro continentes.
Los Punto Corazón son pequeños hogares que se vuelven simples refugios de amor y ternura, donde cada niño pueda ser amado, recibido, escuchado y respetado con el fin de brindar y comunicar el calor de una familia.
También sirven en lugares de gran sufrimiento como los hospitales, hogares que acogen personas con lepra o sida, orfanatos, cárceles, hogares de ancianos o de discapacitados o en el mundo de la calle.
En cada uno de las sedes o refugios de esta fundación hay hasta cinco misioneros encargados de dar asistencia psicológica a los niños de colonias de zonas vulnerables a la violencia.
Además, esta organización también se encarga de proponer a jóvenes de 18 a 35 años de edad de las zonas de las diferentes localidades para realizar misiones de uno o dos años a nivel internacional.
Los voluntarios o misioneros son apadrinados por donantes, quienes dan una aporte financiero para cubrir las necesidades básicas del misionero.
Este año, de El Salvador saldrá una misionera hacia una sede de Punto Corazón de Cuba.
Tania Ponce, de 23 años, viajará en abril y tiene grandes expectativas y retos sobre la misión que lleva hacia la isla, debido a que existen muchas familias que se consideran ateas, dijo la joven.