Andan de Santa Claus, pero no les pagan a los proveedores

La morosidad causa graves perjuicios a los proveedores, que se han endeudado para elaborar uniformes y por lo mismo tienen que pagar lo que deben, como tienen que amortizar hipotecas los dueños de locales o cancelar a sus proveedores.

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Turistas observan el atardecer en la playa El Tunco en La Libertad.

/ Foto Por Marvin Recinos

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2017-03-07 9:14:00

De acuerdo con un informe de Funde, en los últimos 16 años los sucesivos gobiernos han repartido casi trescientos millones de dólares entre varias ONG, universidades y grupos diversos, sin que haya claridad en los criterios que usan, fuera de andar de Santa Claus.

Mientras tanto, sobre todo en la presente gestión, a los proveedores de servicios, a los que les arriendan casas o edificios, a los artesanos que elaboran los paquetes escolares, a los que suministran energía y así en adelante, pasan meses sin pagarles.

La morosidad, que en el caso del gobierno de un país no se justifica, causa graves perjuicios a los proveedores, que se han endeudado para elaborar uniformes y por lo mismo tienen que pagar lo que deben, como tienen que amortizar hipotecas los dueños de locales o cancelar a sus proveedores.

Y obviamente si ser morosos no les desvela –la mayoría de personas son cumplidas, como es el caso de las pymes que hacen préstamos a diversas entidades– tampoco van a querer pagar las enormes deudas que hacen a nombre de nosotros los salvadoreños pero que ellos despilfarran, todos los brillantes negocios de Alba entre ellos.

Es una de las razones por las cuales no les quita el sueño los ahorros de las AFP: ¡quieren caerle encima a ese dinero para seguir en la misma historia!

No sólo eso. A pesar de exprimir inmisericordemente a los salvadoreños con más y más impuestos –lo cual no se traduce en beneficios para el pueblo, pero sí en graves perjuicios que afectan el crecimiento y la inversión– constantemente hablan de incrementar tributos, de nuevas cargas, lo que llaman “pacto fiscal”, seguir ordeñando una vaca que está llegando al hueso.

La buena noticia en tal sentido es que el actual presidente de la Asamblea ha declarado que no se aprobarán más impuestos.

Que para sanar, los enfermos
se encomienden al Altísimo…

 
Entre los beneficiados por el reparto, como de antemano lo sabe el público, no está el hospital del Zacamil, donde muchos enfermos duermen en el suelo y tienen permanentes problemas con el abastecimiento de medicinas, ni las escuelas sin techos adecuados, ni los centros de salud.

No. Los médicos de esos centros deben, como les dijo la ministra, usar su ingenio. O como les dijo un diputado, “la mayoría de enfermos no necesita medicina”; que se encomienden al Altísimo para sanarse.

En los pequeños comercios de antaño, los que abundaban en el centro de San Salvador, la caja estaba siempre manejada por la mamá o una hermana del dueño, lo que no evitaba que al menor descuido el hijo tarambana metiera mano y se llevara lo que podía, sin, desde luego, preocuparse por balances financieros, por la sostenibilidad del negocio, por su propio futuro.
 
Metían la mano y a derrochar se ha dicho, como está sucediendo ahora con un gobierno que gasta sin preocuparle los efectos que esos despilfarros atolondrados tendrán.