Proveedora del Gobierno: ???Es difícil, pero ahí vamos. Pago una cosa pero quedo debiendo otra???

Los excesivos atrasos en los pagos a los proveedores del Programa Paquetes Escolares no solo afecta a los propietarios de talleres de uniforme y calzado. El problema tiene un efecto dominó que se pasa llevando a los empleados.

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San Salvador.- 14022017.- Fabrica de calzado escolar ARCA, quienes le distribuyen al gobierno para los centros escolares. Foto edh por Mauricio Cáceres / Foto Por Mauricio Cáceres

Por Mauricio Cáceres

2017-03-06 10:30:00

Mayra es una de las 35 mil personas que, según datos del Gobierno, participan en la elaboración de los paquetes escolares que desde hace siete años es el programa social estrella del Órgano Ejecutivo. Ella trabaja en uno de los 197 talleres y fábricas de calzado en todo el país que participan en el programa “Fabricando zapatos para mi”.


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Es originaria de San Vicente y vino a la capital con el deseo de progresar, por lo que empezó a tocar puertas para tener una oportunidad de trabajo. Hoy Mayra Yanira Amaya, de 27 años de edad, trabaja como auxiliar de producción de zapatos en una fábrica que provee de calzado para varios centros educativos del país.

Su labor consiste en revisar, por hora, no menos de 70 pares de zapatos para niña y niño.

A ella le toca observar y detectar defectos en la confección. Siempre trata de cumplir con sus metas y expectativas; pero solo labora de tres a seis meses al año, según lo que dure la temporada.


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Su salario es de 70 dólares a la semana (280 al mes) y no tiene prestaciones laborales y menos seguro social.

“Aquí donde trabajo yo ya he escuchado cuando algunas personas andan preocupadas porque el gobierno no ha pagado al dueño de la fábrica, ya que de eso dependemos nosotros. Pero hasta el momento, gracias a Dios, siempre nos pagan; pero es porque aquí también elaboramos otro tipo de calzado para vender y mantener la fábrica”, cuenta Mayra.

 

Esta joven madre vive en un cuarto que renta junto con su esposo por 75 dólares al mes. Queda en la planta baja de una casa ubicada en uno de los pasajes de la colonia Hábitat Confía, en Ciudad Delgado.


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Sus gastos inician cuando tiene que abordar varios buses, desde que sale de su trabajo hacia su casa. Camina a paso acelerado para recorrer unos 2 kilómetros desde donde la deja el bus. Pasa a traer a su hija donde unos vecinos a quienes les paga para que se la cuiden después de llegar de la escuela.

Compra pan, unos huevos, tomates y margarina para hacer la cena de esa noche: huevos fritos con una “entomatada machucada”.

“Es difícil la vida pero ahí vamos, coyol quebrado coyol comido. Se paga una cosa y se queda debiendo otra. Mi esposo trabaja en un taller de mecánica. Unimos el dinero para que nos alcance porque hay que pagar agua, alergia eléctrica, gas entre otros “chillos” o sea deudas”, dijo Mayra.