Con guantes de seda tratan al que corrió a Nicaragua

Ha pasado más de un año sin que avance más el caso y, como dijo el exmagistrado Hernández Valiente, pese a lo incautado en los allanamientos y a la difusión que se les dio, hasta ahora no se ha girado orden internacional de captura.

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elsalvador.com

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2017-03-08 9:25:00

Todos los acomodos que hace el grupo en el poder para proteger a Funes, que corrió a asilarse en Nicaragua al comenzar a ser juzgado por presunto enriquecimiento ilícito, han llegado al extremo de permitirle muy convenientemente contestar un cuestionario en Managua, pese a que la Fiscalía reclamó que la ley obliga a que el enjuiciado sea interrogado y haya debates como en toda audiencia.

Menos mal que también la Corte ha dicho que estudiará si es legal esa concesión, pues los magistrados no son “pasapapeles” para sólo limitarse a tramitar ese procedimiento.

Sin embargo, ha pasado más de un año sin que avance más el caso y, como dijo el exmagistrado Hernández Valiente, pese a lo incautado en los allanamientos y a la difusión que se les dio, hasta ahora no se ha girado orden internacional de captura, dejando que el exgobernante “se burle de la Fiscalía y de todos los salvadoreños”.

Esto comprueba lo que venimos diciendo desde que este proceso inició: si bien todo aquel que haya robado fondos públicos, manoseado presupuestos, triangulado cuentas, etcétera, debe enfrentar la justicia y, de encontrarse culpable, purgar la pena que le impongan, pocos ligados al oficialismo han sido encausados pese a sus notorios cambios de estilo de vida.

Estos se encuentran cómodamente en la cama, mientras los ligados a la oposición están apresados, tras ser capturados con escándalo público y cuyos datos e imágenes escarnecedoras han sido difundidos por la policía.

Las alrededor de cien camisas italianas nuevas que le encontraron a Funes en una de las residencias, más los también alrededor de cien pares de zapatos nuevos, no sólo evidencian el estado mental en que estaba sumido al estar en el poder, sino también el desdén con que cuidaba el patrimonio de nuestro empobrecido país. Cien camisas, de las que en un almacén de categoría italiano cuestan como promedio trescientos euros y cien pares de zapatos de quinientos, suman más de ochenta mil dólares.

En conjunto lo de las camisas y los zapatos suma más de lo que pudo haberse embolsado cualquier indiciado, incluido un alcalde al que están investigando.

Y consecuente con la política de tapar lo relacionado con Funes, el oficialismo rehúsa revelar los costos de los viajes realizados ni quiénes pagaban las tarjetas de crédito usadas, gastadera que con el salario de un presidente o ministro no podrían haber superado una media docena.
Hay otro caso, el de un exdiputado de la legislatura que en sus inicios portaba en recepciones una chaqueta de cuero de las que se compran en el bazar sabatino del Centenario, pero que ahora se pavonea con impecables trajes, impecables camisas, impecables corbatas, relucientes zapatos.
 

La corrupción es una lepra
que amenaza a toda la región

La única salida al atolladero, una cárcava amoral que puede engullir el país, dejándonos en una situación igual o peor a la de Venezuela, es un acuerdo regional para establecer una comisión anticorrupción como la CICIG de Guatemala en cada uno de los tres países del Triángulo Norte, tres porque Nicaragua está por ahora perdida después del pacto celebrado entre el “gordo” Alemán y Ortega.

Queda siempre pendiente investigar los enormes lujos de los allegados de este individuo.